Un cadáver exquisito que explora nuestras experiencias como mujeres
Laura García y Jimena González
pintura Floria González
Como mujeres hemos ido mutando, atravesando un silencio histórico —algo parecido a un vacío— en el que no hemos dejado de buscar respuestas. Sin embargo, ahora las preguntas son muy diferentes: también se han ganado el proceso de la metamorfosis. Nuestro ayer, nuestro hoy y nuestro mañana se definen por las pieles o capas acumuladas en esa historia, escrita desde ese bagaje, y desde donde hemos construido un boceto de nosotras mismas. Al hacerlo, se ha extendido el trazo hasta conectar con otra narrativa, ya que somos mapas de las otras. Este cadáver exquisito reúne las voces, visiones y experiencias de cinco mujeres: Laura García (abogada y activista ambiental), Jimena González (escritora y poeta), Floria González (pintora), Erik Gutiérrez (performer) y Johanna Murillo (actriz y productora). Entre lo inevitable y lo genuinamente provocado, este cadáver nos hace reconocernos en el reflejo de las otras, pues somos parte de un ensamble que se nutre de la colectividad.
¿CÓMO LOGRAMOS DESDE NUESTRO UNIVERSO CREATIVO RECONOCERNOS ENTRE MUJERES?
Por: Johanna Murillo, actriz
Mi labor como actriz es representar personajes, formas de pensar y vivir o, en algunos casos, de morir. Cuento historias y para ello necesito hacer uso de la empatía y la profunda observación de les otres, descubrir en mí la resonancia del mundo interior del personaje por representar.
Contemplar a las otras en mis espacios de creación ha sido mi forma de rebelarme ante el sistema, una manera de madurar y educarme tanto actoral como socialmente. La observación de las diferencias de las otras me aleja de la condena de la autoafirmación, del aburrimiento de ser yo y de la mejor versión de mí —meta tan buscada en estos tiempos—; me libera del peso inmenso y a la vez profundamente narcisista de que sólo yo tengo el poder para ello y, por lo tanto, de que sólo yo importo.
La observación de los procesos ajenos me ofrece la oportunidad de ser muchas yos, al mismo tiempo que se abren caminos para resolver y abrazarme de mil maneras. Sé que tengo el privilegio de rodearme de mujeres que saben mucho más que yo, que se desbordan en talentos y que el valor de sus secretos es inigualable; que el dolor que las ha formado es equiparable al gozo con el que miran hacia un futuro aterrador. La esperanza de sabernos acompañadas nos empuja a seguir imaginando en todos los colores y asi lograr lo imposible. Sólo juntas, en nuestras múltiples formas y creencias, desde nuestras diferencias, podemos mejorar, hacer más espacio, convertirnos en la mejor versión colectiva…
PENSARES DE UNA MUTANTE
Por: Erik Gutiérrez Otto, diva NB del posdrama mexicano
Anoche soñé contigo. Mi cuerpo no era mi cuerpo y tu cara no era tu cara. Por fin te convencías de pensar nuestro contraste como pretexto para amarnos. Dejabas de ser una piedra en mi placer. Te contaba que yo también me había dicho antes “que no, que mejor no”; porque cuesta trabajo creer que sí, que es posible vivir en ternura que se puede expandir la tipología.
Porque entre el cero y el uno cabe el infinito.
Porque entre el “tú” y el “yo” está implícito un plural.
Porque entre la x y la y existe un eje transversal a tus saberes longitudinales.
En el sueño me decoloraba las cejas para parecerme a este nuevo existir, y eso para ti era suficiente. Y de repente el lugar que ocupabas tú, lo ocupaba también yo. Algo en ti aún añoraba aquel matrimonio desgastado que tenías con la tradición. Llorabas por la convicción moribunda de las memorias de todo aquello, pero tus lágrimas llenaban una pileta de agua fresca donde cabían nuestras voluntades ambas.
Porque a veces la traición es necesaria.
Porque la insistencia niega la existencia.
Porque el tiempo pronto composta las imaginaciones de quien se aferra al regreso.
Sin saber bien cómo ni cuándo, comenzaba la primavera. Y juntas sobrevolábamos una hectárea de dudas preciosas por cosechar. Al vuelo nos alcanzaba una flecha y nuestros cuerpos en caída libre se clavaban entre tierra y miedos. Pero nos volvíamos semilla y fuego. Luego raíces y luego rosas…
Porque transformarse es crecer sin límites.
Porque sólo muere quien no se mueve.
Porque cuando hay para carne, es vigilia y estamos a punto de despertar.
ME LLEGÓ TARDE EL AQUELARRE
Por: Laura García, abogada
Me acostumbré a ver que las mujeres solas y en silencio vamos librándola. Pasé mi juventud sin saber que mi abuela ya sabía todo lo que pierdes en el camino y que nunca se lo dijo a mi mamá. Las herramientas para recuperar lo perdido estaban escondidas.
A los 13 años soñaba con ser alguien allá afuera, crecer en mi carrera, y pensaba que para eso me convenía hacer complicidad con los hombres. Las mujeres no llegaban lejos y, por lo tanto, no tenían nada que enseñarme, me parecían en general poco interesantes.
Los hombres, en cambio, compartían conmigo metas similares: ser abogada, tener voz, no quedarme en mi casa —mucho menos cuidando a otros—. Lo único que me preocupaba al verme con ellos era que se iban a dar cuenta de que soy mujer. Nunca imaginé que este problema lo compartía con las que se habían quedado atrás, y mucho menos, que se habían quedado atrás por esa misma razón.
Sin resolver mi dilema fui defendiendo cimi podía mi espacio ganado, a veces elevando con miedo mi voz, otras librando sola y en silencio batallas que pensé que eran propias. No sé exactamente cuándo empecé a ver todo más claro, pero sé que tiene que ver con esas voces de mujeres que, con un poco de suerte y curiosidad, escuchaba y leía. Eran voces que salían a escuchar a lo que el silencio me llevaba diciendo siempre.
El secreto rebelde que nos vamos compartiendo las mujeres fue mi primera herramienta para recuperar lo perdido. No hay nada más transformador que ver tu historia en la de la otra, en la de todas. Se va abriendo una rendija que apacigua los miedos al ponerte en manos de quienes también lo han vivido. Es mucho más fácil volver a tu intuición cuando otra mujer que te admira te la pone en la mano.
Mi complicidad con las mujeres se fue expandiendo rápido y nuestros espacios también, con convocatorias abiertas a mandar a volar todo lo que nos detiene: parejas nefastas, reglas que oprimen, culpas y dudas que invaden. Han sido tan transformadores estos espacios en mí, que con nostalgia me pregunto cómo hubiera sido mi adolescencia con aquelarres como éstos.
Texto por: Jimena González, escritora y poeta en voz alta
No me acuerdo del momento en que conocí a Victoria, pero ella me lo ha contado. Dice que salí de un cuarto con las piernas cortadas, el pecho descubierto y las uñas de acrílico. Dice que ella estaba ácida y me vio como una virgen o un santo. Yo sé que de madrugada, que era noviembre, que posiblemente era jueves, y que me había metido unas 15 pastillas de clonazepam en la tarde.
Ahora pienso en el amor de Victoria como el del ángel que le lleva comida a Elías cuando éste huye de Jezabel, justo después de hacer una oración para pedir por su muerte. El pan y el agua que he recibido de la boca de Victoria han sido lo más hermoso que me pasó. El primer alimento que recuerdo recibir de ella fue éste:
Pero Dixs…
Dixs es mi mejor amigx
porque viene a mis fiestas aunque estés entre los invitados
y te trata con bondad
Te besa la mejilla
Te deja más calmito.
Ese pedazo de pan que recibí de la boca de Victoria me cambió la vida. No es sólo que Victoria escribiera sobre amor y compasión; es que Victoria me trató con la compasión y el amor más grandes que he visto en una persona, me trató con la compasión de Dixs.
Esa ha sido la evidencia más clara de lo que hace la creatividad de mis amigas en el mundo. Para mí, eso hacemos las artistas: mirar a los ojos, empatar nuestro decir con nuestro quehacer.
Pintura de Floria González, pieza que culmina la reflexión colectiva dentro de éste cadáver exquisito sobre la exploración de lo que significa ser mujer día a día y nuestro espacio proclamado.
Laura García es abogada y actualmente radica en Colorado, EU. donde trabaja como directora ejecutiva de Global Greengrants Fund, organización dedicada a financiar a iniciativas de justicia ambiental en más de 100 países del Sur Global. Fue directora de Fondo Semillas de 2013 a 2019, y ha enfocado su carrera en filantropía, feminismo, medio ambiente y derechos humanos.
Floria González es pintora. Nació en Monterrey, Nuevo León, pero emigró a la Ciudad de México desde los 16 años. La obra de Floria nace desde distintas disciplinas artísicas como fotografía, video, instalación, performance y pintura. Es creadora y directora de Floto Studio, donde ha dirigido videos musicales y documentales para artistas como Leonel García, Natalia Lafourcade, Torreblanca, Kaay, Sofi Mayen, Jazmin Solar, Sabino, Alondra de la Parra y Chula The Clown, con la participación de artistas como Matisse, Francisa Valenzuela, Aleks Syntek, Reik, Kevin Johansen y Jorge Drexler. Ha credo los visuales para los conciertos de Leonel García, Natalia Lafourcade, Carla Morrison y Paty Cantú, además de que ha participado en exhibiciones alrededor del mundo.
Jimena González es escritora y poeta en voz alta. Su más reciente trabajo es la canción “Cabras” en colaboración con la banda mexicana Little Jesus. En noviembre de 2020 publicó su último poemario titulado Todavía tiemblo, en LibrosxMomoroom. Los poemas de Jimena han sido publicados en el libro Tsunami, así como en las ediciones Género Feminismos, de la Revista de la Universidad de México. Su obra has sido traducida al inglés en Modern Poetry in Translation, así como al alemán para Natur Poesie. Uno de sus poemas fue incluido en la película Ruido (2022) de Natalia Beristain.
Johanna Murillo es una actriz interdisciplinaria que forma parte del colectivo en contra de la violencia en la industria cinematográfica y audiovisual Ya es Hora. Su carrera en TV despegó con la serie Soy tu fan. Ha participado en proyectos cinematográfico como Obediencia perfecta, Las niñas bien y Amores incompletos, además de producir en cine y teatro.
Erik Gutíerrez Otto es contadora pública de formación, actriz cuando se requiere, además de travesti por convicción. A través de su trabajo, busca generar personajes y experiencias escénicas que cuestionen los imaginarios sociales en torno a la representación. y que visibilicen la manera en que las instituciones económicas condicionan la concepción de lo queer.
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