
No hay nada más jodido que ver la desesperanza en los jóvenes y observar la justicia a mano propia
fotografía Michael Luppi
retrato Gael Karla Lisker
realización Fernanda Aragonés
estilismo Jess Gutiérrex + RA
maquillaje YSL Beauty
“Para eso uno hace películas, para poder decidir cada respiro, para poder emprender el accidente.”
—Gael García Bernal
El viernes 28 de junio, una de las realidades que vive nuestra Ciudad de México volvió a ver la luz en la pantalla grande y escupió ensoñaciones. ¿Por qué Gael García Bernal, director de la cinta, no se imagina el mundo sin esta película?
Se necesita algo de ‘chicuarote’ —palabra que podría apropiarse el sinónimo de terco— para hacer una película. Sobre todo cuando se trata de estos filmes en los que de alguna manera no existe una necesidad industrial o comercial por la que deban de existir. Chicuarotes, explica Gael, “es una película que si sale mal o no se hace, a poca gente le va a importar, no pasa nada; pero lo que es muy redentor y que te da una especie de golpe maravilloso, es que cuando hay una consecuencia artística que trasciende, en ese momento ya no te imaginas el mundo sin esa película”. En Chicuarotes, el resultado y la consecuencia de la historia, es la de mostrar la violencia de frente y en seco. Habrá a quien le calen los huesos por ver un padre alcohólico que azota un guajolote sobre el comedor, le corta la cabeza, salpicando a su mujer de sangre, para luego golpearla. Habrá para el que esta escena sea tan cotidiana que se transparente. Habrá linchamientos, pobreza, el vocabulario cantado y bajo; habrá los jodidos y los fuertes, pero en Chicuarotes, no habrá tristeza porque la violencia, como tsunami, ha arrasado con casi todos los sentimientos y la vulnerabilidad humanas. Quedan solo las sensaciones más jodidas.
“Entre tantas vetas que son como puntos de partida, hay uno que me causa muchísima inquietud con la película, ¿de dónde carajos viene tanta violencia? Desde las instituciones y la sociedad civil se debe de emprender una nueva narrativa estructural acerca de un mejor porvenir para los jóvenes. Si no existe la música de hogar, el amor en la familia, es muy probable que los hombres y las mujeres que salgan de ahí, tengan una especie de psicopatía funcional en el sentido de que realmente caen en la violencia. Hay casos que rompen con ese ciclo, pero lo cierto es que cuando alguien nace en ese contexto, es posible que se siga perpetuando esa falta de amor tan necesaria para que haya creatividad, para que los chavos puedan tener otras posibilidades en su vida y para que piensen que la salida no es el escape”.
Chicuarotes sucede en San Gregorio Atlapulco, de donde ‘el Cagalera’ (Benny Emmanuel, Ariel como Revelación Actoral) y ‘el Moloteco’ (Gabriel Carbajal), quieren salir para tener otra vida. Para ellos, eso significa cualquier otra vida. San Gregorio se encuentra dentro de la Ciudad de México, en Xochimilco, y es como una micro ciudad donde sí hay un fuerte desgobierno, pero al final, se organizan y funcionan porque hay una estructura social. “¿Qué hay en San Gregorio? ¿Cómo es que existe? Adentrarse en el pueblo fue algo que me enamoró del proceso, el reto de contarlo”, dice Bernal. “Estuve muy presente en el pueblo, era necesario, porque de por sí es un sitio muy agreste para filmar —en el sentido de que no permiten gente de fuera—, es de estos lugares que tienen cierta infamia por haber muchos linchamientos y mucha justicia a mano propia. Es un sitio impresionante, muy vivo en historia y también de violencia… y está dentro de la ciudad de México. Toda la fábula tenía una razón y un peso importantísimo. Y cómo contar eso, cómo armar ese universo —obviamente estilizadísimo— me alentó a hacer esta película”.
Gael alguna vez dijo que el cine ayuda a exaltar, a sublimar la lucha que implica vivir y, en Chicuarotes, sus personajes mandan este mensaje al otro extremo, donde los sueños son aniquilados por la realidad y, donde se corre, se escapa, se mata, para huir de este infierno, tratando de llegar a la orilla que está del otro lado. Y en todos los rincones, violencia. La violencia como el eje aturdido de la película.
“Me costó mucho enfrentar este tema desde la realidad y a través de la película. No hay nada más jodido que ver la desesperanza en los jóvenes y observar la justicia a mano propia. Es la destrucción del todo, se acabó la sociedad, deja de existir el concepto de unidad. Me dolía hacer esta película”.
Chicuarotes se presenta en cines comerciales y culturales.
dirección Gael García Bernal guión Augusto Mendoza música Leonardo Heiblum fotografía Juan Pablo Ramírez Ibáñez reparto Benny Emmanuel, Gabriel Carbajal, Leidi Gutiérrez, Dolores Heredia, Enoc Leaño, Daniel Giménez Cacho, Ricardo Abarca, Pedro Joaquín, Esmeralda Ortiz.
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