Darío Yazbek | Revista 192

Fashion

#PashaDeCartier

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fotografía Fabiola Zamora
texto Luis Rosales
invitado Darío Yazbek
estilismo Ottero
maquillaje y pelo Gustavo Bortolotti
asistente de fotografía Daniella Feijóo
asistentes de estilismo Carli Sanper y Natalia Fernández
reloj Pasha de Cartier
toda la joyería Just un Clou de Cartier y Clash de Cartier
locación Hotel Círculo Mexicano

Hace más de 10 años, Darío Yazbek acompañó a su mamá a un casting, una situación completamente ordinaria, dado que, para ese momento, ella ya tenía una larga trayectoria en los escenarios de México. Se trata de la reconocida actriz Patricia Bernal, madre también de Gael García. El casting era para la película Daniel y Ana (Michel Franco, 2009), la cual rompería muchos paradigmas en la narrativa del cine mexicano por su temática fuerte y por ofrecer esa inconfundible carga psicológica de todo thriller que se queda en la parte de atrás de tu mente durante semanas. A sus 17 años, a Darío no le pasaba todavía por la cabeza dedicarse a la actuación pero, durante esas semanas de casting, alguna energía se alineó con su propósito y terminó quedándose con el protagónico. Y así es Darío: impulsivo, sorprendente y romántico.

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Luis Rosales (LR): ¿Cómo has sentido la vida en estas últimas semanas, cómo ha sido para ti pasar por un momento de pandemia?

Darío Yazbek (DY): Ahorita es interesante porque se siente que ya está reviviendo un poco la vida y eso me hace feliz. Ayer fue mi primer día de trabajo real en mucho tiempo, eso me da esperanza de que se empiece a reactivar todo y que pronto podamos regresar a la vida diaria.

LR: Para muchas personas, la contingencia por el COVID-19 se ha tratado de superar miedos. ¿Cuál fue tu miedo más grande cuando empezó esta situación?

DY: Que todo cambiara radicalmente. También la incertidumbre sobre el futuro. Es normal que todos le tengamos miedo al cambio y a lo que no podemos controlar. Cuando sentimos que no podemos tomar al toro por los cuernos es cuando se nos sale de control la situación. La realidad es que nunca sabemos nada del futuro, ni de lo que va a pasar, y además todo está cambiando radicalmente, independientemente de las epidemias, así que es también una oportunidad de entrar en contacto con la realidad. Hay que vivir día a día, tratando de hacer lo mejor posible por hoy.

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LR: Estamos viviendo un momento único en la historia; es verdad que nadie de nuestra generación había experimentado algo así, pero, ¿tú habías sentido algo parecido en otro momento de tu vida

DY: Creo que sí, terminando la Universidad tenía un sentimiento constante de no saber qué iba a pasar, de estar paralizado por no saber qué hacer. Cuando empezó todo esto, me acordé de ese momento de mi vida, que fue muy fuerte.

LR: ¿Fue por algún evento en particular o sólo por el hecho de acabar la Universidad?

DY: Era el hecho de hacer esa transición hacia la vida adulta, lo cual siempre me dio mucho miedo. Es la combinación de no saber qué va a pasar, a dónde hay que ir, qué va a suceder con la vida profesional, cómo se va a mantener uno, cómo vas a pagar la renta. De un momento a otro surgen muchos miedos, y también hay que reconocer todas esas incertidumbres como válidas. Cuando uno está parado del otro lado, parece que el mar es infinito, pero ya cuando estás dentro, te das cuenta de la inmensidad, pero ya desde un punto de vista diferente, desde un lugar en el que no queda más que navegar.

“Es normal que todos le tengamos miedo al cambio y a lo que no podemos controlar. Cuando sentimos que no podemos tomar al toro por los cuernos es cuando se nos sale de control la situación.”