Curiosidad infinita. Puede que esa sea una de las características primordiales por las cuales Miuccia Prada se mantiene —desde 1975, cuando se unió a la casa Prada como diseñadora de accesorios— como una de las fuerzas contundentes —y más precisas— del mundo de la moda. Puede ser que su hambre de aprender y explorar sean la fuente del éxito, ¿o es quizá la pasión con la que imagina y crea cada una de sus colecciones la que ha cimentado la fortaleza de su éxito?

Cualquiera que sea el origen, Miuccia ha mantenido vivo el legado de su abuelo Mario Prada —que en 1913 abrió la primera boutique de la firma en Galleria Vittorio Emanuele II, en Milán— con un orgullo sobrenatural, en un mundo en el que la sobrevivencia es cuestión de cada temporada, de cada nuevo lanzamiento y de cada decisión… porque siempre habrá alguien insatisfecho.