Yoshua Okón, el artista mexicano, recibió el premio Montblanc de la Culture Arts Patronage Award en México
fotografía Alberto Rebelo
Yoshua Okón, el artista mexicano, recibió el premio Montblanc de la Culture Arts Patronage Award en México, que se entrega cada año a algún personaje del mundo del arte con una labor sobresaliente en la difusión de la disciplina. Este reconocimiento se conmemora con una colección de plumas edición especial, que se diseña con un mecenas del arte en mente y lleva su nombre. Este año la colección conmemora a Ludwig II, mecenas del compositor Richard Wagner. Platicamos con Okón previo a la entrega de este reconocimiento sobre sus inicios y su admirable labor en SOMA.
Rodrigo De Noriega (RDN): En la entrevista que publicamos en el número 45 de 192, platicabas sobre un momento de introspección cuando estabas en la prepa que te hizo darte cuenta que querías ser artista. Me gustaría retomar esta idea y preguntar: ¿cuál fue ese momento?
Yoshua Okón (YO): Fue un momento en el que entendí que, más allá de una cuestión material, de formas, emociones y sensaciones, el arte también tiene una dimensión social y discursiva. Ya no recuerdo qué fue exactamente lo que provocó dicha reflexión, pero sí recuerdo muy bien ese momento de claridad en el que decidí dedicarme a esto.
RDN: ¿Cómo se fundó SOMA?
YO: SOMA viene de una larga tradición de espacios creados por artistas. Creo que históricamente los artistas hemos sido buenos para detectar huecos a nivel cultural, esos huecos que las instituciones públicas o privadas no logran llenar. La ciudad en los ochenta —cuando empezaba a ser artista—, era muy distinta a como es hoy. Ninguna institución exhibía arte contemporáneo. Estábamos muy cerrados al resto del mundo, por lo que era muy difícil tener acceso a información. Fue de este sentimiento de limitación y de necesidad, que nacieron los espacios de artistas en los noventa. En La Panadería, uno de estos espacios en el que estuve involucrado, creamos comunidad, y una plataforma en la que artistas de mi generación pudimos mostrar nuestro trabajo. Fue una manera de intercambiar conocimiento e ideas, de generar diálogo y tender un puente con el extranjero. El arte es una actividad social que requiere de ciertas condiciones culturales y de cierta infraestructura para su desarrollo, condiciones que hasta ese momento no teníamos.
RDN: Hasta para compartir revistas o publicaciones.
YO: Sí. En esta era pre-internet, fue nuestra manera de relacionarnos. A principios de los dosmiles cerraron muchos de estos espacios, pero quedó un vacío, y después de platicar con otros artistas, muchos de los cuales ahora son parte de SOMA, se me ocurrió la idea. SOMA entonces se conecta con los espacios de los noventa, pero se adapta al nuevo contexto de la globalización neoliberal. Con objetivos muy claros, la idea es que sea un lugar donde diversos actores culturales puedan interactuar. El paradigma actual del arte está muy regido por valores de mercado y eso hace que cada vez haya más énfasis en el espectáculo y menos en discurso y contenido. SOMA busca hacer un contrapeso al ser un espacio dedicado al diálogo y la reflexión.
RDN: ¿Qué características consideras importantes para elegir a los artistas que dialogan en SOMA?
YO: En SOMA hay tres programas. Uno de estos es “Miércoles de SOMA”, un programa abierto al público en general y gratuito, en el que diversos profesionales dan platicas sobre su obra. Y éste es programado por el consejo de artistas de SOMA. En cuanto al programa educativo, para éste se lanza una convocatoria y cada año se forma un comité de profesionales que determina quién se acepta. Todos entran con una beca del 90% y el programa dura dos años. Cada generación es de 12 estudiantes, así es que siempre hay 24 estudiantes a la vez.
RDN: Esto vuelve a SOMA una especie de radar. Actualmente la sociedad está definiendo lo que ser políticamente correcto significa y cómo movimientos así modifican la conciencia de una cultura. ¿Cómo crees que esto se vea reflejado en el arte?
YO: Para mí lo “políticamente correcto” es una sofisticada forma de censura en nombre de una supuesta justicia. Es algo muy perverso, una manera de monopolizar el discurso político que puede ser muy peligrosa. Cmo artistas debemos de ser libres de pensar y expresar más allá del dogma, SOMA valora eso.
RDN: El arte tiene que poner el dedo en la llaga de los fenómenos que causan problemáticas sociales y culturales…
YO: Sí, el arte puede ser una manera de desestabilizar narrativas oficiales; lo normalizado. Estas narrativas por lo general buscan defender intereses privados, es decir, no siempre son en beneficio del bien común. El arte está más alineado con el interés público.
RDN: Y, ¿qué sientes de recibir este reconocimiento de parte de Montblanc?
YO: En realidad, este es un reconocimiento que no recibo a título personal, sino a título colectivo. Si bien hacer SOMA fue iniciativa mía, volverlo una realidad y sostenerlo, ha sido una labor colectiva, es un trabajo de muchísima gente. Así es que lo recibo a nombre de todo SOMA. Y me parece un premio importante, ya que reconocer la labor filantrópica hoy en día es especialmente relevante. Vivimos en una era en donde el individualismo reina, en donde normalmente solo vemos por nosotros mismos, por lo que es fácil perder de vista el hecho de que formamos parte de un ecosistema, y de que al trabajar para este ecosistema, todos nos beneficiamos. La filantropía es un sofisticado nivel de consciencia, de entender que formamos parte de algo más grande que nosotros. De actuar sabiendo que, en la medida de las posibilidades de cada uno, todos tenemos la responsabilidad ética de contribuir a la sociedad. Por lo que me hace muy feliz que SOMA reciba este premio.
RDN: Por último, la edición actual de 192 trata diferentes aproximaciones al tema del ‘Tiempo’ y con eso en mente me gustaría preguntarte: Si pudieras intuir el futuro de las prácticas artísticas, el futuro del arte, ¿cómo crees que sería?
YO: Desafortunadamente mucho del arte actual se ha alineado con la lógica de la cultura de consumo, por lo que no le veo mucho futuro. Me gustaría creer que el arte más relevante del futuro será aquél que cuestione y complique las estructuras de la cultura de consumo. Aquél que vaya más allá de la superficie.
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