
Pequeños Bribones es una plataforma que surge gracias a la iniciativa por dar a conocer el trabajo de artistas nacionales y extranjeros en la Ciudad de México, como extensión de Y-NOT Magazine, una publicación de moda, arte y cultura. La galería expone obras que abarcan distintas técnicas y perspectivas sobre lo contemporáneo, que integran fotografía, vídeo, óleo, y el uso de materiales efímeros.
La intención de este espacio se acerca más a un bricolaje multidisciplinario que a la necesidad de exponer las obras de manera tradicional; por lo cual, la curaduría prescinde de seguir una sola línea temática y se abre a la asimilación y contextualización de artistas en apariencia dispares a través de la libre interpretación.
Esta ocasión, Galería Enrique Guerrero colabora con Pequeños Bribones para exponer Paraísos Artificiales, con el trabajo de cuatro artistas seleccionados con salas independientes, pero que convergen en la necesidad por redimensionar el presente a través los trazos, colores e imágenes que reflejan algo de la cultura pop actualmente en relación con la decadencia de las sociedades industriales.
Chino Solis (México, 1982).
La obra de Chino Solis comprende la arborescencia de significados en el contexto de la posmodernidad. El uso de materiales efímeros es una constante en el trabajo de Solis, el cual utiliza técnicas mixtas e, incluso, elementos tan diversos pero familiares en la cultura pop y del mass media.
Una de sus piezas, titulada Hallazgo Arqueológico (2006), presenta el descubrimiento de una revista de farándula encapsulada en un bloque de silicona, a modo de vestigio y testimonio de las sociedades posindustriales en un posible futuro distópico; así, funge como registro de la cultura pop predominante en Occidente. Esta ocasión expone un cuadro hecho con tabletas antiácido TUMS pulverizadas y una máscara-red de frituras Totis.
Donovan Quiroz (México, 1992).
La fotografía de Donovan Quiroz discurre sobre la potencia del cuerpo retratado y la materialidad del presente, en contraste con los ideales que se esperarían de un encuentro homoerótico y fortuito en la playa. La tenue iluminación y la sugerencia de siluetas siniestras funciona como aliciente interpretativo al momento de observar cada imagen.
Una de sus obras muestra un miembro viril erecto, de frente a la cámara. Lo cual descoloca al espectador y lo pone en una situación de posible incomodad; no obstante, lo agresivo de la fotografía se suaviza con la belleza de los detalles, los colores cálidos y demás elementos que hacen de su trabajo una apacible representación de la carne trémula.
Ivan Renato Valdelamar (México, 1996).
Valdelamar retrata situaciones lúgubres, en ilustraciones de trazo simple y de personajes deformes que contrastan con lo vívido de las escenas representadas: una cena de payasos tristes, un chico que corta flores con rostros humanos. Su obra refleja algo de la melancolía del presente, unido a lo ominoso que puede resultar de las memorias pasadas. Lo que se aprecia mejor gracias al uso libre del grafito sobre papel bond, con una variabilidad en el uso de sombras y detalles que sólo el lápiz permite.
No obstante, lo anterior no es una limitante para el artista, pues decide explorar más allá de la ilustración; esta ocasión, Valdelamar ha realizado un vídeo musicalizado por Tony Solis (fotógrafo), el cual sintetiza parte de su obra.
Ricardo Castro (México, 1977).
La pintura de Ricardo evoca nostalgia por la década de los noventa, en relación indirecta con la cultura pop norteamericana, pues su obra refleja la figura de celebridades decadentes y hasta cierto punto “sintomáticas” de las sociedades occidentales. El realismo de las figuras humanas resalta gracias a la plasticidad del óleo. Así, podemos ver una máquina de videojuegos destruida por el paso del tiempo, todo retratado con gran detalle; se puede observar nítidamente el deterioro natural del arcade.
Una de sus pinturas muestra a una preocupada Sinéad O’Connor, conocida en la industria musical por los temas depresivos a los que aluden la mayoría de sus canciones. Un ícono pop de los noventa que fácilmente podemos identificar en la actualidad.
Paraísos Artificiales estará en vista hasta finales de marzo en Galería Enrique Guerrero (General Juan Cano 103, San Miguel Chapultepec).
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