“Soy adulta, soy libre, he decidido vivir una vida”, escribía en una carta Elsa Peretti a su padre a los 21 años. Una frase corta y audaz, que sería el manifiesto de una historia rodeada de autenticidad, viajes estimulantes y exploración de elementos, formas y símbolos de la naturaleza que la convertirían en una mítica figura en el mundo, no sólo de la joyería, sino del arte, el diseño e incluso parte de la emancipación de cientos de mujeres, que ya no esperaban que hombres ricos les obsequiaran joyas, sino que empezaron a comprarlas ellas mismas, bajo los nuevos parámetros de exclusividad que Elsa introdujo a Tiffany & Co. Según Forbes, las piezas diseñadas por Peretti para la casa joyera llegaron a representar 10% de las ventas netas entre 2009 y 2011.

La alianza Elsa Peretti y Tiffany & Co. cumple medio siglo, y con ello el homenaje a esta historia original y regenerativa que nos invita a la emancipación, la libertad, la confianza en nuestros instintos primigenios y nuestras pasiones más osadas e, incluso, impopulares.

“Conozco a esas jóvenes ‘a la moda’. Tienen una vaga profesión, pretenden cultivarse, hacer deportes, vestirse bien, mantener impecable su departamento, educar perfectamente a sus hijos, llevar una vida mundana, en una palabra, éxito en todos los planos. Y no tienen verdadero interés por nada. Me hiela la sangre.” (La mujer rota, Simone de Beauvoir).

Nacida en una familia de la aristocracia, hija de Ferdinando Peretti, un magnate del petróleo, Elsa parecía tener un camino trazado que pudo ser el sueño de muchas jóvenes italianas. Una vida acomodada, dedicada al conocimiento modesto, el cuidado de la familia y la crianza de los hijos, evitando las complicaciones que representa abrir una brecha a título personal, lejos de la tutela y el privilegio económico. Desde joven mostró su predilección y carácter para buscar sus fueros personales. Cuentan que desde adolescente solía escapar de madrugada de su fastuosa residencia y correr sin parar hasta llegar a la playa para contemplar la luna. Estos hábitos “políticamente incorrectos” para la sociedad tradicional de la época fueron apenas el inicio de una vida indómita que, lejos de los pronósticos, la llevaron a la cúspide y a la conquista de una vida propia y un nombre que hoy es sinónimo de independencia.

La casa de Elsa Peretti, Gerona, España.

Su esbelta figura y un metro setenta y cinco le abrieron el camino del modelaje en Nueva York y Barcelona, pero su interés por el diseño de joyas era incesante, y fue así como el diseñador Giorgio di Sant’Angelo utilizó algunas de sus piezas en un desfile, que serían un éxito instantáneo, el inicio de lo que vendría…

El 24 de septiembre de 1974, Elsa Peretti debutó en Tiffany & Co., y sus colecciones se agotaron ese mismo día. Las interminables filas de clientes rodearon la manzana de la Quinta Avenida; el mismo Andy Warhol llegó a expresar su asombro por el fenómeno Peretti. “Diseño para las chicas que trabajan”, declaró. Esa intención logró elevar la plata fina al estatus de lujo del que es sinónimo Tiffany. Así consiguió “vestir” a miles de mujeres alrededor del mundo, bajo una óptica de portabilidad, delicadeza y comodidad sofisticada para la vida cotidiana.

El sello de cada una de sus colecciones —Bone Cuff, Open Heart, Bean®, Mesh y Snake— está marcado por una visión simplificada de las cosas. Elsa logró crear una joyería escultural y sintetizar paisajes y amplios conceptos estéticos, como si de un haikú se tratara, logrando basar la atemporalidad de sus diseños en la más cruda simpleza. Ella misma explicaba: “la joyería no es moda, tiene que durar”, y qué podría resultar más trascendente que formas orgánicas que puedan heredarse, no sólo como objetos costosos, sino como metáforas de la simplicidad de la vida. “Para mí, una buena línea y una buena forma son atemporales”, decía.

Brazalete BONE, por Elsa Peretti para TIFFANY & CO.

Elsa Peretti desafió estándares, negándose a tener una vida ordinaria en la que tuviera que disminuirse o mimetizarse para encajar; no paró hasta construir su propio imperio. Pero no uno lleno de opulencia como el que abandonaría años atrás, sino uno hecho a su gusto y medida. Su casa, llena de rincones explorables e historias; un refugio rústico, diáfano, cómodo en tonos cálidos y terracota, que logró costear con sus ingresos como modelo y diseñadora en 1972. “Confortable como un jersey viejo”, decía, ubicada en la localidad de Sant Matí Vell, en Gerona, España, un espacio al que dedicó su talento y esfuerzos, y que le sirvió como el lienzo habitable perfecto para plasmar su personalidad, así como para desarrollar un sentido de vida más orgánico, en el que destacó su afición y deleite por la artesanía.

Tiffany & Co. rinde homenaje a ese “matrimonio feliz”, como ella misma describiría su vínculo con la casa joyera, presentando creaciones especiales de aniversario a lo largo de 2024 y 2025, y relanzará algunos de los iconos más queridos de la diseñadora con gemas y en escalas audaces. Los estilos incluirán los nuevos anillos Bone y Split, inspirados en el legendario brazalete de Peretti, así como brazaletes Bone únicos, incrustados a mano con pavé de diamantes, rubíes y piedras corte cabochon. También se presentará una colección limitada de distintos estilos de Mesh con tanzanitas, rubelitas, esmeraldas y diamantes; anillos corte cabochon y anillos Fancy Color. Sus celebrados diseños Open Heart, Starfish, Bean®, Scorpion y Amapola estarán disponibles con pavé de diamantes, junto con aretes Snake y High Tide en longitudes dramáticas, así como llamativos collares y aretes Diamonds by the Yard®.

“Luché por una vida propia”, afirmó en una entrevista, y lo que entonces pudo verse como un gesto egoísta, hoy es un emocionante canto, que nos recuerda la importancia de asumir la autoría, dirección y producción de nuestras propias narrativas. Me entusiasma saber que tenemos la capacidad de reconfigurar los sucesos que han de llevarnos a ser quienes queremos, con toda la potencia de nuestro instinto y la brújula por dentro.