DÍA, de Ela Minus

Electrónica tocando lugares imposibles

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texto Lucas Martín
fotografía Ana Lorenzana y Danaé Salazar

Despierto un domingo alrededor de las 10 de la mañana con un mensaje recordándome que debo asistir a una sesión de escucha en un par de horas. Me levanto a regañadientes y comienzo lentamente el ritual diario: bañarme, hacer mi cama, recoger la casa y mentalizarme para recibir otro día más.

Me doy cuenta de que estoy nervioso, ya que no tengo mucha información sobre el disco que voy a escuchar ni sobre la artista en cuestión. Lo único que sé es que se trata de un nuevo álbum titulado DÍA, que aún no ha salido, y que fue compuesto por la artista y productora colombiana Ela Minus. No tengo idea de qué esperar.

brazalete y anillo Panthère de Cartier

top ACNE Studios, propiedad de Ela Minus headpiece rgb.archive

 

Llego a la calle de Ámsterdam diez minutos antes de la cita. Me doy cuenta de que la sesión tendrá lugar dentro de la tienda 99 Records, una tienda que conozco desde hace tiempo y en la que he dejado pasar horas repasando su selección de discos. 

 

Rápidamente noto que la sesión no comenzará puntualmente. Mi ansiedad aumenta a medida que llega más gente, y el incómodo intercambio entre personas desconocidas, que están a punto de compartir una experiencia íntima, se hace más evidente. Al cabo de unos minutos, somos conducidos al piso superior de la tienda y entramos en una habitación que no conocía. Es un cuarto amplio, iluminado con una luz tenue y cálida; los sillones son largos y las sillas elegantes y acolchadas. Cada mesa tiene una vela que intensifica el rojo de los sillones. Me recuerda a esos bares sofisticados y acogedores que seducen al transeúnte perdido y lo inducen en un mundo de contemplación, mientras se bebe un cóctel y se escucha música de fondo. La única diferencia es que esta habitación cuenta con un sistema de sonido de la más alta tecnología y calidad.

Ya todos estamos asentados cuando Ela entra en la habitación. Parece algo nerviosa e incómoda, pero su mirada revela tranquilidad y confianza. Al hablar, su voz es suave; no dice muchas palabras, pero todo lo que dice es contundente. Agradece nuestra presencia y que estemos abiertos a una experiencia tan poco habitual. Da algunos detalles sobre las fechas en las que se grabó el material, pero no desvela más información. Dice que prefiere que hablemos una vez que hayamos terminado la sesión. A mí también me parece la decisión más correcta. Nos comenta, riendo, que ella no escuchará el disco, ya que lo ha oído muchas veces, y sale de la habitación.

 

El disco comienza, y siento cómo los drones de sintetizadores, a la vez amenazantes y dulces, empiezan a relajarme. Lentamente, la tensión de mi cuerpo se desvanece, mi mente comienza a rendirse a la música y a la voz de Ela. Hay una tensión entre las frecuencias bajas y filosas de los sintetizadores y la voz de Ela, que transmite vulnerabilidad y añoranza. Las vibraciones bajas me invitan a ahondar más adentro, al origen de la memoria, un regreso a la infancia, al reencuentro con una parte esencial que había quedado oxidada después de tanto uso. Tal vez Ela también volteaba hacia atrás para conectarse con una energía que la impulsara hacia adelante.

Sigo sentado en el mismo cuarto, pero me siento en un lugar distinto, más primitivo, rodeado de árboles y montañas, ríos y niebla, de vida abundante. La música se transforma no sólo en sonido, sino en un espacio en el que sensaciones y recuerdos forman un paisaje, más específicamente, un paisaje interior. La canción termina sin que me dé cuenta, y aunque sólo sea el principio, caigo en la grata realización de que el disco que voy a escuchar supera todas mis ideas preconcebidas.

brazaletes y anillos Panthère de Cartier Clash de Cartier

top ACNE Studios, propiedad de Ela Minus

vestido como falda Comme des Garçons, propiedad de Ela Minus

shorts Nike, propiedad de Ela Minus headpiece rgb.archive

tenis propiedad de Ela Minus

 

La segunda canción de DÍA comienza de manera más directa; la voz de Ela toma el frente desde el inicio, mientras es sostenida por una cama de arpegios y modulaciones. Las primeras frases me golpean de manera intensa mientras Ela canta: “Mother, I’ve been a fool. I let them in even when you said not to listen, went to hell and back and laughed all the way, and now I’m broken.” Esto me remite inmediatamente a un verso de Isolation de Joy Division, en el que Curtis canta: “Mother, I tried, please believe me. I’m doing the best that I can. I’m ashamed of the things I’ve been put through, I’m ashamed of the person I am.” No sólo la letra es similar, sino que ambas canciones comparten una gran disparidad entre la densidad de los textos y el ritmo bailable, que, de alguna manera, resulta alegre. La letra habla de alguien que se rinde, que se da cuenta de que ha estado perdido todo este tiempo, pero la música eleva la sensación a otro plano, como si celebrara esa sensación de estar roto. Tal vez haya algo que celebrar en lo roto, en que, en el momento en que nos damos cuenta de nuestra propia fragilidad, podamos transformarla.

Mi canción favorita es la quinta del álbum, que ahora sé que se llama QQQQ. Comienza con una melodía de órgano llena de nostalgia, evocando una sensación de añoranza. Me recuerda a la música de iglesia. Sutilmente, empieza a aparecer un arpegio que da la sensación de estar descendiendo en espiral. Esta vez, la voz de Ela está más distorsionada, y canta en español: “Yo prefiero que se acabe el mundo”. De pronto, un kick gigante retumba en toda la sala. La canción me lleva a ese lugar tan mágico al que me conduce la música electrónica que más me gusta. Esa sensación de nostalgia, pero al mismo tiempo de éxtasis. La sensación de conexión trascendental combinada con el trance primitivo del cuerpo, una sensación que recuerdo al escuchar grupos como The Knife, Underworld, New Order, o la mejor música trance de los 90, como Europe o Selector Experience. Hay algo único en estos sonidos que desmontan la mentira de que la música electrónica es fría, cuando muchas veces llega a lugares que son imposibles de encontrar en instrumentos tradicionales.

En mi opinión, DÍA es, como toda verdadera obra artística, un salto de fe, una búsqueda de una razón por la cual vivir. Es una obra sobre entrar en contacto con algo que nos trasciende. Es la obra de una artista que, después de la búsqueda, puede voltear hacia atrás y ver todo lo que ha caminado. 

Día ya está disponible en todas las plataformas.

 


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