En la intersección entre la moda y el arte, la diseñadora, artista y cineasta Susanne Deeken ha logrado encontrar un estilo único en el universo cinematográfico. Con una carrera que abarca desde el trabajo con casas de moda como Givenchy, Marc Jacobs y Martin Margiela, Deeken ha apostado por la creación de cortometrajes artísticos que reflejan inquietudes emocionales, psicológicas y artísticas, además de un detallado soporte en la moda.
En esta conversación, exploramos las raíces de su pasión por las bellas artes, su evolución creativa y el proceso detrás de su último cortometraje, A Place without Fear (2023), que celebra su estreno en la plataforma MUBI. A medida que Deeken devela sus experiencias y reflexiones, descubrimos cómo lo multidisciplinario, el ímpetu por aprender y, sus luchas personales, se entrelazan para dar forma a su obra.
SOPHIA GARDUÑO (SG): Eres diseñadora de moda y has trabajado con muchas marcas de lujo, pero también eres artista. ¿De dónde surgió el interés por las bellas artes, la pintura, la animación y el cine?
SUSANNE DEEKEN (SD): Primero estudié bellas artes, lo que marcó mi primer amor por el arte. Luego me dediqué a la moda como consultora —durante mucho tiempo y con éxito— disfrutando del enfoque creativo más que de la rutina diaria de un trabajo. Mi rol consistía en ayudar a las marcas a clarificar su visión y darles dirección, pero también me involucré en el proceso de diseño, en la fabricación técnica de las prendas, la creación de bordados y estampados.
Sin embargo, hace 15 años sentí la necesidad de pintar y conseguí un pequeño estudio, lo que se convirtió en mi escape, ya que en la industria de la moda trabajaba en segundo plano para otras marcas y no bajo mi nombre, lo que estaba bien para mí en ese momento. Pintar es muy diferente al diseño, ya que el arte no tiene que satisfacer necesidades específicas, lo que me ayudó a redescubrirme a mí misma. No compartía mi arte con nadie, era solo para mí. Durante la pandemia, en un momento difícil tras la muerte de mi perro, empecé a hacer pinturas y cortometrajes para regalar, y de forma inesperada empezaron a ganar premios y me llevaron a un camino que nunca había planeado.
SG: Ahora, hablando de tu último cortometraje, “A Place without Fear”. Me gustaría preguntarte, ¿por qué decidiste nombrarlo así, si retrata imágenes muy abrumadoras que de hecho podrían provocar miedo?
SD: Muy buena pregunta. Pensé en el título durante mucho tiempo, porque para mí no se suponía que fuera una película de terror ni nada por el estilo. En realidad, se trata de intentar darle sentido a los bucles que tenemos en nuestra mente, ciertas situaciones donde estamos atrapados en un momento y tratamos de superarlo; a veces llegamos a algún lugar y fallamos de nuevo. Es un bucle interminable de fracasos y logros. De alguna manera, es casi como un aliento en el sentido de que así es como muchos de nosotros atravesamos la vida. Es solo una metáfora del cerebro o de la mente.
Tuve muchos títulos diferentes, pero al final, pensé que este era el título más positivo que podía darle. Y sé que a simple vista parece muy oscuro y aterrador, pero hay un mensaje esperanzador detrás de él que es, en realidad, para mí misma.
SG: Entonces, ahora que mencionas eso, me vino a la mente una escena en la que había una chica con un físico muy humano y luego ella creó a otra chica, y se transformó en una entidad blanca, como un fantasma. ¿Cómo se traducen estas imágenes en tu concepto?
SD: Son solo las diferentes facetas de tu mente, estas chicas y las diferentes formas que vemos en el corto son solo una persona. Sabes, cómo puedes sabotearte a ti misma pero luego también te reconstruyes. Para mí, estas son todas luchas internas de la mente.
Ese era mi hilo conductor. Y yo estaba pasando por un momento realmente difícil, y esto me ayudó mucho a encontrar algo de claridad. Pero ahora estoy pasando por otras luchas de nuevo. Nunca termina, ver la luz no significa que ya terminaron todos los problemas, simplemente siguen y siguen. Al menos para mí. Y especialmente con mi trabajo, estoy luchando mucho con mi pintura. Es como, “¿qué demonios estás haciendo? Todo esto es una tontería”. Pero eso es solo parte del proceso.
SG: ¿Tenías bocetos antes de empezar a filmar? ¿O algo surgió a lo largo del proceso?
SD: Ambos. La casa donde filmé era increíble. Me paseaba por ahí porque no había electricidad, así que cargaba mi equipo en la caravana de una persona que vivía al lado y tenía un generador. Entonces, por la noche, cuando guardaba todo, entraba con los focos y ya, esas luces hacen que todo se vea muy dramático. Todo lo que se desprendía del techo de repente parecía como criaturas que cobraban vida con la iluminación. Y yo pensaba: “¡Carajo! ¡Aquí hay otra escena! Ahora tengo que hacer esto”.
Me estaba volviendo un poco loca. Pero realmente sentí que la casa me estaba diciendo qué hacer. Además de que yo ya tenía un hilo conductor hubieron muchas cosas que la casa me invitó a hacer, o que, de alguna manera, me dijo que hiciera. Pero tenía un storyboard y había ciertas cosas que definitivamente quería hacer, y las hice.
SG: Creo que la casa abandonada en sí misma da una sensación de “collage”, por todas las texturas en las paredes. ¿Es algo que te atrajo de la locación?
SD: Sí, porque es mucho más fácil pintar sobre una superficie que ya tiene textura. En mi trabajo de pintura aplico este pensamiento; mi estudio está en una zona donde hay muchos estudios y mucha gente tira lienzos viejos, los recupero y los llevo a mi estudio y pinto encima de lo que ya hay, así que no tengo un lienzo en blanco.
Pude haberme quedado en esa casa por dos años, pero por razones de visa no pude. Aunque potencialmente fue súper aterradora, nunca tuve miedo en la casa, realmente me cuidó. Y creo que antes vivió una familia mexicana allí, porque estaba llena de santos mexicanos por todas partes, y dejaron rosarios. Los dejé allí porque me sentí cuidada. Fue muy espiritual de alguna manera.
SG: Las transiciones entre escenas y personajes están muy bien logradas, hasta el punto en que parece que todo se funde entre sí. Me recordó a un sueño, cuando estás en una habitación y de repente estás en otro lugar sin darte cuenta de cómo llegaste allí. ¿Es algo que querías transmitir o es solo una cuestión técnica?
SD: Bueno, si logré transmitir eso, entonces estoy muy contenta y muchas gracias por ese comentario. Pero sí, supongo que quería hacer eso, y pasé mucho tiempo trabajando en ello después de Detroit. Así que volví a Londres y trabajé mucho aquí, de manera analógica y también digital, y me gusta bastante mezclar cosas que no deberían mezclarse. Tal vez a algunas personas no les guste mucho, pero a mí me gusta hacerlo y romper reglas que ni siquiera conozco bien todavía. Así que fue muy agradable mezclarlo y hacer un collage de todo. Con cada película siento que aprendo mucho más.
SG: ¿Cómo decides cuándo hacer una animación en 3D, 2D o “stop-motion”?
SD: Muy intuitivamente. Empecé a intentar estructurarlo más y más, y lo hacía después de Detroit, realmente volviéndome más minuciosa con los storyboards. Era como aprender mientras lo hacía, porque nunca fui a una escuela de cine. Luego me volví bastante estricta conmigo misma, y muchas escenas fueron eliminadas y editadas considerablemente.
SG: La banda sonora de la película tiene una vibra muy jazzística y crea una atmósfera realmente inquietante. ¿Cómo surgió la música?
SD: En todas mis películas anteriores yo misma elegí la música, pero con todo lo de Detroit conocí a muchos músicos, y en especial a un tipo llamado Chris Peters, que es un músico experimental de improvisación. Él organizó todas estas sesiones de improvisación en las que se suponía que debía participar con todos estos increíbles músicos de jazz —Rafael Leafar, Dave Hurley, Nick Cicchetti y Simon Ray—, y me lanzó a la sesión, lo cual fue realmente aterrador. Toco el piano, pero improvisar es muy diferente a saber tocar el piano, y realmente me lanzó a lo más profundo, y en cierto modo tuve que hundirme o nadar.
La música de la película surgió de una canción que escribí, y luego todas estas sesiones que hicimos crearon muchos sonidos nuevos, así que todo está entrelazado con mi canción. Pero esos toques de jazz a los que te refieres son parte de lo que hice con los chicos de Detroit. Realmente quiero darles crédito, fueron fantásticos, y también la apertura de dejarme entrar —yo era la única chica— fue increíble.
SG: Volviendo a tu conocimiento en diseño. ¿Alguna parte de tu experiencia en moda cobra vida al crear un cortometraje artístico?
SD: Definitivamente, por ejemplo, en el cortometraje presenté algunas prendas interesantes hechas de varios objetos, como un candelabro para un top o una falda que parecía un tentáculo. De alguna manera, claro que está presente, pero también mi práctica artística influye mucho en mi trabajo de moda y viceversa, así que todo está ahí, en un gran recipiente, por así decirlo. Pero en este momento, mi objetivo es la pintura y el trabajo cinematográfico que se desprende de ella.
A Place without Fear ya está disponible en mubi.com
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