Esta es una historia de amor y desamor épica. Duró lo que duran las grandes épicas y empezó como empiezan las épicas: con mensajes de WhatsApp. A veces hablábamos por mensajes directos en Instagram, luego empezamos las llamadas por teléfono y finalmente llegamos a las video llamadas. Una vez me mostró lo mal que se había cortado el pelo, nos moríamos de la risa.

Muy pronto esto cambió. ¿Alguna vez miraron a alguien con amor? Bueno, vi mi cara en la ventana más chica de la pantalla, y así me di cuenta de que así lo miraba yo. ¿Alguna vez les miró alguien con amor? Una vez en mi insomnio le llamé a las seis de la mañana y me di cuenta de que así me miraba, y me vi la cara en la pantalla chica y pensé estoy enamorada. No me reconocí. No me había sentido así antes. Tal vez les ha pasado eso, se desconocen cuando están en una historia de amor de un tamaño nuevo. Desconocido.

Era la primera vez que me sentía así. Cuando me di cuenta de eso, sonreí en la pantalla y del teléfono pasamos, luego de unos días, a estar juntos. Un día me recosté, miraba las palmeras desde el ventanal, escuchaba a los pájaros cantando y la brisa de la playa y no reconocía nada de eso porque todo parecía tener un tamaño distinto, todo parecía más grande: el ventanal, la brisa, la cama, la tarde. Así pasaron los nueve días, unos días en su casa, otros en la mía. Y pensaba cómo es eso de ser protagonista en historias que tienen distintos tamaños. Y también pensaba, sin reconocerme, ojalá que todos alguna vez sean protagonistas de una historia grande, aunque todavía no la nombraba, intuía que era grande. Era una historia corta, pero grande.

Quien ha vivido una épica sabrá entender esta sensación. El tiempo puede ser corto, pero tantas cosas pasan en poco tiempo. Podría enlistar la cantidad de momentos que compartimos. Vimos la película más triste, vimos la película más feliz. Cocinamos mal y cocinamos bien. Cantamos mal, sobre todo, pero cantamos. Y reímos mucho. Una vez yo dibujaba algo en un cuaderno mientras él estaba en la cocina y pensaba si el tamaño de lo que dibujaba lo determinaba la escala de la hoja de papel. Qué pasaría si dibujaba una hormiga o un elefante en una hoja de papel. ¿Qué es lo que determina el tamaño de algo en una hoja de papel? ¿El tamaño de una historia también lo determina una hoja de papel?

Acá parecerá chica la historia, los nueve días parecen pocos, el espacio en esta hoja es corto. Y pensaba que la historia duraría para siempre porque eso era justo con el tamaño de la historia, porque necesitaba más días, más tiempo, más hojas. Entonces llegó el día nueve y me dijo “no te enamores”. Le pedí que no me dijera lo que tengo que hacer y ahí me di cuenta de que era épica y que quería que fuera una larga. Hablábamos, me interrumpió y me dijo que nunca antes le había pasado algo así de grande. Me quedé helada cuando me di cuenta de que ese era el último día y que ese, y no otro, era el tamaño de la historia.

De camino a mi casa hablamos de los amaneceres y de los atardeceres. Me dijo que le gustaban más lo atardeceres que los amaneceres, pero que ambos eran muestra de que lo lindo dura poco. Y me despedí con la claridad de que era una historia de otro tamaño y que a pesar de estar en una sola hoja era inmensa.