La contemplación también es un acto de rebeldía. Cuando nos detenemos a observar y reflexionar es cuando las preguntas y las confrontaciones suceden. Tomás Sánchez (1948, Perseverancia, Cuba), pintor paisajista cubano, es un ejemplo de esa rebeldía silenciosa, aquella que ocurre sin alardes y, aun así, gana admiradores. La suya no fue una resistencia frontal, sino una insistencia en mirar hacia adentro.

Perseverancia, un ensayo documental sobre Tomás Sánchez, el documental dirigido por Juan Carlos Martín, revela el contexto atravesado por la Revolución Cubana y por un deseo institucional de reprimir cualquier pensamiento libre, del que Sánchez fue víctima: se le prohibió pintar por un tiempo, como si el impulso creativo pudiera apagarse por decreto. El yoga, y luego la meditación, se convirtieron en una forma de volver a escuchar su pensamiento. Ese hallazgo interior lo llevó a transitar del expresionismo caribeño al paisaje: uno que ya no era geográfico, sino mental.

La pintura se volvió un espacio de autodeterminación. En cada lienzo, el paisajista construyó un refugio que no podía ser vigilado ni censurado. Sus paisajes depurados, casi metafísicos, son el resultado de años de disciplina espiritual. Contraste evidente con aquellos basureros que crea —densos e incómodos—, un ejemplo de una mirada que ha sabido sobrevivir la adversidad.

El largometraje acompaña ese recorrido vital y creativo sin imponer una narrativa rígida. Filmado en Costa Rica, México, Estados Unidos, Cuba, Países Bajos y Bélgica, el proyecto sigue los lugares donde Sánchez vivió, migró o encontró nuevas maneras de mirar. Más que una biografía cronológica, Martín construye una biografía creativa, con la fotografía de Emilio Valdés y Federico Barbabosa, el documental se siente como una meditación en sí mismo, ver cómo las olas quiebran en un muelle, escuchar el crujido al pisar las hojas en el piso, sentir la luz filtrada entre los árboles. 

Quizá por eso Perseverancia, un ensayo documental sobre Tomás Sánchez se siente menos como una recapitulación y más como un reconocimiento: el retrato de un artista que, desde su introspección, logra ser universal. Al final, la película deja claro que el paisaje de Tomás no pertenece a un país, ni siquiera a un tiempo. Es un territorio interno, una manera de existir. Y observarlo —como observar el documental— es sumergirse en una forma de resistencia que nace, simplemente, de mirar con atención.

Perseverancia, un ensayo documental sobre Tomás Sánchez ya está en cines.