Cuando era la promesa más joven del mundo de la alta costura —Yves Saint Laurent fue el primer director creativo de la maison Christian Dior cuando éste murió en 1957—, a los 21 años fue reclutado al servicio militar. Lo perdió todo. La ansiedad y la depresión lo llevaron a los confines oscuros del ala psiquiátrica de un hospital.

Los electroshocks y los sedantes no fueron suficientes para regresar el tiempo, pero sí para fundar su propia casa de costura (1962). Los fantasmas de las alucinaciones le contaron sobre su éxito con la creación del esmoquin femenino y la revolución que provocaría el prêt-à-porter en la industria.

Pero, sobre todo, una voz en su cabeza nunca se apagó. Esa que viene junto a un presentimiento trasgresor: no sería copiado, sino resignificado. Lo demás se confirmó en 2016, cuando el diseñador belga Anthony Vaccarello conquistó la dirección creativa de su marca, después de que se había perdido “Yves”.

Porque, al igual que Saint Laurent, Vaccarello comparte la célula del inconformismo al statu quo, de las supuestas reglas que se han establecido a lo largo de la historia. El belga lo reafirma en la nueva colección de Saint Laurent con estructuras ligeras, como minivestidos que rematan con moños gigantes. Gabardinas con hombreras y sastrería oversized como homenaje a los orígenes de la casa francesa. Sin olvidar los estampados en animal print, detalles con plumas y unos gorritos de alberca.

ysl.com