Alejandro Puente: su completo “yo”

2203
texto y estilismo Alberto Rebelo
fotografía Alberto Newton
maquillaje y pelo Feña Acuña
dirección y edición de video Kevin Vásquez
cinematografía Esaú Navarro
1AD Dylan Guzmán
asistentes de foto Apollonia Orsoni
y Miguel Ángel Caballero @ PK Rental

toda la ropa Ferragamo PRIMAVERA-VERANO 2023


Es elocuente, amable, inteligente, carismático y talentoso. Es artífice de su propio éxito. Arriesgado y aventurero; sin embargo, en lo profundo, la vida de un artista o un actor me parece intrigante, a veces un misterio, y lo que vemos, o a quien vemos a través de una pantalla, siempre tiene otras notas en su haber. Alejandro Puente es actor, escritor y productor, nacido en la Ciudad de México. Desde niño tuvo interés por las expresiones artísticas: estudió violín, pero terminó su carrera de lleno en actuación. Ingresó a CasAzul, audicionó para la Juilliard School y vivió un tiempo en Nueva York, donde asistió a varios conservatorios de Drama. Después regresó a México y amplió su formación en la Escuela Nacional de Arte Teatral. Su primer acercamiento al cine fue en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York, donde fue invitado a ser parte del grupo de actores en la clase del director de cine y guionista Darren Aronofsky. A su regreso a México obtuvo su primer papel en televisión en El Dandy. Y entonces el teatro profesional no se hizo esperar, protagonizó Yo soy Dios, o podría serlo sin ningún problema en 2015 y en 2018 despuntó con el personaje de Todd Anderson en la adaptación mexicana de Dead Poets Society, La Sociedad de Los Poetas Muertos, a la par de algunos proyectos en el CCC en los que trabajó. De ahí vinieron series como El Club y Rebelde, que se estrenó en Netflix el año pasado.

 

ALBERTO REBELO:  En el teatro, el cine, la televisión y plataformas como Netflix —es decir, gran parte de lo que es tu quehacer profesional—, hay una constante imposible de omitir en las historias: “el personaje”. Y tú has actuado, escrito, dirigido y vivido rodeado de personajes desde hace mucho tiempo, y la fama muchas veces compromete a los actores a convertirse en personajes públicos también, en fragmentos a reserva de lo que los demás quieren ver. ¿Pero ése es tu caso? ¿Cómo ha sido para ti vivir el tema de “ser un personaje”, a propósito de nuestra edición Ser real?

ALEJANDRO PUENTE: Creo que para mí siempre se ha tratado del trabajo. Mi enfoque siempre ha estado ahí, y puede que lo vean 30 personas en el Foro Shakespeare o cantidades mucho más grandes, como con lo que he estrenado recientemente. Mi enfoque siempre ha estado en lo que disfruto hacer, en crear, en conseguir y encontrar ese grupo de personas con las cuales crear se convierte en algo divertido y bonito, catártico y retador a veces. Creo que el hecho de que mi trabajo sea visto por más o menos personas no cambia el sentido. No me considero como un personaje al que la gente conoce y alguien diferente en casa; solamente creo que la lupa con la cual se magnifica lo que la gente ve o conoce ahora es más específica.

Lo que sí pasa y lo que sí ha cambiado es que he tenido que ser mucho más concreto con qué comparto al mundo, aunque la verdad es que siempre he sido así. Otra cosa —y en gran parte apoyado por mi equipo— es aprender a seleccionar qué es lo mejor para mí, que no solamente valga la pena, sino que sea emocionante; ha sido importante aprender a hacerlo y no tenerle miedo a compartir al mundo las cosas que me hacen feliz.

 

AR: Conocerse y reconocerse es sin duda el resultado de la introspección, pero siempre se hacen visibles nuevas cosas. ¿Qué has aprendido de ti gracias a tu trabajo?

 

AP: Entre muchas cosas, que es necesario descansar. Soy muy comprometido con mi trabajo y con las personas con las que resuenan mis historias, y eso me mantiene en un constante ritmo y compromiso total. Como sabes —y tú y yo nos conocemos y platicamos desde hace mucho tiempo—, el trabajo es una constante en mi vida y para mí es importante mantenerlo presente y andando. Antes era como “una cosa tras otra, tras otra, tras otra”; ahora reconozco que así como es importante trabajar, también es importante descansar y tener momentos para mí, porque donde más suceden mis instantes de creación, probablemente no es en los momentos más álgidos, sino en la pausa. Como si fuera una canción, una gran pieza de orquesta, y esos respiros, esos momentos de silencio, son los que he aprendido a atesorar. Antes pensaba que todo tenía que ser música y notas constantemente, ahora el silencio me parece igual de importante.

También he aprendido a darle valor a lo que hago. Éste es un trabajo que puede tener todo el glitz & glamour, y a la vez no, puede ser algo que aparenta un lujo constante, pero quien está aquí sabe que no es así todo el tiempo, así que del trabajo lo que más me emociona es la resonancia, he podido verlo en países a los que he visitado, he podido verlo en gente que he conocido. El trabajo que hacemos, y lo que creamos tanto yo y mis amigos de la industria mexicana, resuena en el mundo, y ésa es una perspectiva que no conocía. No sabía que lo que le estoy contando al mundo sí se está escuchando, y que eso también conlleva una responsabilidad. Me emociona saber que hay oídos y corazones abiertos a las historias que cuento.

 

AR: ¿Qué es lo que buscas o consideras importante cuando dices que sí a un proyecto?

 

AP: Cuando escojo un proyecto no lo hago simplemente por si actúo o no. Y puede ser como actor o puede ser como escritor, o puede ser como director, ¡o las tres cosas! Eso también es emocionante, me he dado cuenta de que lo que importa es contar las historias más allá del cómo.

 

Aunque es muy fácil decir que sí [risas]… Creo que, si hay algo del proyecto o la historia que resuena en mí, y que es como una cosquillita que no me puedo quitar, lo tengo que hacer, y no a fuerzas tiene que ser la historia —puede ser la idea, el concepto o el equipo—. Cuando me ofrecieron Rebelde, por ejemplo, no estaba seguro de hacerla por lo que implica, porque es un fenómeno mundial que la gente atesora, ama y defiende a capa y espada. No sabía si valía la pena hacerlo de nuevo, pero cuando conocí el punto de vista de Santiago Limón (el creador), de Rafa Ley (el productor), de Netflix, y demás, entendí que se estaba contando la esencia de Rebelde desde un punto de vista que me pareció importante abordar. Otra cosa que me convenció fue el equipo, cuando supe quién era, dije: “¡Claro, ya entendí lo que se está haciendo!”. Porque puede ser una idea muy interesante o muy emocionante de hacer, pero si el equipo está con todo, entonces sé que voy a disfrutar hacerlo. Así que hay varios factores: el equipo, el cast, la historia, el enfoque de la historia, no lo puedo señalar específicamente, pero si hay algo que sé que, si no me lo puedo sacar de la cabeza, o si me da miedo, o si me emociona, es algo que quiero hacer.

AR: Fuera del escenario, fuera de esa vida de proyectos y cámaras, ¿en dónde te sientes más tú, en dónde te sientes más real?

 

AP: No precisamente es que me sienta más yo, pero cuando más me siento en contacto conmigo, es cuando mejor me siento. Por ejemplo, hace mucho que no viajaba solo, y hacerlo me dio eso. Pero cuando estoy con amigos es cuando me siento más alineado conmigo mismo. La gente que amo es gente que me inspira en todo sentido, y cuando estoy con ellos es cuando logro estar en paz, feliz y en mi yo completo.

 

AR: Esto que mencionas me hace pensar en uno de los proyectos más bellos de tu carrera, Verónica (cortometraje dirigido por Alejandro, que formó parte de la selección oficial del FICM, 2022). Leí que justo hablas de mujeres como las que te inspiran, de cómo hay sororidad entre ellas. Hablas de lo que sientes a través de ellas, ¿Pero de qué más hablas cuando tienes la batuta de un proyecto como éste?

 

AP: De lo que me inquieta o me emociona, o admiro, o de lo que me cuestiono. Verónica fue una carta de amor a las mujeres que me han rodeado toda mi vida, mujeres que admiro, fuertes, llenas de amor.

Y a la vez también creo que cada proyecto responde a una necesidad diferente. Ahora estoy desarrollando proyectos que nacieron desde el querer entender lo que significa tener veintitantos años y estar en ese vórtex que parece no tener pies ni cabeza. Hay otros que han nacido de descubrimientos personales que he tenido sobre el amor, sobre mí mismo; hay otros sobre el enojo… entonces creo que esos temas responden más bien a dudas y a quereres personales. Lo que me hace decidir si vale la pena contarlos o no depende de si las respuestas a esos cuestionamientos las podemos encontrar juntos (el equipo que se arme y yo), o si por lo menos queremos encontrar una respuesta. Si juntos podemos enunciar esa búsqueda, entonces vale la pena contarse.

AR: ¿Quiénes son esas mujeres que se reflejan en tus historias o personajes?

 

AP: Son mi mamá, mi abuela y mis mejores amigas, porque son quienes me han acompañado en los momentos más importantes de mi vida. He conocido a través de ellas una forma de ver el mundo que me es familiar y a la vez ajena, porque no soy mujer, y a la vez he estado empapado de lo que significa ser mujer para ellas y me parece admirable, valiente y amoroso, por eso están siempre presentes.

 

AR: Es recurrente que a un actor le pregunten sobre cómo se prepara para interpretar a un personaje. Pero si nos situamos del otro lado, en el que tú escribes, ¿cómo te preparas o qué haces para crear un personaje que no vas a interpretar tú?

AP: Me gusta observar. Observo siempre. Es de las cosas que más disfruto hacer cuando camino solo por la ciudad. Observo cosas que me llaman la atención, que me parecen interesantísimas del humano y, también, la verdad es que muchos de los personajes que escribo están llenos de historias mías y de personas que me rodean. Seguramente mis amigos, mi familia y la gente que me conoce podrá encontrarse en pedacitos en alguno de mis personajes. Puede ser desde el nombre hasta la cosa más chica, la anécdota más chistosa o el momento más triste de sus vidas, y no significa que esté aprovechándome de sus historias, sino que es lo que me inspira. Entonces, los personajes que escribo, que no voy a interpretar, tienen que ser honestos, que me inspiren de alguna forma, no importa cuál.

 

AR: ¿Y de todos los personajes que has interpretado, cuál crees que es el que más se parece a ti? Podría apostar que fue Todd Anderson…

 

AP: [Risas], Sí. Estoy de acuerdo.

 

AR: Es que creo que era para ti y tú eras para él.

 

AP: Estoy totalmente de acuerdo. Ese proyecto fue un regalo muy bonito, porque sí, hay mucho de Todd en mí, más bien que reconozco de él en mí. Pero también me tocó hacer de Neil, creo que no me viste de Neil, que es el otro chavo, el que quiere ser actor —ahora me entiendo más con él y me da un poco de coraje porque me gustaría volverlo a hacer—. Creo que todo eso fue gracias al ojo de Francisco Franco, el director, quien me puso a hacer esos dos personajes, no fue coincidencia.

 

AR: ¿Cómo llegaste a ser parte de La sociedad de los poetas muertos? Para mí, fue un parteaguas en tu carrera.

 

AP: Hice casting con Viridiana Olvera, a quien conozco desde hace muchos años y la quiero mucho. Ella me invitó a hacer el casting con Francisco Franco, a leer unos fragmentos de un poema que se llama “Ítaca”, ese poema habla de la importancia del camino más allá del resultado. Fue en el Teatro de los Insurgentes y fue mágico y hermoso. Después de eso hicimos un taller que duró como dos meses, en donde hacíamos ejercicios para conocernos entre todos los actores del proyecto; luego de ese taller se definieron los personajes y después empezaron los ensayos.

AR: ¿Qué es para ti ser real?

 

AP: Para mí ser real es algo que se siente en mi cuerpo. Sé cuando algo no se siente como yo y cuando algo se siente desacomodado en mí. Probablemente eso significa que o es nuevo o no es mío, y cuando algo no es mío, lo más probable es que no sea real.

 

Lo real también es todo lo que he construido en mi vida; es mi realidad, es lo que vivo, es ser auténtico y rendir homenaje a todo lo que me rodea, a mi vida también. Para mí ser real es sentir que a veces me deprimo, que a veces me da ansiedad, que me enamoro sin saber que me quería enamorar, que me arrepiento; creo que lo real es todo lo que no decimos que nos pasa y sí nos pasa. Y eso es lo que también me ayuda a no pensarme como un personaje, porque claro, la gente no conoce todo de mí, no conoce todas esas partes reales de mí mismo, pero eso no significa que lo que conocen no es real, sino que es algo muy específico y la extensión de mí en mi totalidad incluye muchas cosas más: como que me encanta cocinar porque que soy muy buen chef, que mi perrita se murió el año pasado y que la extraño todos los días, que me enoja mucho el abuso de poder y respondo con fervor ante ello, que no siempre me gusta estar rodeado de personas y también por eso a veces desaparezco de social media, que soy una persona que constantemente está abierto a los demás, que cuando alguien rompe mi confianza me pone muy triste, o que soy una persona que, si no está alineada en su totalidad, se puede deprimir. Para mí lo real es todo mi yo, un completo.

 

FERRAGAMO: EL NUEVO CAPÍTULO

 

En la tradición más pura de las grandes casas de moda que han sobrevivido a la historia y los cambios geopolíticos, culturales y económicos del mundo, destaca la florentina Ferragamo, que a lo largo de casi 100 años ha escrito su impecable historia gracias al archivo descomunal que su fundador, Salvatore Ferragamo, dejó como legado para que futuras generaciones de creativos continuaran alimentando el sueño que tuvo desde muy joven: crear objetos de una artesanía incomparable.

 

Ahora, con la llegada de Maximilian Davis, la casa italiana no sólo reivindica su lugar en el universo del lujo y la excelencia artesanal; su nuevo director creativo será, además, el encargado de reimaginar los códigos de la firma a través de su visión moderna y minimalista.

 

De ascendencia trinitaria-jamaicana, el creativo británico de 27 años debuta como director creativo de Ferragamo con la colección Primavera- verano 2023, una con la que hace un guiño al Hollywood de la época de oro en la que Salvatore tuvo tanta influencia, pero ahora con un ojo participante en las dinámicas de las nuevas generaciones que buscan confort y sencillez en prendas y objetos de lujo.

 

El Gancini, uno de los símbolos más reconocidos del mundo de la moda, continúa siendo protagonista en la historia de Ferragamo; Davis lo ha incorporado al bolso Wanda y la sandalia Elina; la nueva propuesta de ready-to-wear es una delicada mezcla entre un glamour menos estridente y una serie de piezas de líneas simples y detalles utilitarios.

El nuevo capítulo ya se está escribiendo en la historia Ferragamo…

 

www.ferragamo.com

 


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