Siempre había querido conocer Todos Santos. Lo imaginaba pincelado con los mismos colores de la Baja, esos cobres que dejan boquiabierto y que contrastan de forma chispeante con los azules del cielo y del mar. Con esa vegetación árida, espinosa, delirante, que me encanta. La Baja siempre ha sido un punto y aparte. 

Llegué a este pueblo —ubicado en la península de Baja California— dispuesta a recibirlo todo. Todos Santos Boutique Hotel sería la casa de este viaje, el gurú de la estadía. Para algunos es un santuario más que un hotel. Originalmente era una casona (construida en 1890) de una condesa española y que, apenas hace 1 año, fue remodelada para convertirse en hotel —la apertura oficial fue en enero de 2024—. Éste proceso de restauración conservó la fachada y mezcló elementos de la casa original con adaptaciones contemporáneas que hacen la estadía completamente confortable. Los 10 cuartos que componen el espacio, la alberca, su terraza, los restaurantes y la cava, crean en conjunto, un alojamiento sublime. Pero, tal vez el mayor orgullo del lugar son los frescos del artista Nef Espino, los cuales relatan la historia de Todos Santos, al tiempo que adornan cuartos y áreas comunes.

Aquí te reciben con una sonrisa tan abierta que resulta infalible. Cada miembro del staff da todo de sí para hacerte sentir en casa y el equipo completo crea una red superpoderosa de servicio. Esto les ha valido obtener una Llave Michelin, reconocimiento internacional que destaca su excelencia en hospitalidad y servicio —es el equivalente a la estrella, pero en el rubro de hospedaje—.  

Todos Santos Boutique Hotel representa el lujo en su versión más afable, además de que hace buena mancuerna con las experiencias y actividades que suceden tanto en el pueblo como en los alrededores. Un hike por las montañas que rodean Todo Santos y que ven al mar, una comida en la playa para ver caer el sol, o una visita a Agricole, un restaurante y supermercado —muy al estilo de la Baja—, que ofrece una gran variedad de productos y comida para llevar o comer ahí —las fresas con crema son obligatorias—. 

Dentro del hotel hay tres espacios que terminan de completar tu estancia: el restaurante 1980, el bar La Copa y La Cava. El ala gastronómica está bajo la batuta del chef oriundo de Inglaterra, Connor Jack Twomey. Su filosofía se basa en la simplicidad y el respeto por los ingredientes, desde el hotel aseguran que “su compromiso hacia la sostenibilidad se manifiesta en el aprovechamiento integral de los insumos y el desperdicio cero, creando menús que resaltan la riqueza agrícola y culinaria de la región”. La especialidad de 1980 es la cocina al fuego de leña. 

La Copa, por su lado, es el bar que se está convirtiendo en insignia del pueblo. Presume de trabajar bajo la curaduría del bar Limantour de la CDMX, lo que garantiza no sólo los mejores cócteles de la zona sino una completísima variedad en licores. Pero sobre todo, la atmósfera, la música en vivo, el ambiente medio bohemio, refinado: se trata de beber bien y en un lugar que habla de historia e innovación al mismo tiempo. Y finalmente, La Cava, que ofrece una selección de más de 250 etiquetas y 600 botellas de todo el mundo. Aquí sucede una de las experiencias más especiales del hotel: una cena íntima, con maridaje —guiada por el sommelier—.

Conoce más de Todos Santos Boutique Hotel aquí