El estilo de Paloma Picasso —que coquetea con lo elegante, lo extravagante y al mismo tiempo con un sentido romántico de lo suntuoso— es un legado que Tiffany & Co. presume a los cuatro vientos. Tanto así que Paloma, en vida, se ha convertido en musa de la marca y construído un sinfín de piezas y colecciones que desde 1979 no tienen freno.

Paloma Picasso nació en París, en 1949, su infancia en el sur de Francia rodeada de artistas —la herencia que en vida le obsequió su padre—, la situó en una meca de privilegios que más tarde la convertirían en un ser creativo con la posibilidad de explorar cualquier horizonte. Sus primeros pasos profesionales como creadora fueron como vestuarista teatral y estilista en París. En el teatro cobró vida su talento para el diseño de joyas, casi innato, como si se tratara de una exitosa improvisación teatral. Ahí creó collares a partir de bikinis engastados diseñados para el cabaret Folies Bergère, piezas que captaron atenciones, por lo que la diseñadora se tomó en serio el papel y decidió tener una formación institucional en diseño joyero. Al año trabajó para Yves Saint Laurent, su amigo, diseñando complementos para sus colecciones y después piezas de joyería en oro para la casa griega Zolotas.

Tras la muerte de su padre, Pablo Picasso, en 1973, Paloma dejó de diseñar para contribuir por seis años a la construcción del Museo Picasso de París; siendo hasta 1979, que John Loring, el entonces director de diseño de Tiffany & Co. la invitó a presentar un juego de mesa para una de las exposiciones de Tiffany. Un año después, estaba ahí, presentando la primera colección exclusiva de joyas de Paloma Picasso para la casa.

Desde entonces, en el camino en conjunto de ambas firmas —porque Paloma Picasso es per se una firma— se han sumado reconocimientos que han valido credibilidad, categoría y trascendencia a las colaboraciones. Entre varias cosas, el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano reconoció el valor de estas creaciones adquiriendo un collar de kunzita de 396,30 quilates, mientras que una pulsera de piedra lunar de 408,63 quilates con “rayos” de diamantes fue sumada a la colección permanente del Museo Field de Historia Natural de Chicago.

Hoy Tiffany & Co. sabe que cualquier momento para crear en conjunto con Paloma, o a partir de la inspiración en ella misma, no es sinónimo de probar suerte, sino de un trazo certero al éxito y a la memoria de los que conocen el lujo y la historia que lo precede. Recientemente y como testimonio de la influencia de Paloma Picasso en la marca, y para celebrar los 40 años de colaboración y el 185º aniversario de la casa, Tiffany & Co. anunció la creación de dos nuevas suites como parte de la colección Paloma’s Studio, que toman inspiración en las primeras obras maestras creadas para el Blue Book de la maison, estas piezas creadas, por su puesto, de la mano de Paloma Picasso, se crearon a partir de una paleta de piedras preciosas en colores vivos que mucho hablan del legado de la diseñadora. 

Son más de 245 quilates de piedras preciosas en un collar que presenta en armonía un circón azul, un citrino, una aguamarina, una amatista, un peridoto, una rubelita y una turmalina verde, además de las “gemas legado” de Tiffany & Co. Cada piedra preciosa está montada en un doble bisel hecho a mano en oro amarillo de 18 quilates iluminado por un halo de diamantes en pavé. 

Como parte de esta celebración, también se creó un collar de torsade compuesto por dos tonos de cuentas de espesartina, con un trío central de piedras preciosas: un circón azul, una tanzanita  y una rubelita, que suman en total más de 93 quilates. Y una serie de anillos con piedras preciosas como la espesartina, el topacio imperial, la turmalina verde y otras piedras extraordinarias. 

Conoce más en www.tiffany.com