Tul, botas vaqueras. Una chaqueta de piel con hombreras-monederos. Una instalación llamada Prêt-À-Patria en la que retumba desde sus centros el verde militar. La semana de la moda en Nueva York y el año de la pandemia en la galería kurimanzutto de la CDMX. Ese pentagrama catártico, referencias e infinito de imágenes describe el trazo de trabajo de Bárbara Sánchez-Kane y es, al mismo tiempo y de muchas maneras, un tanto reduccionista.
Reduccionista porque si algo ha dejado en claro la carrera de esta creadora hasta ahora —iniciada en el año 2016 luego de un proceso de búsqueda personal que la llevó a optar por la moda como vehículo de expresión—, es que la deconstrucción es una constante sobre la que se erige su propuesta. No solo discursivamente (una de las aristas —que no única— de su trabajo ha sido cuestionar los roles de género), sino en su accionar: desde la forma en que trabaja las piezas a la manera en que desarrolla éstas en su propio concepto de temporalidad, una cosa es cierta: poco es predecible en la forma en la que trabaja.
Un discurso y Bárbara
Deconstruir: ¿cómo en tiempos como estos? Es inevitable aceptar que de la noche a la mañana nos hemos acostumbrado a que el diálogo —que tal vez en algunos años entendamos como definitorio del espíritu de este tiempo que vivimos— está más que nunca relacionado con la resonancia que tiene en nuestras vidas la manera en que nos ajustamos o nos emancipamos de las proyecciones genéricas. ¿Proyecciones genéricas?: exacto. En dónde y cómo habitamos los espacios y performamos lo que somos. Más allá, pero al mismo tiempo, en concordancia con lo que somos.
“Caos emocional con un estudio de mexicanidad y de queerness”, contesta a una pregunta que pondría a muchas personas en jaque. A ella no, su temperamento podría catalogarse como intempestivo: contesta sin dudar, y ello es, de alguna manera, una consecuencia de lo caminado hasta ahora. Después de todo, en este momento es una de las creadoras que más han llamado la atención de la prensa internacional en cuestiones de moda y ahora de arte. Desde México, con todo lo que ello implica.
“Es como una terapia. Siempre digo que mi trabajo es como una terapia en 3D. El primer paso de Bárbara tanto como diseñadora y artista es entender(me) para poder explorar otros campos”, dice Sánchez-Kane sobre la manera en que concibe su proceso de trabajo. Lo hace mientras, al momento de ser entrevistada, se prepara para presentar su trabajo en la muestra Nuestrxs Putxs de la galería Human Resources, en la que será la edición de Gallery Weekend 2021 de Los Ángeles, California.
Ahora, el espacio de proyección ha tomado nuevas dimensiones y con ello, trae nuevos cuestionamientos.
Espacio y páginas
Sánchez-Kane saltó de un lado a otro con una maniobra a velocidad centella: de verla en las editoriales y páginas de revistas como Elle o 192 (sí, exacto), se catapultó a las secciones dedicadas al arte de los mismos medios, nacionales e internacionales. Un cambio de página que no se logra fácilmente cuando no tienes claro cómo podrías definir tu trabajo. Ella lo sabe, lo dice claramente: “caos emocional”, y con ello confirma la energía que conlleva un proyecto como el suyo y, de alguna manera, nos deja ver que se confirma a sí misma.
Una energía que, podría decirse, ha estado relacionada con procesos de profundo dolor, uno que incluyó tratar un cáncer de ovario poco tiempo antes de terminar la carrera de Ingeniería Industrial y justo antes de estudiar Diseño de Moda, una infancia feliz, pero en la que considera haber sido muy retraída.
“Mucho tiempo estuve deprimida, y me di cuenta en mi vida adulta de todo lo que viví. Tuve una infancia muy bonita, tengo unos papás increíbles, amistades y todo, pero estuve muy reservada [sic], porque pensaba que lo que pensaba [sic] era imposible de hacer o, para qué servía este pensamiento. Estuve bastante deprimida por años, por años. Entonces ya cuando dices, ok, realmente puedes materializar, llevar a la realidad: está chido eso. Pero son años de trabajo. Decir: aquí estás, sí se puede. Y pues luchar con esa depresión”.
Hoy, la lucha implica procesos distintos pero que la siguen vinculando a sus inicios como diseñadora: “la ropa juega un papel primordial en la construcción de las identidades de género”, dice a manera de explicación de la pieza Patria-à-Porter (kurimanzutto, 2021). La pieza —guardando las distancias que permite una descripción escrita—, es una sucesión de cuerpos-maniquíes interconectados por la boca y el ano que asciende verticalmente en una especie de asta bandera. Todos, vestidos con piezas indumentarias con evidentes referencias militares. La pieza se completa con un performance en el que un grupo de personas llevó a cabo una especie de desfile acorde a la usanza militar: una video instalación escultórica performática o todo eso. Y más que eso. O tal vez nada.
El arte ha estado siempre presente. La moda también. Ahora, una concatenando a la otra: arte y moda que hacen de esta apuesta de kurimanzutto (y evidentemente de Bárbara) una por demás reveladora: en el año que nos encerró en nuestros propios espacios, la reflexión sobre la indumentaria, su carácter plástico, su naturaleza efímera y cambiante, así como la traspolación de todos estos elementos nos obligan a reflexionar sobre nuestras identidades asumidas y la performatividad inherente a cada una de éstas. Seamos artistas o no: todos, todas, todxs, todis, tudis: performamos.
De arriba abajo: Llamadas sentimentales (bronce y cuero), Amor en los tiempos de SK (resina, metal, condón, cuero) Barbie Bull (bronce y cuero)
Zapato rallador de queso, 2019. Cuero, madera y metal. Palais de Tokyo dentro de la exhibición Prince·sse·s des villes.
Hielocos arqueoeróticos, 2021. Poliéster, resina y pigmentos translúcidos.
“Este corsé lo activé con un performance; es el molde de mi cuerpo”.
Cuerpx, 2019. Resina y fibra de vidrio. Palais de Tokyo dentro de la exposición Prince·sse·s des villes.
Amor entre cucas. “La foto muestra las pruebas de impresión de las 50 cucas que instalé en la exhibición Prince·sse·s des villes en Palais de Tokyo. Cuca en Yucatán significa vagina. Fue un proyecto en colaboración con la fotografía de Dorian Ulises López Macías, y el estilismo de pelo de Mariana Palacios. El casting lo hicimos online”.
“Con la moda tengo una relación de amor y odio. Ahí está mi ego completo, siempre lo he dicho”, dice apropósito de la pieza, a través de una entrevista que hacemos por Zoom a dos días del opening de la muestra, la constante en estos tiempos de pandemia y confinamiento. Un Zoom desde Los Ángeles donde ahora prepara Nuestrxs Putxs luego de un periodo de reflexión obligada en el que no sólo dejó de producir su línea de ropa —debido al impacto que tuvo en la compra de ésta el trance económico de 2020— y encontrar una línea nueva.
“No necesitas ser pintor para pintar. Hay un lienzo, hay pinturas, o ni (siquiera) pinturas: hay una pinche pared ahí blanca. Y lo que quieras, con cualquier cosa se puede pintar”. Bárbara comenzó este periodo pintando paredes luego de una invitación expresa de una amiga cercana. Con la pandemia encima, confinada en su natal Mérida, Yucatán.
Silla, 2019. Acero y pintura electrostática.
“Para lograr visualizar esta silla jugué con cortes en cartón del logo Sánchez-Kane. Esta formó parte de los ejercicios que hago todos los días, que pueden ser de 5 a 10 minutos”.
Intuir y ser templo. Y queer, además.
Un proceso, si bien intuitivo, que es también una confirmación de su resiliencia: Sánchez-Kane ha llegado a querer dejar su marca. Pero aquí sigue. Ahora, con una propuesta que además la conecta con uno de los pilares que más importan en su vida y que ella reconoce como pilares. Su participación en Nuestrxs Putxs tiene que ver con su idea de “templo” pero, como todo lo que hace, está íntimamente relacionada con sus sueños.
“Para mí el primer templo que conozco es mi familia, mis papás. Esta pieza justo es un autorretrato con mis papás. Se llama Hije de Sánchez y Kane. Está mi papá, mi mamá y mi cabeza en un plato de perro con una Polly Pocket que se abre y me están cuidando mi futura obra. Entonces están diciendo: “esta obra se va a realizar”. Están ahí, protegiéndome para que pueda seguir creando”, dice. Ahí surgen sus piezas: “en los sueños. No los apunto, siempre digo que si no los recuerdas, no eran para ti; nunca los apunto”, concluye.
Esta especie de “templo queer” (propuesta original por parte de la galería) es la antesala de un calendario de trabajo que tiene pendientes muchas cosas para el resto del año. Bárbara tiene la intención de terminar una colección nueva para presentar en este 2021 y será, a decir de ella, producto también de todo este proceso vivido en su tiempo fuera de las pasarelas. “Es que la ropa también es un elemento principal. Y ese estudio de ropa para hacer escultura me ayuda a entender la materialidad de la colección que va a venir. Estos estudios que he estado haciendo este año”. Esperar: por lo que venga, nos toca esperar el sortilegio.
Lo que queda
No ha sido un proceso sencillo, en medio de todo también ha habido un ejercicio en torno al miedo. Con todo y ello, una cosa es clara: “está bien sentir miedo: lo siento, lo identifico, […] pero hay que moverse. Es lo que tenemos que hacer como seres humanos”. Un miedo que, además, es producto de las dudas que en su momento sintió en torno a la mera posibilidad de estar del lado de quienes crean: “Al chile [sic], pon tú, cuando empecé. Segunda carrera, empezar a los 27. Tenemos este estereotipo de que ya a los 27 somos unos señores. Tenía esos insertos del sistema hetero centrado: no me casé, soy mujer, no tengo hijos, me está yendo mal en la chamba, estoy haciendo cosas que ni sé si van a funcionar. Obviamente lo único que te queda es la intuición: es seguirla y decir: ‘hay algo aquí dentro de mí’”.
“El perro es mi autorretrato. Nació a partir de dos poemas de SOLRAC y fue la primera vez que tomé registro de mi cara.
La intuición trajo consigo, además de un nuevo entorno desde dónde entender, también un personaje que de manera directa le conecta con los pilares que ya hemos mencionado: ese eje de exploración desde la deconstrucción y al mismo tiempo, su familia. Los entrecruces son infinitos, pero estos vasos comunicantes en la mente de Bárbara son sin duda parte de lo que la ha llevado al lugar en el que está.
“Para perder el miedo a crear, a dejarte ir, […] es cuando Solrac nace. Masculino. No, qué masculino. Es el macho sentimental”. ¿Solrac?: su alter ego. El nombre de su padre al revés. AL REVÉS. Un hilo de conexión que además le ha brindado un mapa que, de nuevo, cruza por su templo, por los pilares desde los cuales se construyó. Una reversa de conceptos tejidos desde lo personal: voltear un nombre. Decía en vida Alber Elbaz —acaso también un personaje que nos hizo recontextualizar la manera en que entendíamos la belleza y lo contemporáneo– que cuando alguien cambia su nombre, cambia su destino. De Carlos, su padre, a Solrac, su alter ego, hay un ejercicio de revisión de lo que considera como base. Su macho sentimental, ése en el que tantos ojos han puesto atención y que no deja de ser una veta de trabajo con un tema como centro desde el que puede disparar a todos lados, sobre todo en estos tiempos de tanta revisión sobre eso que entendemos como género. Y, sin embargo, hay también una vuelta: otra vez: un revés: el más sencillo acaso. “Mi papá siempre me habló de Solrac ¡era su seudónimo! Creo que fue más para intentar encontrarme sin ponerle tanta presión a Bárbara en todos los sentidos; de trabajo, de sexo y de visión sobre las mujeres que me gustaban. Empezó como un performance de resistencia”.
Qué entender: qué cambiar
¿Pero qué es lo que Sánchez-Kane entiende como género? No sobra nunca una pregunta así; menos en este contexto. “Hablando con mi amiga Susana Vargas, lo primero que concebimos es que queer es la apertura al cambio, la apertura a escuchar. Somos parte de este sis-tema, nacemos con muchas ideas insertas en nosotros, con las instituciones, cómo nos atraviesa la institución y cómo decir, ok, tengo este conocimiento que insertaron en mí, pero también estoy abierta al cambio, a escuchar. Si estás abierta al cambio […], lo comprendes, desde el amor”, apunta.
Caos e intuición y miedo y deconstrucción: obra. “Creo que mientras puedas plasmar esos miedos y ya no ser el observador sino el observado, esas relaciones de poder, dejar ir esos miedos justo en el mundo, (entonces) ya le pertenecen a alguien más. Ese laberinto ya no es mío, para que el observador lo posea”, dice sobre lo que viene luego de unir los puntos, cuando estos ya son algo, una pieza y momento del cruce. “Hay algo dentro de mí que me dice: keep going”, concluye.
Al momento en que esta historia se escribe para llevar a imprenta, la pieza Hije de Sánchez Kane ha sido presentada en Human Resources con una respuesta extraordinaria: más de 800 visitas en los primeros días y contando. Todo, en un año más que convulso, uno en el que no hemos dejado de cuestionar la pertinencia de los conceptos con los que nos hemos construido y ahora, comenzamos a deconstruirnos, a partir de eso que entendemos como entorno. El arte y la moda no han escapado a ello. La vida tampoco. Si algo ha sido una constante en este tiempo ha sido un ejercicio brutal-paradójico-emocional de reflexión que tiene que ver con nuestra relación con el espacio en que vivimos y el tiempo que conjugamos. Lo que vemos y lo que habitamos: desde un suéter hasta una escultura: una imagen. Y ahí, en ese azar cotidiano, el trabajo de Sánchez- Kane se apersona y cuestiona: desde sus líneas y hasta sus resultados. Toda ella: ahí.
“No, no me puedo morir, tengo tanto que hacer todavía. Finalmente todas estas cosas por las estuve luchando están fluyendo. Antes no le tenía miedo a la muerte, hoy sí le tengo miedo: no me quiero ir”.
—Bárbara Sánchez-Kane
Hablar de una artista, tratar de retratarla, oírla y luego intentar traducirla es un salto mortal frontal a un vacío que a veces, cuando hay suerte cargada a quien le toca hacerlo, termina en páginas de couché. Mejor aún: tener la posibilidad de que tal atrevimiento, de manera performática y materialmente perversa termine con sus propias palabras (las de la artista): que no son de quien escribe esto, que no ocurrieron en entrevista, que no fueron dichas y que sucedieron en otro espacio, ese galería virtual de las redes sociales son parte de un texto que completa circular y perfectamente una pieza que resuena porque todxs somos #NuestrxsPutxs.
Bárbara Sánchez-Kane (a cuatro manos y dos mentes, junto a Solrac) dice (como leído en IG, acaso la más omnipresente galería de arte):
It’s my right to reply to the sentimental intimidation of the collapsed world
Fondness and pain of past constructions with the tools we had
Now I use all that was buried of me or left in the ashtray Of what was agreed in silence
The available roles
Even if my little finger still hit the feet of your bed Even if you still hear my teeth cracking at night
Making my body your feast.
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