Estuvimos en la presentación de Labirinti, la más reciente colección de Alta Joyería de Gucci, celebrada en su tienda insignia en París, sobre la Avenue Montaigne, donde cohabitan las casas de moda más legendarias. Un espacio íntimo y sugestivo para descubrir las piezas que nos guiarían por un relato ancestral y moderno a la vez.
Entré en una cápsula del tiempo al contemplar los cinco pañuelos rescatados del archivo de la Maison, como el inolvidable Flora, creado para la princesa Grace de Mónaco. Sus delicados diseños inspiraron las esferas de los relojes —objetos clave en esta colección—, convertidas en lienzos en miniatura, donde los artesanos reprodujeron a mano las ilustraciones, entretejidas con oro y piedras preciosas.

Brillaron piezas como el GUCCI 25H Amphitheater, con caja de oro rosa y diamantes talla baguette, y el Interlocking, una joya de precisión técnica y sensualidad estética, con cristal de aventurina y zafiro ahumado.
En la colección de joyas, los jardines italianos y su poética geometría fueron el punto de partida. Las piezas evocan laberintos, fuentes, flores y la emblemática “G” de Gucci, en diseños sobrios que celebran el legado.
Más allá de los diamantes —infaltables— la colección destaca por el uso de piedras raras: rubíes, zafiros, aguamarinas brasileñas, tanzanitas y tsavoritas, presentadas en composiciones extraordinarias. También reaparecieron íconos como el Horsebit y la Marina Chain, adaptados tanto para el día como para momentos especiales. Una de mis favoritas: la Marina de 1960, en una nueva versión arcoíris, vibrante, alegre y sensual.
La colaboración con Pomellato cerró con fuerza: Monili, una colección que se sintió como un diálogo entre herencia, audacia y maestría. El savoir-faire en piel de Gucci y la excelencia orfebre de Pomellato se unen para conservar lo que importa: artesanía, permanencia, carácter. La colección transmite fuerza y empoderamiento, con formas que exaltan la personalidad de quienes las llevan. Tal vez sea la mezcla audaz de diamantes, cuero y oro, o esa ligereza inesperada de piezas sólidas. Estas joyas hablan de deseo, feminidad y poder.


Materiales como el titanio suman un aire casi futurista. Y entre todas, una pieza emblema: el clutch acompañado por su propio brazalete de diamantes, potente y sofisticado a la vez. Esta colección se vive como un tributo no sólo al legado de la Casa y la artesanía italiana, sino también a las mujeres: su delicadeza, su fuerza, su sensualidad.
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