Ed Maverick: el cielo en el jardín

La nube en el Teatro Metropolitan

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texto Zunshu
fotografía Zunshu y Manuel Zúñiga

En 2023, Ed Maverick anunció su retiro temporal de la música. Viéndolo en retrospectiva, su decisión resulta comprensible: venía de años de trabajo ininterrumpido, de un ascenso tan veloz como vertiginoso.

 

Cuando inició su carrera en 2018, con apenas diecisiete años, el reconocimiento le llegó casi de inmediato. Ocurrió algo que sucede muy pocas veces: la gente conectó con su música desde la primera escucha, y lo hizo con una profundidad poco común.

 

No fue casualidad. Eduardo escribía y cantaba con una crudeza que evocaba sentimientos difíciles de nombrar: no sólo el amor o el desamor, sino emociones esenciales de la condición humana. Sus canciones abrían un territorio íntimo, de esos que se escuchan desde adentro y se palpan con el espíritu.

 

Pienso que artistas como él surgen con suerte, una vez cada década. Marcan generaciones y elevan la vara para quienes vienen después. La que ha fijado Maverick es alta: es el artista más destacado de su género en el país, estandarte de la música alternativa y —de manera muy alternativa también—, reniega de las exigencias del mercado y de los algoritmos. Su música no nace buscando viralidad ni encabezar listas de reproducción, sin embargo, lo logra.

 

En noviembre de 2024 lanzó La nube en el jardín —de aquí en adelante, abreviaré como LNEEJ—, un álbum que, en plataformas digitales, aparece como un solo track de 53 minutos con 49 segundos: un statement rotundo en una era donde las canciones tienden a acortarse para complacer al algoritmo.

En este material hay tres protagonistas: Eduardo, su guitarra y el jardín. Las doce canciones que lo componen trazan un viaje introspectivo que explora la añoranza, la incertidumbre, la autopercepción y el paso del tiempo a través de una vulnerabilidad serena, la de quien ha vivido y se reconoce. Es una compilación de piezas escritas entre 2018 y 2023 que narran, desde adentro, dos de las batallas más complejas: la que se libra contra el ego y la que implica aprender a soltar.

 

Desde su lanzamiento, Eduardo ha presentado LNEEJ en vivo en distintas ciudades de México, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Paralelamente, ha consolidado su sello discográfico hoy es un buen día, plataforma con la que impulsa talento emergente de la escena alternativa y fomenta una comunidad de creación basada en la ética y la colaboración.

Vine a su presentación en el Teatro Metropólitan, sería la primera vez que lo vería en vivo y la primera vez que conversaría con él. Esta entrevista la he perseguido durante meses.

 

Los boletos para este recital se agotaron en menos de cinco minutos. Todos querían estar ahí: no quedaba un solo asiento vacío. Entre el público se observaban un sinfín de jóvenes con playeras del disco; algunos con flores, otros con los ya tradicionales doctores Simi —esa peculiar costumbre mexicana de lanzar al escenario pequeños peluches vestidos como el artista—, todos llegaron puntuales a la cita.En la antesala, sonaba el álbum de uno de los artistas que promueve Ed, seguido por la presentación de Clothing, el acto de apertura elegido también por Maverick.

El concierto comenzó, y me sorprendió la compostura del público: cantaban con suavidad, aplaudían al terminar cada canción, contenían la euforia. Cuando Ed pedía silencio, silencio había. En un momento, al interpretar ‘nadie va a pensar en ti mejor que yo’, pidió que no grabáramos; ni un sólo teléfono se alzó. Una audiencia fuera de serie, movida por un respeto casi litúrgico. Una sinergia parasocial, sí, pero profundamente hermosa.

 

Al concluir el concierto, el equipo de Maverick me condujo al camerino, donde amigos y colegas del artista celebraban otra presentación cumplida. Ed me recibió con un apretón de manos cálido, comenzamos a conversar.

Zunshu (Z): Fue un show espectacular. Tengo muchas cosas de las que me gustaría hablar contigo, de entrada, sé que esta entrevista no me dará abasto. 

 

Tu último álbum fue mi favorito del año pasado —y de muchos años también— porque tiene una profundidad que se siente mexicana y personal. Pero más que eso, es un material que habla de humanidad. ¿Cómo te has sentido durante este tiempo, desde que lanzaste el álbum?

 

Ed Maverick (EM): No sé… yo hago mi música y, si a la gente le gusta, está chido; y si no, pues también. Estoy en varias cosas, siempre atento a cómo se recibe el trabajo, igual a las ofertas que llegan, porque eso me da una idea de si a la gente le pareció chida la música.

 

Sigo en la misión de rebasar mis primeros discos, y no ha sido tan fácil, en esos primeros discos siento que logré hacer que un chingo de gente entendiera la misma cosa, ahora ha sido distinto, pero en algún punto voy a volver a eso. Creo que es lo único que te puedo decir.

Z: Durante esta temporada de la que te hablo, no sólo estuviste enfocado en el álbum o en la gira, sino que has estado presente en muchos espacios como artista: desde la producción hasta lo que estás construyendo con tu sello discográfico. ¿Cómo buscas dejar una huella en la escena de la música mexicana a través de estos proyectos?

 

EM: Si lo pensamos en términos de dejar huella, creo que tiene que ver con que, si alguien de nuestra bola llega a tener cierto poder o privilegio, pueda usarlo para apoyarnos entre todos. Que sirva para seguir aquí, para levantarnos juntos, para avanzar. Como lo hacen Peso Pluma y Tito Doble P, o como Junior H y Natanael Cano. Son gente muy poderosa dentro de nuestra industria, y no hay uno sin el otro, se sostienen. Me gustaría que, si la banda que hacemos esta otra música —alternativa— llegamos a tener ese mismo poder, lo usáramos de la misma forma. Que se vuelva algo colectivo, no sólo individual.

 

Z: Cuando pienso en ti, pienso en Chihuahua, indudablemente. Ese estado ha dado figuras tan excepcionales como Juan Gabriel o Siqueiros… y claro, tú también. Tu vienes de Delicias, ¿qué te dio crecer ahí? ¿Qué belleza encuentras en vivir en ese espacio?

 

EM: El cielo. El cielo y la calidez humana. El saber que, si no saludo a mi vecino en la mañana, el día no va a estar tan chido. Estuve un año viviendo aquí en la Ciudad de México, aquí nadie dice buenos días, ni buenas tardes, ni buenas noches. Desde ahí ya hay una pauta social que contrasta mucho con lo que estoy acostumbrado.

 

Una vez me pasó en un Airbnb que, al salir, la puerta se cerraba con seguro automático y sólo se abría con llaves, esa vez las dejé adentro. También había un portón hacia la calle que, si no tenías llave, no podías abrir tampoco. Valió verga, me quedé atrapado. Toqué el timbre un chingo de veces para que alguien me abriera en el edificio y salió un vato a mentarme la madre, casi le tuve que rogar que me dejara entrar.

 

Lloré esa vez, pero también entendí que no era su culpa. Aquí hay tanta gente que uno deja de sentirse parte de algo. No hay ese compañerismo, es más como: “me estás cagando el palo, yo trabajo mañana, ¿a mí qué?”. Ahí fue cuando valoré de dónde vengo. Porque si ocupo un paro allá, alguien me lo va a tirar, y si alguien lo ocupa, yo también. Por eso, si me preguntas, te diría que eso es lo más precioso de vivir en Delicias.

 

Y deja tú que sea Delicias… cualquier lugar que no sea esta ciudad tiene eso, aunque suene mal. Agradezco un chingo ser de provincia. Ojalá un día las oportunidades no se concentren nada más aquí, ojalá haya en todos lados.

 

Pero no es culpa de nadie, así es este pedo y así funciona el capitalismo. Todos terminamos viniendo porque aquí están las grandes oportunidades, mucha de mi gente que viene de provincia llega con un sueño… y acaba viendo cómo pagar la renta. Y al final, vale verga.

Z: Estoy de acuerdo en que la urbe te desensibiliza, lo observo en mi día a día. Es lindo que puedas estar lejos de eso, porque alimenta tu ser creativo. 

 

Estando en ese entorno de manera cotidiana, lejos del caos de la ciudad, ¿qué parte de esa rutina te sigue todos los días? ¿Qué te llevas de Delicias en tu día a día, cuando creas, cuando piensas, cuando observas?

 

EM: La sensibilidad. La misma sensibilidad de la que hablé antes. Creo que por eso las cosas me golpean distinto, hit different, como se dice en inglés. En Delicias manejar es diferente, caminar es diferente, incluso ver el cielo es diferente. Hoy estuvo bien verga porque salí a caminar aquí y el cielo estaba despejado. Pasamos por unos edificios abandonados que no estaban tan altos, y de repente nos dimos cuenta de que el cielo se veía muy brillante, despejadísimo.

 

Nunca que venimos a la Ciudad de México está así. Siempre está nublado o llueve —que también tiene lo suyo—, pero ahora se sintió distinto. Y eso es chido, porque encuentras una similitud, aunque estés lejos, te das cuenta de que no somos tan distintos. Hasta compas que viven aquí nos dijeron: “güey, hoy el día se siente diferente, estamos contentos”. Entonces sí, creo que lo más importante que me llevo de Delicias es el cielo.

 

Y no es que sea súper pachamamezco, no me voy por ese lado tan espiritual, pero sí hay cosas que me gustaría recuperar. Como que todos pudiéramos retroceder un poco juntos, ¿sabes? Aprender a apreciar lo esencial, lo simple. 

 

A veces pienso que chance ya no se puede. Tal vez en el futuro vamos a necesitar un chip en la cabeza para sentirnos satisfechos con nuestra vida personal y colectiva. Y lo digo así, porque a veces siento que vamos hacia allá, que en vez de regresar a esas raíces de la existencia, todo nos empuja hacia lo artificial. Muy probablemente no vamos a poder cambiar eso, porque el control de todo está en manos de un sector muy pequeño de la sociedad.

Z: Estoy de acuerdo y rescato que hoy, en particular, fue un día hermoso. Hablando de espacios, percibo LNEEJ más como un entorno que como un material sonoro solamente. ¿Qué te llevó a concebirlo así —en una sola pieza—? ¿Y cómo traduces eso a la puesta en escena?

 

EM: Lo concebí sabiendo que, esta vez, necesitaba tiempo para hacer las cosas. en mi forma de hacer música, lo valoro mucho. Está bien cabrón que muchas de las cosas que he hecho hasta ahora han sido apuradas. Desde que me hice “famoso”, entre comillas, porque hay gente mucho más famosa, la neta, todo ha sido a prisa. Todo es: “güey, es la oportunidad, no puedes parar, no puedes decir que no”.

 

Pero siempre he tratado de respetar el ritmo de mi mente y de mi cuerpo, entender que todo tiene su momento. Entonces, creo que por mero gusto quise hacer este disco y esta gira así: tomándome el tiempo, hacerlo sin prisa; no estar en ese apuro constante.

 

Es como con el vinilo, ese formato ya no existe como fue concebido. Hoy todo se acomoda a una lógica de productividad, y no quiero sonar conspiranoico, pero es la neta. Todo tiene que ser inmediato. No es mañana, no es después, es ahora.

 

Gracias a Dios estoy en una posición de cierto privilegio donde puedo decir: “no es hoy, no es mañana, pero se va a hacer, denme chance”. Aunque también sé que la gente que trabaja conmigo no siempre puede darse ese lujo, mucho menos si también trabajan con otros artistas. Todo es para hoy, nunca para mañana, si tú te esperas tantito, te corren. Así de fácil.

Entonces el álbum, como una sola pieza, viene de eso. De tomarme el tiempo. De entender que el ritmo también puede ser otro. No tiene que ser como el techno de pum pum pum todo el tiempo. Puede ser más tranquilo, como la música de Rayanino, ¿sabes?

 

De hecho, LNEEJ iba a salir solo en vinilo, esa era la idea original. Pero luego, hablando con la disquera, me apoyaron con el concepto y se terminó lanzando también como un solo track digital. Eso también se volvió parte del mensaje y habla del consumo actual de la música. Al final también lo pudimos traducir a una propuesta de marketing.

 

Pero todo empezó por querer bajarle tantito al ritmo. Por querer sentir que no todo tiene que hacerse rápido, que también se puede hacer con calma.

Z: Respeto mucho tus decisiones sonoras, estratégicas y estéticas, en todo lo que haces hay un diseño meticuloso. Te lo celebro. Al observar y escuchar tu trabajo siempre noto detalles nuevos que hacen cada vez más sentido cuando lo miras con detenimiento. 

 

Para cerrar: ahora que estás concluyendo este capítulo de LNEEJ, ¿en qué estás creativamente y qué jardín estás sembrando hoy?

 

EM: Ahorita estoy produciendo para algunos amigos, y también dejando de hacerlo con otros, porque pasa algo curioso con eso: cuando trabajas tan de cerca en la creación de alguien, llega un punto en que les da la inquietud por experimentar y tomar el control. Se animan y empiezan a producir sus propias canciones.

 

Tal es el caso de niño viejo. Le empecé a producir y armamos su primer disco, que se llama amor. Le seguí produciendo por un tiempo, pero ahorita él está haciendo sus propias rolas en casa, se compró una interfaz más chida y le está dando él solo, ya nada más le mezclo o si ocupa baterías, le grabo baterías.

 

Estamos metiéndole mucho a nuestro sello. Con Seb Rodríguez estoy haciendo un nuevo EP; también estamos promocionando el nuevo disco de Edgar bajo el agua, ese lo hizo todo él solo —lo produjo, lo compuso, lo mezcló y lo masterizó—. También estamos con el nuevo disco de Las Decapitadas, y con música nueva de buen cariño dan.

 

En general, ese es el trip del sello hoy es un buen día. Estamos haciendo música todo el tiempo, y gracias a Dios ya hay más chance de pensar en eso. Estoy buscando cómo darles todavía más tiempo libre a todos para que puedan seguir haciendo música chida.

 

Estoy trabajando junto a mi socio en el sello, quien también es mi manager, andamos buscando más artistas que se quieran integrar con nosotros. Queremos hacer esta clase de neoredistribución. Tengo mucha base de principio rojo en mi manera de crear y eso quiero inyectar al proyecto, creo mucho en la redistribución de la riqueza. 

Z: Estás preparando tres álbumes simultáneamente que saldrán el año que viene, ¿qué puedes contarme sobre eso? ¿Qué comunicarás ahí? 

 

EM: Pensamiento, pensamiento más crítico, duelo, amor también, mucho Arthur Verocai, Serge Gainsbourg, Beach Boys, Los Beatles, un clásico. Para el tercero probablemente algo de Dean Blunt, mucho de la escena de Copenhagen, que ahorita ando muy entrado con eso, Clarissa Connelly, Fine, Smerz, y también de México, Fuerza Régida, Junior H, Natanael Cano, Peso Pluma, mis contemporáneos.


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