Como su hija, es muy diferente hablar de su fotografía en términos artísticos como lo harían todos los curadores, simplemente porque yo soy parte de todas esas imágenes que nos ha dejado, cada una de esas fotos tiene una historia detrás, y verlas para mí es realmente vivirlas otra vez.
Ahora que falleció es extraño, porque las vi de nuevo y, aunque me las sé de memoria, fue verlas por primera vez y darme cuenta de la magia que hacía mi mamá al poner su cámara frente a esas personas o esos paisajes. Simplemente les dio vida para siempre a esos momentos. Ella creaba mundos en sus fotografías en donde te pierdes en el tiempo y espacio. Hacía que escucharas el sonido de los músicos, que olieras el campo en sus paisajes o sintieras que quieres meterte en ellas, saber quién es o en dónde está el fotografiado.
Recuerdo desde pequeña que siempre cargaba su cámara con ella y me desesperaba cuando nos ponía a posar a mi hermana y a mí, pero ya empezando, me gustaba posar para ella porque hacía que fuera muy divertido. Recuerdo también cuando llegaba tarde a la casa con su mochila, sus cámaras y los cabellos despeinados —a veces con mugre en la cara—. Llegaba muerta de la risa con sus amigos después de un día largo de estar fotografiando, de ser testigo de lo que pasaba en el movimiento popular de Oaxaca en 2006. Yo moría de miedo y la regañaba, pero es que ella vivía de la aventura y de ser parte de los movimientos culturales.
Era una mujer bellísima, elegante, culta y rebelde, pero sobre todo, y lo último que me enseñó, fue su fortaleza. Después de luchar tanto contra una enfermedad que no paraba y la debilitaba físicamente, ella seguía sonriendo y queriendo sostener su cámara.
Mami, que en paz descanses y que la gente te siga descubriendo.

Los invito a este homenaje, exposición en el MAF, donde podrán disfrutar de una exquisita sensibilidad a la fotografía.






El Museo Archivo de la Fotografía presenta Encuentros Afortunados, una muestra con más de 50 fotografías de Nadja Massün, fotógrafa franco-húngara establecida en México desde 1983, con un espíritu nómada que la llevó a lugares como Marruecos, Francia y Bolivia. Gran parte de su trabajo lo desarrolló en San Luis Potosí y Oaxaca. Hasta el 7 de agosto de este año.
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