Brenda Osnaya

Ella es tenaz, dúctil y brutal

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texto Danaé Salazar
fotografía Perla Támez

2010: Brenda Osnaya, campeona de patinaje de velocidad, sufre un accidente automovilístico que le impide volver a caminar. Sueño y vida trastocada: la omnipresencia de una discapacidad.

 

2020: Año de pandemia, año de pérdidas. Muere la madre de Osnaya. El golpe más fuerte a su vida no fue el accidente que mermó sus sueños hace 10 años.

 

2021: Una meta, los Juegos Paralímpicos de Tokio.

 

La perseverancia se ha convertido en su credo. Brenda lucha, insiste, saca la garra de no sé dónde y, si se cae, se levanta y lo vuelve a intentar… todas las veces que sea necesario, una y otra vez. Ella es tenaz, dúctil y brutal. Una atleta en un proceso de reinvención que parece inacabable. Su propia vida ha sido una batalla en la que, por fortuna, perder o ganar es decisión de ella misma. Y Osnaya ha decidido ganar.

 

Actualmente Brenda tiene 27. Desde los ocho, cuando empezó con el patinaje, su trabajo como atleta no se ha detenido. El accidente trajo la discapacidad y con ella un cambio de vida, pero no de sueños. Pocas personas conozco que tengan la fuerza mental y física de Brenda. Ésta es su historia y un cachito de su corazón.

Danaé Salazar (DS): En la vida de todos siempre hay un antes y un después, un momento que te marca y que te obliga a dar un vuelco. Para ti, el accidente fue ese momento…

 

Brenda Osnaya (BO): Muchos pensarían que ese parteaguas del que hablas fue el accidente y de cierta forma sí, hasta el 21 de noviembre de 2020 que perdí a mi madre. Eso ha traído y seguirá trayendo muchos cambios, y ahorita me encuentro rehaciendo mi vida, reinventándome y sacando ese lado resiliente… dentro de lo que puedo, porque estoy pasando por un duelo. Hasta hace dos meses me encontraba bastante bien, la pausa obligada que marcó la pandemia me sirvió, incluso, como un descanso porque llevaba un ritmo muy fuerte preparándome para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.

 

El accidente que sufrí hace 10 años y la muerte de mi madre hace unos meses han sido lo más fuerte que me ha tocado vivir. Pero curiosamente, cuando tuve el accidente, no siento que haya pasado por un duelo común en el tema de negación y de depresión. Lo de mi madre me colocó en otro sitio.

 

DS: Pocas situaciones nos orillan a hacer algo distinto y radical con nuestra vida. Tu relato y tu fuerza son impresionantes, no hay otra palabra para explicar la vuelta que le has dado a tu propia historia, llena de situaciones que a cualquier otro lo derrumbarían.

 

BO: Creo que se juntan varios factores para que una persona sea resiliente. Uno de ellos es el perdón, que es un valor humano. Luego viene la responsabilidad, pues cuando tomas la responsabilidad de tu vida, no tienes tiempo de pensar negativo. Entonces, a pesar de que no fui responsable de mi accidente, sí me hice cargo de mis emociones ante lo que me iba a tocar vivir, que era enfrentar una discapacidad.

 

Otro de ellos es el agradecimiento, porque a pesar de que tengo una limitación física que me impide caminar y hacer muchas cosas, tengo mis brazos, no sufrí un daño más fuerte, y eso es algo que me ha ayudado a salir adelante. Finalmente, seguir con mi pasión —el deporte de alto rendimiento— también me ayudó a sobreponerme. Y es que cuando estés enfrentando un momento difícil, hacer lo que más te apasiona es un salvavidas: los sueños son ese combustible del día a día y se convierten en la certeza de que podemos ser lo que queramos. Eso provoca querer vivir.

“Chocamos con otro vehículo a 140 km/h, porque el chofer que nos llevaba a la competencia se quedó dormido; esa competencia era muy importante para mí porque me iba a llevar a mi primer mundial de patinaje, que era el sueño que tenía desde que era niña”.

 

Para leer la entrevista completa con Brenda Osnaya, suscríbete aquí.

 

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