La creación de un universo sonoro
fotografía Ana Lorenzana
estilismo Alberto Rebelo
maquillaje Ana G de V
pelo Aldo Ek
invitada Ela Minus
video Zunshu
asistente de fotografía Jair Franco
asistente de estilismo Santiago Araico
toda la joyería Clash de Cartier y Panthère de Cartier
Ela Minus es una fuerza de la naturaleza. Su música es poderosa y delicada. Aprecio mucho su talento porque entiendo de dónde viene. No es fácil hacer música tan personal que pueda flotar y polinizar. Ella lo ha logrado con la única premisa de ser ella misma. Nos reunimos en mi estudio para platicar. Nos habíamos conocido unos meses antes y habíamos hablado de sintetizadores y de procesos de grabación. Ana Lorenzana nos invitó un café, y así empezamos la mañana.
collar, brazaletes y anillos Panthère de Cartier y Clash de Cartier
top ACNE Studios, propiedad de Ela Minus
CAMILO LARA (CL): Cuando empezaste a hacer este proyecto musical, estabas en Nueva York y había un “cluster” creativo emocionante. Pienso en Helado Negro, en Ian Chang de Son Lux, había una escena en apogeo. ¿Cómo viviste ese momento de creatividad en Nueva York?
ELA MINUS (EM): Como siempre pasa en la vida, es mucho más claro cuando lo ves en retrospectiva. En ese momento se sentía la comunidad; todo el mundo estaba de buen humor. Conocía la música de Helado Negro, de Ian [Chang], de los chicos de Buscabulla. Todos tenían ganas de crear comunidad. Siempre he sentido que tener gente en la que confías —personal y musicalmente hablando— es muy importante para rebotar ideas, mandar demos o escribir o llamar, y saber si lo estás haciendo bien. Para mí todas estas personas tienen un lugar en el corazón siempre, hasta el día de hoy. Roberto (Helado Negro) me llama mucho de la nada cuando tiene ganas de platicar. Y uno siempre está ahí, se quedó la comunidad, así nos hayamos ido todos de la ciudad.
CL: ¿Crees que sí se creó un “cluster” creativo o eran más bien una serie de personas que estaban llegando a una ciudad nueva y que estaban descubriendo el mundo?
EM: Aunque cada uno estaba haciendo lo suyo, nos dimos cuenta de que todos estábamos haciendo cosas interesantes y empezamos a ser amigos y a hacer cosas juntos. Me gusta pensar en retrospectiva y saber que estaba siendo parte de algo.
brazaletes y anillos Panthère de Cartier y Clash de Cartier
top ACNE Studios, propiedad de Ela Minus
vestido como falda Comme des Garçons, propiedad de Ela Minus
shorts Nike, propiedad de Ela Minus headpiece rgb.archive
tenis propiedad de Ela Minus
CL: Naciste en Colombia, pero saliste de ahí para estudiar, ¿Cómo cambiaron tu vida (creativamente) los años vividos en ese país?
EM: He estado pensando mucho en eso. Me fui de Colombia como a los 18 años. Desde los nueve años y durante toda mi adolescencia en Bogotá, tuve una banda en la que tocaba la batería; era una banda emo, hardcore. A esa edad me fui a Berklee College of Music, en Boston, a estudiar jazz, batería y síntesis de audio. Luego partí hacia Nueva York. Mi proyecto sola lo empecé ahí después de acabar la universidad, después de haber trabajado un par de años construyendo y diseñando sintetizadores y después de haber girado un buen rato tocando batería para otras personas. Fue la culminación de mucha vida de música, además de sentir que ahora sí sabía cómo coger el volante. Había estado tocando la batería para mucha gente, había tenido bandas, estando siempre en el backseat, y en un momento me dieron ganas de manejar yo.
Colombia es parte de quién soy cómo persona, como música, como productora, obviamente, es mi país. Y entre más tiempo vivo lejos, más colombiana me siento —puede ser la perspectiva—. A menudo me pregunto qué música haría ahora si nunca me hubiera ido de Bogotá.
CL: A veces nuestros países te acotan y te quieren poner una huella que no necesariamente es lo que quieres hacer. Creo que salirte de Colombia te ayudó a entender la vida de otra manera.
EM: Claro, me dio perspectiva.
brazaletes y anillos Panthère de Cartier y Clash de Cartier
catsuit Marine Serre vía JET México
falda Comme des Garçons, propiedad de Ela Minus
top Nike gorra ACNE Studios, propiedad de Ela Minus
CL: En estos últimos años de estar viajando y cambiando de estudio, de “set up” de grabación, usando distintos sintetizadores, le terminó dando un sello a lo que haces ahora, ¿no?
EM: Sí. Mi proceso cambió mucho al irme de Nueva York. Todo los años que estuve allá viví sola. Tenía un apartamento con muy pocos muebles y muchos sintetizadores. Todo lo hacía ahí, completamente sola, apagaba el celular por semanas y nadie me molestaba. Conocía perfectamente cómo sonaba el cuarto, cómo sonaban mis sintetizadores —que, aparte, muchos los había hecho o arreglado yo—. Tenía control sobre toda la producción, el sonido, el equipo que usaba y mi tiempo.
Pero desde que me fui (2021), mi proceso cambió completamente —simplemente porque cambió mi contexto—. Tuve que empezar a alquilar estudios en las ciudades en las que estaba, a usar los estudios del label. Inmediatamente fue muy claro para mí que eso cambia el proceso y por lo tanto el resultado. Ya no podía estar encerrada en mi espacio controlado, sino que tenía que trabajar en un estudio donde hay límite de tiempo, donde tienes que usar equipos e instrumentos distintos, aprender rápido el routing de cada lugar para no perder tiempo en eso, etcétera, y obviamente eso cambia completamente la música que haces. Pero también me pareció interesante usarlo como una herramienta de producción.
CL: ¿Siempre tienes claro a dónde quieres llegar o te dejas llevar por el proceso?
EM: Cuando me siento a producir, nunca tengo ni idea de a dónde voy, y durante el proceso lo voy descifrando.
collar Panthère de Cartier topACNE Studios, propiedad de Ela Minus
CL: Cada disco muestra tus obsesiones. Sé que es muy temprano para decir esto de tu nuevo disco, pero del pasado seguramente tenías manías y cosas que te gustaban. ¿Cuáles eran?
EM: Con el primer disco, acts of rebellion, estaba súper obsesionada con tocar en vivo. Justo hablando de mi época en Nueva York, creo que había poca gente haciendo música electrónica en vivo. Los últimos años de la universidad y los primeros de Nueva York, fue muy frustrante ver a mis bandas o productores favoritos con una laptop en el escenario y ya. No tengo nada en contra de eso, pero se empezó a volver frustrante que todo sonaba igual. Tú conoces perfectamente el rango de sonido del chip del computador que tenemos todos; es un rango finito muy distinto al de un sintetizador o al de un bajo. Obviamente, la plétora o los colores sónicos de los instrumentos son muy distintos a un computador, pero era como si todos estuvieran tocando con la misma marca de guitarra. Me frustré muchísimo y empecé a obsesionarme y a pensar cómo hacer música que no venga de un chip de una laptop. Punto. Eso era lo más importante y tenía que poder tocarla en vivo. Ésa era la obsesión principal de ese disco, que limitó mucho la producción, pero que hizo que fuera muy, muy coherente.
CL: Y cuando grabas, ¿haces tus propios dogmas? Seguramente sabías lo que no querías hacer. Además de no utilizar computadoras, ¿qué más no querías hacer?
EM: Tenía un límite de tiempo, entonces me pongo deadlines, fechas límite. Hasta donde haya llegado en esa fecha, ése era el disco. Lo tenía muy claro. No trabajar los domingos tampoco. Tenía muchas reglas del proceso, no sólo los horarios; había un día a la semana donde no escuchaba nada de lo que hacía, por ejemplo. Ya de por sí es imponente la regla de no usar compus y sólo usar sintetizadores. No overdubs. También tenía como regla un mes de vomitar, improvisar, improvisar, grabar todo, y después dedicarle una semana a escucharlo y escoger qué producir. Al principio era muchísimo más dogmática, pero pronto me di cuenta de que no había necesidad de ser tan extrema. Por otro lado, haber hecho esos experimentos me ha ayudado a conocer muchísimo del sonido. He ido alivianando mis dogmas con la experiencia.
“Quiero subir de nivel. Quiero poner un “show” cada vez mejor. Me encanta ese dicho “It takes a village”, y si no quiero estancarme, necesito un equipo y dejar de hacerlo todo yo sola.”
collar, brazalete y anillos Panthère de Cartier vestido Gucci
headpiece rgb.archive gorra y bomber propiedad de Ela Minus
collar, brazaletes y anillos Panthère de Cartier y Clash de Cartier
top ACNE Studios, propiedad de Ela Minus
vestido como falda Comme des Garçons, propiedad de Ela Minus
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tenis propiedad de Ela Minus
CL: Es lo más difícil. Saber cuándo parar.
EM: Por eso muchos de mis principios tenían que ver con el tiempo. Cuando tocaba batería para otras personas, me la pasaba horas observando cómo producían los artistas. Observé y observé. Aprendí mucho estando en el backseat. Me quedaba en el estudio mientras hacían el resto del disco, y eso me hizo aprender mucho qué errores cometían y cuáles son las cosas en las que debes mantenerte alerta. Saber cuándo parar es de lo más difícil, saber cuándo acabaste también.
CL: ¿Y para tu nuevo disco?
EM: Este disco llegó en un momento en que estaba completamente fuera de mi medio ambiente. No tenía una base, no tenía casa, no tenía estudio. Mis sintetizadores estaban regados por todas partes, literalmente por todas partes del mundo [risas], y tenía la presión muy latente de hacer un segundo disco.
¿Cómo lidiar con eso? Todo me pareció una locura. No sé si esto te pasa a ti, esa presión que casi paraliza. Yo nunca había hecho un disco (sola) antes de acts of rebellion. Ese proceso me cambió completamente. Así como todos los EPs que hice antes, los shows que di, los viajes, las giras, el proceso de tocar sola en el escenario —en vez de con una banda—, después el proceso de sacar un disco y todo lo que eso implica, se comió mi vida por completo, ya no era Ela la baterista, o la que diseña sintes, ahora era sólo Ela Minus, punto final. Fue un cambio grande que me he demorado en asimilar y que siento que logré capturar en el disco que viene, en el segundo, toda esa confusión, esas preguntas, quise hacer un disco sobre el momento donde uno no tiene ninguna respuesta, sólo preguntas, angustia, puras verdades, y producirlo desde ahí.
CL: Tocar la batería era tu oficio.
EM: Era mi oficio y mi identidad. De pronto, cada vez empezó a irle mejor a Ela Minus y ya no tenía tiempo para tocar la batería; tuve que empezar a dejar trabajos. Ela Minus se comió mi vida y todo pasó muy rápido.
CL: 2020, ¿no?
EM: Sí, 2020.
CL: No es nada de tiempo.
EM: No, y yo necesito tiempo para asimilar las cosas. También para decidir si quería seguir haciendo este proyecto. Pues al principio no era mi intención hacerlo tan en serio, yo era baterista. Y de repente todo esto, pero bueno, esos años haciendo este disco pensaba: “lo único que tengo que hacer es sentarme a trabajar todos los días; no importa dónde esté, no importa qué esté sintiendo, siéntate a trabajar ocho horas y con el tiempo va a salir un disco”. Ése era el dogma del disco que viene.
collares Panthère de Cartier vestido Gucci headpiece rgb.archive
gorra y bomber propiedad de Ela Minus
CL: Hay una canción que particularmente me encanta. Es como “R, R, R”, o “C,C,C”…
EM: “Q, Q, Q, Q”. Es confuso, lo sé.
CL: Hay cosas que se sienten o captan a la primera. La energía no es la misma cuando la intelectualizas y haces algo muy pensado, a cuando encuentras una primera toma…
EM: De ahí nace mi dogma de tocar en vivo. Los años después de la banda estuve obsesionada con el jazz y con cómo hacer para estar presente al improvisar, que es cuando sucede la magia. Lo más importante en la música es tener esa magia que sucede durante la espontaneidad.
CL: Cuando terminas de grabar las cosas, ¿regresas a ellas? Este nuevo disco, por ejemplo, ¿lo sigues oyendo, es algo que te sigue persiguiendo?
EM: Me estoy conteniendo. Sé cuánto tiempo voy a tener que vivir con este disco, cuánto tiempo lo voy a tener que tocar en vivo, todo lo que voy a tener que hablar de él. Pasa tanto tiempo entre que acabo un proyecto, sale y lo empiezo a tocar, que siento que hay que cuidar el amor que uno le tiene.
CL: Yo termino odiando los discos y no los oigo nunca más.
EM: La verdad es que no puedo escuchar ya mi primer disco; los EPs tampoco. No puedo, te entiendo. Te cuestionas todo: “¿por qué lo mezclé así?” “Es horrible esta mezcla”. “Qué son estas decisiones”.
collar, brazaletes y anillos Panthère de Cartier reloj Panthère de Cartier
top Givenchy vía JET México pantalones propiedad de Ela Minus
guantes Alexander McQueen vía Farfetch
CL: En estos cinco años has hecho los discos, los EPs y has tenido muchas colaboraciones.
EM: Empecé en 2018, acts of rebellion salió en 2020 y no he parado. He tenido muchísimo trabajo, conciertos en vivo y colaboraciones. Ahora, mirando para atrás, digo: “era muy joven, ya no tengo la energía ni el aguante”. Y mucha inmediatez al principio: hice cuatro EPs mientras estaba de gira, mientras colaboraba con otras personas. Ha sido mucho.
CL: Es muy difícil hacer todo el trabajo una sola persona: componer, producir, dar entrevistas, hacer los videos, etcétera.
EM: Muchísimo. Y es mucho input, además de opiniones, de reacciones, incluso definiciones de quién soy como música, de otras personas. Es demasiado ruido e implicó un gran trabajo para limpiarme de todo eso.
CL: Por supuesto. Y es muy fuerte.
EM: Es muy fuerte. Con este nuevo disco no quiero hacer tanta prensa, sólo con personas que siento que también me pueden dar algo. Al mismo tiempo, en este mundo siempre está la noción de que uno debería estar haciendo más.
CL: Sí, como un “FOMO” eterno.
EM: Y comparándote con los otros. Además, están los extras del trabajo, como la prensa, las redes sociales, que quitan mucho tiempo y energía. Y como músico, eres sensible y todas esas interacciones te afectan. A cierto nivel incluso afecta tu música.
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CL: Y es que cuando vas a sacar disco, tienes que ponerte en forma, mental y físicamente. Porque la gira es agotadora, la viajada te mata, las entrevistas, los conciertos, los “soundchecks”. Es aniquilante. Tienes que estar en buena cabeza.
EM: Totalmente.
CL: ¿Ya estás preparada para eso?
EM: Vengo de pasar un mes en Londres preparando todo, incluso ya tuve los primeros shows y estoy emocionada. Me encantó el proceso de montar el en vivo, pues tenía muy claro qué quería hacer, me tomé mi tiempo, encontré el equipo perfecto, ensayamos muchísimo, y se ve la diferencia, el leveling up. Se siente que me cuestioné y eso me hizo empujarme más a ser mejor. Con los EPs y con acts of rebellion todo fue pasando tan rápido que no había tiempo de prepararse; sólo de decir que sí e ir resolviendo en el camino. Ahora es distinto, todo tiene más intención.
Me ha ido enamorando cada vez más el craftmanship que es hacer un disco. Yo, sola, en su totalidad. Es un trabajo precioso y que exige muchísimo. Llevo toda mi vida en la música, pero la gran mayoría en escenarios en los que me he obsesionado con la producción y con el arte de hacer discos, que es como un statement más grande y atemporal. Con el nuevo disco, siento que pasé a un nuevo ciclo como productora y como música.
Tenía un poco de tedio de llegar a este punto del disco acabado y empezar a salir al público, a montar el show. Fue raro darme cuenta de que mi amor por el en vivo se había corrompido. Los festivales me tenían deprimidísima. Estamos en un momento muy oscuro de la música en vivo. En 2021 toqué en los festivales más grandes del mundo y fue como: “¿en serio? ¿Los festivales más grandes del mundo son esto y los headliners están haciendo esto?”
CL: Se siente como que estás yendo a un “mall”.
EM: Absolutamente. Y entonces cuestionas: “yo no sé si quiero ser parte de un mall o no sé si esto es lo que realmente quiero hacer”. Me desanimó tocar en vivo y solamente quería hacer discos. Sin embargo, después de este verano, donde tuve los primeros conciertos del nuevo ciclo en Sónar (Barcelona) y un par de shows en Reino Unido con Underworld, donde pude estrenar la música nueva, con el show nuevo, con intención, tomando riesgos e intentando hacer cosas originales y distintas… fue precioso. Me sentí entrando en un estado de adrenalina donde no importaba nada. Estás contento, concentrado, trabajando, las cosas funcionan y, sobre todo, el show suena bien y percibes que las personas sienten cosas estando ahí contigo. Es emocionante cuando todo está funcionando y no se trata de solucionar problemas, sino de tocar música en vivo, de hacer un show. Esa adrenalina me devolvió la emoción.
CL: De los conciertos y de tus discos siempre te vas a acordar. Con los años, los discos se convierten en lo más importante. Nunca viste a Donald Byrd o a Charles Mingus, pero ahí están sus discos y eso es el legado que dejas.
EM: Claro, y es un trabajo que te exige mucho más como artista. Cuestionarte quién eres y qué quieres hacer porque vas a dejar un disco para siempre. Con la edad me he dado cuenta del compromiso que implica hacer un disco, no singles, ni un EP, sino un disco. Requiere mucho, y cada vez hay menos. Para mí es muy importante tener la capacidad de hacer un disco y que todas las canciones sean coherentes, que diga algo, que sea honesto… Es un reto que exige mucho de los músicos.
CL: Y sin duda desdoblarlo en vivo se vuelve súper interesante.
EM: Sí, pero también se vuelve una extensión, creas un universo y haces que ese universo crezca en el en vivo. Crece el arte, el cómo se aprecia la estética, cómo te ves tú en ese momento. Se me hace muy interesante que ésa sea la base y después la creces para que sea un todo.
Camilo Lara y Ela Minus
Camilo Lara es el Instituto Mexicano del Sonido. Músico, productor y compositor para películas y series.
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