Fue al ritmo del son istmeño de “La Llorona” como concluyó el desfile de la colección cápsula que Olmos y Flores creó en colaboración con LOB.

Más allá de los vestidos largos y cortos, algunos con telas vaporosas, otros con detalles de holanes, los abrigos de peluche, los trajes sastre, la mezclilla bordada y los suéteres tejidos, cada uno con diferentes motivos florales; el discurso que estas colaboraciones provocan es el de la industrialización de la moda mexicana.

Víctor Olmos y Alí Flores, quienes llevan siete años trabajando en su marca, apuntan a que ésta no perezca dentro de un nicho. Ellos entienden que la moda ante todo es un negocio, y por eso se aventuraron a crear esta colaboración con LOB -la empresa jalisciense de indumentaria con un poco más de 40 años en el mercado-.

Es necesario saber que en la moda la creatividad no puede vivir sin una visión empresarial, ni viceversa. Natalia Agnesi, una de las cabezas de LOB, tiene muy claro que la implementación del diseño le agrega valor a las prendas y que el reforzamiento de una imagen va más allá de un simple acto superficial. Este entendimiento la llevó, el año pasado, a hacer la primera colección cápsula de la mano de Alfredo Martínez, otro diseñador con base en Guadalajara. Ahora su visión se refuerza con esta segunda entrega que se aplaude por hacernos ver que la moda mexicana no tiene por qué ser de nicho, ni tiene porqué estar centralizada.

Es momento de comenzar a quitarnos el prejuicio de comprar en tiendas departamentales de moda mexicana y comenzar a valorar los esfuerzos que nuestra propia industria está germinando.