Samara y el reto de pintar con “Arena en la vagina”

La marea verde llegó para quedarse...

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texto Carolina Chávez Rodríguez
imágenes cortesía de Samara Colina

¿QUIÉN NO HA SENTIDO ARENA EN LA VAGINA? EN EL TRABAJO, EN EL HOGAR, EN LA VIDA PÚBLICA Y PRIVADA. SAMARA COLINA COLOCA EL PUNTO EN LA Í, PARA HABLAR DE TEMAS CORPORALES Y POLÍTICOS.

Slam en verde

 

Una plaza con miles de mujeres y niñas cantando al unísono: “Nos sembraron miedo, nos crecieron alas…” de Vivir Quintana. Una primavera atemporal repleta de pañuelos verdes, exigiendo acceso al aborto libre. El fuego imperecedero que alumbra los rostros de las integrantes de los bloques negros —madres, hijas, amigas, abuelas y hermanas—: todas ellas con historias distintas, pero atravesadas por dolores hondos que las unen intrínsecamente.

 

Ahí, donde el rostro de la otra es el propio, donde se camina sola pero en colectiva. Esas son las poéticas y vibrantes motivaciones que integran parte de la obra de Samara Colina, una pintora incipiente en el mundo del arte, pero con una visión muy clara de cómo es que a través de éste, es posible transformar y revertir las narrativas dominadas por el patriarcado para insertar nuevas apreciaciones del mundo, la interpretación de los símbolos, la visualidad y la intervención del espacio público.

 

Samara nació el 22 de septiembre de 1992 en la CDMX, donde ha regresado (por lo pronto) a estudiar en el Programa Educativo SOMA (PES SOMA), ya que toda su vida ha radicado en Guanajuato capital.

 

Tuvimos la oportunidad de charlar con ella. Nos contó cosas relevantes sobre su proceso creativo y algunas acotaciones sobre su visión del mundo.

 

Carolina Chávez (CC): ¿Qué y dónde estudiaste?

 

Samara Colina (SC): Estudié la Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Guanajuato, y la Maestría en Producción Artística en el estado de Morelos.

 

CC: ¿Podrías hablarnos de tu proceso pictórico?

 

SC: Me baso en fotografías que yo misma tomé de eventos y manifestaciones, y otras de Internet, pero hay una descomposición y reinterpretación de la imagen a la hora de estar pintando. Realmente todo depende de la forma en la que me voy sintiendo, es un proceso muy intuitivo que tiene mucho que ver con las sensaciones, las texturas. En vivo las pinturas son mucho más abstractas que en digital, es muy poderosa la textura, la plasticidad y la carga matérica. Me interesa la multitud, la combinación de cuerpos. El impulso de la multitud, la necesidad que tenemos de estar conectados y en sincronía con los demás. Al ser feminista, militante y activa, tengo mucho interés en los movimientos multitudinarios en el feminismo y me interesa la combinación de colores en las marchas.

 

Veinte Veinte

 

 

CC: Eso se observa en tu pintura. Hay una plástica, en la multitud, donde se aprecia la homogeneidad de los colores apropiados por el feminismo latinoamericano (verde y morado). ¿Qué te interesa de esto?

 

SC: Las estrategias que se van agregando a la manifestación. La marcha es un ritual social heredado, sabemos cómo marchar. Estas estrategias incluyen el uso del color, elementos como el humo, el fuego, las cazuelas, los gritos, los movimientos en sincronía. Todos los movimientos colectivos me parecen bellísimos y además muy plásticos, entonces existe esa relación de algo que ya es plástico en sí mismo a interpretarlo a través de la pintura.

 

CC: Si no hubieras estudiado Artes, ¿qué te hubiera gustado estudiar?

 

SC: Ciencias Políticas o Sociología, siempre he sido un ser muy político, me interesan mucho los fenómenos sociales a mi alrededor y el contexto histórico. En la prepa decía que iba a estudiar Artes y Ciencias Políticas. Conservo el interés, procuro estar viendo noticias y mantenerme informada.

 

CC: ¿Tienes algún tipo de ritual cuando pintas?

 

SC: Sí, siento que la pintura es muy ritual. Necesitas estar muy concentrada y cómoda en el espacio. Ahora que me mudé a CDMX, me ha costado volver a pintar. He tenido una pausa en la que no podía porque no me acomodaba.

 

CC: ¿Hay algún gesto o acto que anticipe el proceso de creación? ¿Tomar agua, café quizá…?

 

SC: Para mí el café es muy importante. También es imprescindible estar cómoda, mientras estoy pintando parezco pordiosera, los pantalones más rotos y pintados, la sudadera más vieja, el cabello recogido… Es un tanto desastroso mi proceso, por eso es necesario que esté cómoda.

 

 

CC: Intervengo para charlar con Samara acerca de la imagen, quizá, romanizada de la artista y la forma en que se desarrolla su proceso, sin considerar muchas veces, el reto que representa hacer frente a lo cotidiano de las labores del hogar y el trabajo en casa. Ella comenta haber leído al respecto justamente, que toda la carga que las mujeres tenemos respecto al hogar y su limpieza, imposibilita o merma mucho el trabajo creativo. 

 

CC: ¿Pintas con música?

 

SC: No tanto, más bien escucho podcasts, conferencias, audiolibros… me di cuenta que me concentro mucho más en lo que escucho mientras pinto. Percibo que esa es mi manera ideal de captar el mensaje y aprender. Mientras pinto, dejo que una parte muy intuitiva de mi cerebro haga lo suyo y corporalmente estoy en el proceso de pintar.

 

CC: ¿Nos podrías recomendar algún podcast?

 

SC: Me gusta Pata de Mono, es muy rico escuchar a los artistas hablar de sus procesos e intereses.

 

CC: ¿Qué piensas de la escena artística en Guanajuato? ¿Cuál sería tu diagnóstico?

 

SC: Es un estado donde hay muchísimo movimiento, trabajos y espacios emergentes muy interesantes, y están pasando muchas cosas en el tema artístico y cultural. Al ser un lugar turístico, hay mucho intercambio de conocimientos y saberes. A pesar de eso, no ha desarrollado un mercado del arte, lamentablemente las instituciones no apoyan mucho a los artistas en la monetización. En Guanajuato es difícil ser artista y dedicarte a ello al 100. Es algo en lo que pienso y me causa mucha tristeza, porque en todo el país están egresando jóvenes en artes y hay muy pocas posibilidades de vivir de ello.

 

CC: ¿Qué piensas del arte contemporáneo? ¿Consideras que una obra basta con que se sostenga discursivamente para tener un valor artístico?

 

SC: Puede ser que sí, hay obras que son muy poéticas en las que a lo mejor haciendo algo muy sencillo el artista logra entablar discursos poderosos. Creo que hay obras muy interesantes en todas las disciplinas. Personalmente me gusta mucho la pintura, todas las obras en las que se puede ver la corporalidad del artista, especialmente pintura y escultura.

 

CC: ¿Crees que existe objetividad en el arte?

 

SC: No. Creo que pertenece a un espectro muy relacionado a la sensación. Para mí tiene que ver más con la emoción que con lo “lógico” o el virtuosismo.

 

CC: Samara, sabemos que eres feminista. Con qué corriente del pensamiento feminista te identificas.

 

SC: Feminismo decolonial o interseccional. Me parece que ayuda a entender las capas que nos atraviesan a las mujeres y que dentro del género hay también vivencias o contextos diferentes que nos atraviesan. Pienso que mi pintura no es femenina, sino feminista y el feminismo es un movimiento social, cultural.

 

CC: ¿Color favorito?

 

SC: Es por temporadas. Ha sido morado, verde y creo que en este momento rosa o magenta.

 

Bomba de humo

 

Arena en la Vagina

 

Para Samara Colina el arte y el activismo se han conjugado desde el inicio de su carrera, no solo en la exploración e interés por las marchas y las concentraciones feministas como motivación de sus obras gráficas, sino como sujeto político, a través de la acción directa, la formación de públicos y la intervención del espacio público.

 

Arena en la Vagina es el provocador nombre de la colectiva de la que forma parte: “El nombre surge de la analogía de que habitar esta sociedad tan machista es como tener arena en la vagina. Te pica, te molesta y no te deja ser”, comenta. Se integró hace casi ocho años, y comenzó con diez integrantes, que entre ires y venires, contiene actualmente a seis, y cada una acuerpa y trabaja por un objetivo común desde sus trincheras.

 

 

Desde la colectiva han buscado visibilizar la vagina, dibujándola, realizando talleres de grabado con vulvas, con la intención de voltear la vista hacia ellas sin tabúes, tratando de concientizar a los públicos en torno al goce y el disfrute femenino, que aún se encuentra mitificado y prejuiciado, también educando en torno al conocimiento de la vulva, del útero, de la menstruación.

 

El contexto social de Arena en la Vagina, indudablemente interviene en su carácter y naturaleza, pues desde su nacimiento busca cuestionar y plantar cara a las mentes más recalcitrantes. “Haber crecido en una ciudad tan conservadora, con pensamientos cristeros —parece exageración pero en Guanajuato hay una carga muy fuerte cristera, no solo católica, sino de ultraderecha fascista—, ha implicado hacer una lucha frente a este poder dominante conservador… Hubo un momento en el que nos empezó a dar miedo, porque cualquier cosa que pasaba en la ciudad, una manta o un grafitti, se lo adjudicaban a la colectiva… Hubo momentos en los que tuvimos miedo real”, platica Samara.

 

Y es que al arte y al activismo les componen sustancias similares, que incluyen la pasión, el arrojo y la inconformidad como motores de transformación. Es por eso, que una obra o una manifestación artística, es capaz de conmovernos y humanizarnos, regresándonos un poco (o mucho) de nuestra naturaleza gregaria, de tribu. Es quizá ese uno de los méritos más interesantes de la pintura de Samara y su preocupación por regresarle protagonismo a los símbolos primigenios de las movilizaciones colectivas, presentes desde el inicio de la historia: el rito, el grito, el fuego…

 

Parte de su obra, como “Bomba de humo”, “Atardecer magenta” y “Slam en verde”, está alojada y a la venta en la plataforma  artwks.co

 

 


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