Alejandro Jodorowsky

13 años más tarde

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Texto: Yannina Thomassiny
Fotografía: Luis Rosales Uribe

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La nueva generación —por llamarla de algún modo— tiene como integrantes a muchos, quizá demasiados, fanáticos de Jodorowsky: jóvenes que, aunque curiosamente no han tenido el placer de asistir a la premiere de ninguna de sus películas, le rinden pleitesía y fervor. La mente libre de este escritor transmite un mensaje sanador que no se queda por encima de la piel, sino que cala hasta los huesos. Quien sigue a Jodorowsky, lo seguirá hasta después de su muerte.

Estamos hablando de un cineasta que abandonó este arte por más de 13 años y que aun así continúa vigente, siendo perseguido e idolatrado por las masas. En la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, los seguidores del chileno se olvidaron del recato y la seguridad del lugar, recurriendo al famoso ‘portazo’ en el auditorio que lo acogía, con tal de escuchar sus palabras. Así como hay ciclos Woodianos, hay una infinita inspiración alrededor de las películas y libros de Alejandro. No sólo en México, Chile y París, sino qu­­e en el mundo completo se sabe quién es el creador de la Psicomagia. Quizá fue por eso que el mismo Marilyn Manson le pidiera a Jodorowsky que oficiara su matrimonio con la modelo y bailarina de burlesque Dita Von Teese, en una ceremonia que hizo alusión a una escena de La Montaña Sagrada: él, vestido todo de blanco con un sombrero de ala ancha y zapatos de plataforma, representando al maestro alquímico que une sus intelectos con los elementos de la naturaleza. A los lados, Manson y Von Teese, vestidos con atuendos bastante barrocos, por no llamarlos churriguerescos.

Alejandro es un personaje multidisciplinario, cuya carta de presentación se ha convertido en un auténtico trabalenguas. Cada vez que algún entrevistador habla sobre lo que ha hecho Jodorowsky, pierde la mitad de la entrevista en comentar la cantidad de posibilidades creativas que ha explorado y que continúa hasta el momento realizando. Pero, ¿a qué se debe este clamor por el autor chileno? Es un hecho que la libertad impacta; no todo el mundo sabe ser quien realmente quiere ser, y de esta manera, leer, ver o escuchar la vida de Alejandro, se ha convertido en un parteaguas para quienes adoptan un espíritu tan desenfadado y sin ataduras. Pasó de ser el famoso cineasta que utilizaba litros y litros de pintura roja en sus películas —y que incluso fue expulsado de México por sus contenidos trasgresores—, a ser el maestro Jodorowsky, en toda la extensión de la palabra. Nos gusten o no sus propuestas, podemos decir que, igual que Freud y Jung, ha aportado nuevas corrientes al estudio de la psicología: la genealogía y la psicomagia.

Su carrera comenzó una vez que decidió abandonar Chile y recorrer el mundo con su arte. Convencido de que su pasión no estaría regida por sus intereses económicos, se fue del pueblo que lo vio nacer y huyó del yugo de su padre, el cual jamás fue una figura amorosa o comprensiva en lo absoluto. Tengo la teoría personal de que la dureza de su padre y los traumas que vivió a su lado crearon al loco maravilloso que ha sido Alejandro durante toda su vida. El no repetir los actos del mismo y sanar lo que vivió a su lado, lo llevó a una elevación espiritual muy especial. A los 22 años, enamorado del surrealismo, se fue a París a buscar a André Bretón. Al arribar, lo llamó a las tres de la mañana y le dijo que venía desde Chile para salvar al surrealismo. Bretón no le creyó y le sugirió llamar al día siguiente. Alejandro siempre pensó que si André hubiese creído fielmente en el surrealismo, lo habría recibido. ¿Qué era más surrealista que esa llamada? Eso lo orilló a juntarse con Arrabal y Topor para fundar el Teatro Pánico.

La parte más interesante de su historia comenzó con la profesión de mimo, que aprendió directamente de Marcel Marceau, uno de los más grandes de este género. Esa pasión fiel por hacer lo que le place y por realizar arte que sana es lo que lo ha posicionado como un personaje que se recordará, con mucho cariño, en la historia del mundo.

En cuestiones literarias, Jodorowsky es un escritor prolífero: tiene más de cuarenta libros y ensayos en su haber. Sus ideas firmes, claras y entusiastas llenan de esperanza y felicidad a quien lo lee y, sin afán de restarle mérito a los ideales que transmite, se podría decir que Alejandro es una versión fina, underground y libertina del tan odiado género de superación personal. Me imagino que en un futuro, habrá personas que incluso lo seguirían como religión, y esto no es una idea del todo descabellada. Quizá en un futuro existan los jodorowskianos, que practiquen sus ideas como ley de vida. Lejana no está esta situación: ningún lugar es lo suficientemente grande para que todos los fanáticos del tarotista tengan cabida; a donde llega, hay lleno total. Con ningún director más sucede esto, Alejandro mueve masas como una luna llena iracunda y esplendorosa.

Comunicólogos, performanceros, estudiantes de cine, filosofía y uno que otro colado, afirman que Santa Sangre, La Montaña Sagrada y El Topo cambiaron sus vidas. Esos tres filmes determinaron el camino de Jodorowsky como el maestro lleno de sabiduría ancestral que es actualmente y cuyo único afán es liberar a todos los seres humanos de las ataduras que el árbol genealógico, la sociedad y el deber ser implican.

A Jorodowsky o se le comprende o se le odia, se le adopta o se le rechaza, se le idolatra o se le ignora; es un formulador de arte que despierta pasiones que rebasan la línea de lo que está considerado como normal. Sus actos psicomágicos son la antítesis de la psicología: el ser humano llevado al extremo con tal de superar sus peores traumas; situaciones donde el qué dirán y la vergüenza pasa al último plano. Escritores, actores y personajes importantes de la política los han realizado y estos han sido tan trascendentales en su existencia que incluso han escrito libros sobre dicha experiencia.

La Danza de la Realidad, su más reciente película, está protagonizada por sus primogénitos Brontis y Adán. Ésta fue la que lo trajo a México en esta ocasión, para enseñarle a uno de sus públicos más queridos que a sus 84 años sigue haciendo filmes transgresores y poéticos en todos los sentidos. El largometraje es un acto psicomágico para él mismo: “en ella me libero de mis traumas familiares y supero el daño que me hizo mi padre por ser tan frío y hostil”. Jodorowsky afirma que es el mejor filme que ha realizado, pues está lleno de amor y compasión. También criticó fuertemente al cine hollywoodense durante su estancia en Morelia: “sólo busca ganar dinero y derrochar en publicidad. Vi Avatar, que costó millones de dólares y no recuerdo una sola escena; en cambio jamás olvidaré esa imagen de un ojo cortado en El Perro Andaluz”. Agregó que su afán no es volverse millonario por medio de sus obras, sino generar imágenes que jamás se separen de la mente de quien las vea, piezas que se vuelvan parte del imaginario de cualquier individuo soñador.

Alejandro Jodorowsky, el tarotista, psicomago, inventor de la anomancia, fuente de inspiración, sacerdote de la boda de Marilyn Manson, escritor, padre de cinco hijos, caricaturista, director de teatro, ajedrecista, amante de los gatos, incluso cómico y ganador de innumerables premios y seguidores en las redes sociales, es alguien que merece la pena conocer en cualquiera de sus facetas.


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