El portafolio de Tequila Patrón parece difícil de degustar. Doce variedades provenientes de la misma planta se dan revuelo en el paladar y en la nariz, diferenciándose con sutiles matices —unos más acentuados que otros— que hacen de cada uno, la perfección. Degustarlos con la guía y la conciencia de un conocedor, es similar a lanzar una flecha y darle al centro de un tiro al blanco. En este ritual, que es tocado por 62 manos y donde la disciplina y la repetición son la clave del éxito, sucede la magia. Su engranaje tiene un ritmo impoluto que lo ha acercado a la perfección. Es curioso, porque hacer uno de los mejores tequilas que se producen en la actualidad —y eso ya lo comprobará el lector al momento de degustarlo—, no amodorra el paso de creación que se tiene en la Hacienda Patrón. Al contrario, ese ritmo cadente que implica crecer el agave, cocinarlo y destilarlo, una y otra vez, es la dinámica que los mantiene vigentes y al tanto de cruces y tendencias. Había que verlo con nuestros propios ojos: llegamos a la Hacienda Patrón —que es una suerte de universo porque todo lo contiene— un día de otoño a mediodía. Nos recibían Peter, Erick, Ofelia y Mayte. Sabíamos que habíamos llegado a un sitio especial, pero conocer toda su intimidad y hasta los secretos mejor guardados del lugar donde se hace su tequila fue un verdadero gozo. Nos encontrábamos en el espacio donde trabajan y se abrazan las 62 manos que dan vida a una botella de Tequila Patrón. Y las estrechamos todas.
La hacienda y su casona
Es un recinto donde se trabaja y se sueña. Clavada en Atotonilco, en los Altos de Jalisco, La Hacienda es el lugar donde se encuentra la destilería de tequila Patrón y donde suceden todos los procesos de hechura del líquido, exceptuando la siembra y la jima. Además está La Casona, a la que sólo se llega por invitación, y que es el paraíso si del buen conocer de tequila se trata. Hospedarte aquí es sentirte bienvenido y en casa, el acercamiento es familiar, calidísimo. La Casona es la oportunidad de vivir la experiencia Patrón, que sin duda no se limita a sólo beber tequila; hay un encanto intrínseco en sumergirte en sus procesos y en su forma de trabajo.