BRUSES: Señorita revolución

"La vida sólo es una, y voy a hacer lo que quiera"

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texto Daniela Valdez
fotografía Jesús Soto
estilismo Alberto Rebelo
maquillaje Estefani Ruiz
pelo Aldo Ek
uñas Zai Vega
asistente de fotografía Manuel Gómez González
asistente de estilismo Santiago Araico
asistente de pelo Yaret Álvarez
video Zunshu

toda la joyería Trinity de Cartier y Love de Cartier


Desde Tijuana hasta los escenarios, Amalia Ramírez ha recorrido un camino lleno de desafíos, autodescubrimiento y amor por la música. Mejor conocida como Bruses, en esta entrevista nos habla de su amor por la composición, las 125 canciones que escribió el año pasado, el accidente que cambió su vida y lo que la llevó a convertirse en una de las artistas emergentes más prometedoras de la escena actual.

Bruses no sólo es una talentosa compositora y cantante, sino también una mujer fuerte y vulnerable, una empresaria con una propuesta integral que abraza el trajín de los tiempos, la tecnología, la moda y el marketing en su proyecto artístico. Con su segundo disco en camino, paseándose por la alfombra roja de los Grammys y de gira en Estados Unidos, Bruses la sigue rompiendo, pero ahora con una audiencia global.

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DANIELA VALDEZ (D): Gracias por tomar mi llamada, sé que estás muy ocupada, de gira. Qué gusto tener la oportunidad de hacer esta entrevista. Si hay alguna cosa que te haga sentir incómoda, por favor dímelo.

 

BRUSES (B): Muchas gracias por esta apertura, para mí es un placer estar haciendo esto. Soy muy fanática del mundo de la moda y de lo editorial. De hecho, cuando era chica quería dedicarme a eso antes que a la música.

 

DV: ¿Cuándo te empezaste a acercar a la música?

 

B: La primera vez que toqué un instrumento tenía seis años. ¿Te acuerdas de la cultura de las rondallas?

 

Por alguna razón yo quería ser parte de una estudiantina. Y como crecí en una escuela católica, todavía tenían ese tipo de cosas. Me llamaba mucho la atención ver a los estudiantes con sus guitarras y pensaba que eran cool. Además, mi papá tocaba la guitarra en bandas de rock de joven. Mi abuelo se metía en los tacos y los restaurantes a tocar la guitarra y pedía dinero, prácticamente así mantuvo a mi familia. Nunca lo conocí, pero fue de esos señores de oficio. Entonces, la música es algo kármico de generaciones. Soy la tercera generación que se atrevió a hacerlo, y me está yendo un poquito mejor gracias a la tecnología y a las redes sociales. Siempre estuve rodeada de amor por la música. Fui la estudiante más joven en estar en la rondalla, en primero de primaria.

 

DV: ¿Qué se escuchaba en tu casa cuando estabas creciendo?

 

B: Era muy dual porque mi papá es rockero de corazón. Él ponía a Led Zeppelin, Pink Floyd, Prince, Queen, todos estos héroes del rock and roll y del glam. Mi mamá puros boleros, cumbia, tríos, lo más mexicano que te puedes imaginar. Esas dos cosas siempre estuvieron en mi casa.

 

DV: ¿Y en qué momento dijiste “bueno, yo le voy a dar a esto”?

 

B: Creo que tuve suerte de saberlo muy pequeña. Tengo la conciencia de que, cuando tenía 10, 11 años, sabía que quería dedicarme a la música. No quería ser artista, quería ser compositora. Escribía muchas cosas desde pequeña. Mi mamá no creía en la terapia, pero me dio un consejo que me cambió la vida por siempre: que escribiera todo lo que sentía para descomprimir. Fue una combinación de cosas. Tener la música tan presente por mi papá y que mi mamá me diera ese consejo, como que solita descubrí lo que era la carrera de escribir canciones para los artistas. Y no lo solté, no lo solté desde los 10 años. Me puse a estudiar cabrón, en mi cuarto, no tienes idea. No tuve muchos amigos y soy hija única, entonces toda mi adolescencia, preadolescencia e infancia me la pasé muy sola, y es algo que agradezco ahora que soy adulta, porque dediqué mi vida a perfeccionar lo que es ahora mi carrera. Me la pasaba analizando canciones de otras personas y haciendo mapas mentales y esto es un puente, o un coro, y esto dura tal… Me entretenía. Desde chica supe que iba a dedicarme a esto toda mi vida, sin importar lo que dijera nadie.

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DV: Y ahora que estás paseándote por los Grammys y siendo nominada por lo chingona que eres, ¿qué le dirías a esa chavita que estaba ahí en su cuarto, analizando las canciones?

 

B: Acabo de hacer ese ejercicio en terapia. Siempre digo que las cosas por las que estás pasando no son tu culpa, todo es parte del proceso. Me diría que confíe más en él. Y que al final todo pasa para que seas tu mejor versión, a pesar de que estuviera turbio en algunos momentos.

 

DV: Me parece maravillosa la confianza que proyectas. Te paras en el escenario y te pones ahí afuera en tus rolas y cuentas tu historia, que no es sencilla. ¿Cómo construyes esa confianza?

 

B: Creo que, justamente, es una construcción. Te puedo llevar por etapas de las capas de lo que fue construir mi seguridad y confianza, porque empieza obviamente desde Amalia y termina en Bruses. Cómo encontrar mi confianza como ser humano, mi voz y mi confianza en el escenario. Encontré mucha libertad, primero, en la cultura punk, en toda esta conversación disruptiva y en una comunidad a la que literalmente le valía madre todo, vestían como querían y a la vez todo giraba alrededor del amor —me identifiqué mucho—. Y otro lado totalmente diferente de la moneda, el arte drag, que me cambió la vida. Me hice muy fanática de ver a estas personas vestirse para hacer un performance y ser su mejor versión sin importar géneros ni lo que la sociedad les imponga, lo cual también es completamente disruptivo. Estas dos cosas me dieron esperanza y tal vez se convirtieron en un modelo a seguir de lo que me gustaría convertirme.

 

Tengo muchos problemas de autoestima. Me hicieron un montón de bullying porque era la niña callada, rara, gordita y con lentes de la clase. Nadie quería ser mi amigo, y eso obviamente creó una percepción de que eres una outcast, de que no perteneces. Ese chip lo tuve en mi cabeza desde muy chiquita, y de alguna forma lo agradezco porque en algún momento le di la vuelta y dije: “no pertenecer está cool”. Tuve que crecer y pasar por mi propio proceso de descubrir todas estas entidades y culturas para decir “ah, claro, ellos tampoco pertenecen”. Y creo que ahí empecé a agarrar confianza como Amalia, me empecé a pintar el pelo y a descubrir quién quería ser. ¿Cómo me quiero vestir, cómo quiero que me perciban? Empecé a jugar un montón con eso; así empecé a agarrar mi propia personalidad.

 

DV: ¿El accidente tuvo algo que ver con este proceso?

 

B: El accidente y morir obviamente son algo que te cambia la vida y te resetea. Todavía me quedaba una pizca de miedo porque tuve muchos traumas, no tenía autoestima. Pero morir y ese accidente me resetearon para decir: “sabes qué, la vida sólo es una, y voy a hacer lo que quiera, voy a decir lo que tengo que decir y a expresar mi voz, porque todos nos vamos a morir en algún momento”. Realmente nada importa y quiero ser feliz, porque para todos la felicidad es distinta, y yo la relacionaba mucho más con la libertad personal. Algo tan sencillo como salir a la calle y ponerme lo que quiero, decir lo que pienso, para mí era algo muy difícil. Y esto eventualmente se convirtió en Bruses. Entonces, simplemente lo comencé a llevar al escenario.

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total look Bimba y Lola

 

DV: De cierta forma, la profundidad de una experiencia así de fuerte, te puede llevar pa’ abajo o pa’ arriba. Y a ti, con el tiempo, te trajo aquí y es una maravilla. La sabiduría de vivir algo así, te transforma. ¿Cómo vas a tener miedo después de vivir algo así? ¿Hay algo que te dé miedo?

 

B: Las arañas. Me tatué una. Tengo la palabra powerful y una araña para recordarme superar mis miedos.

 

DV: Y en cuanto a la exposición de ti, de tu vida, de ponerte ahí en tus canciones, ¿qué sientes? ¿Te impactan las críticas?

 

B: Cuando me empezó a pasar todo esto de la música en serio, cuando la vida me dijo “órale, vas” y me puso a la vista de mucha gente, muy rápido, siento que nadie sabe qué hacer con eso. Al principio leía todos los comentarios y las críticas. Muchas eran buenas, pues tuve mucha suerte de llegar un tanto preparada como música. Llevaba 10 años haciendo música cuando me empezó a pegar lo del viralismo y todo esto que impulsó mi carrera al principio. Toma 10 años ser lo que le llaman un overnight success: pegar en una noche. Pero, obviamente, para las críticas nadie te prepara, tuve que ir a terapia para básicamente resignificar los comentarios, ver de dónde vienen y aprender que la percepción del exterior no afectara mi forma de pensar sobre mí. Siento que me sirvió mucho para tomar confianza en mi arte. Por ejemplo, ahorita creo que estoy haciendo las mejores canciones que he hecho en mi vida, y fue porque tuve que aprender de ese primer disco, en donde leí todas las opiniones de todo el mundo y me empecé a ondear, pero después te das cuenta de que opiniones siempre va a haber.

 

Toma un tiempo aprender a que no se te meta en el cerebro y no afecte la forma en que haces tu trabajo. Mi primer disco me ayudó mucho a liberarme de esa presión. Ahora tengo métodos para cuidar mi salud mental, ya casi no leo los comentarios. Lo que sí tengo es un grupo con mi fandom que es muy personal, y ese sí, obviamente, lo leo.

 

Para mí es muy importante conocer a la gente en persona, así que me tomo el tiempo de hablar horas con ellos cuando me los encuentro en la calle o después de un show. Creo que estoy en una situación más sana ahora con el internet. Me siento muy feliz de haber aprendido de ese primer putazo en donde sí me importaba lo que la gente decía, porque creo que volvió como el trauma del bullying.

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DV: Qué chido que hables abiertamente de salud mental. ¿Cuál es el camino recorrido en estos 10 años a grandes rasgos? ¿Cómo creciste? ¿A dónde te lleva? ¿Cómo se construye tu proyecto?

 

B: Como todos los músicos que salen de Tijuana, toqué en todas las plazas y todos los cafés que existían. Tocaba mis canciones con mi guitarra y me inventaba espacios. Por ejemplo, buscaba organizadores y les vendía un evento por el día de San Valentín, donde yo misma tocaba. Desde adolescente tuve los ovarios de perseguir esto. Ni siquiera quería ser artista, sólo quería que escucharan mis canciones.

 

Después terminé la prepa y llegó el momento de escoger una carrera, y mis papás no querían que me dedicara a la música. Entonces me rebelé y busqué escuelas en la Ciudad de México que dieran becas o alguna oportunidad. Mandé una audición por video a Fermatta, además de una carta en donde explicaba mi historia de vida y lo mucho que la música significaba para mí, y por qué me tenían que dar una beca para estudiar con ellos. Al final me audicionaron, me pagaron la estadía, me puse a vender cosas para pagar el vuelo y convencí a mis papás de llevarme. Vengo de una familia muy trabajadora que se ha ganado a pulso todo, estoy muy orgullosa de mi mamá y de mi papá, y de todo lo que hicieron para sostener la casa. Aunque en ese momento se enojaron, al final me llevaron, pues me dieron una beca del 80%, y ahí estudié dos años, hasta que cerraron la escuela.

 

Y así empezó mi odisea. Creo que aprendí lo que tenía que aprender en dos años, y de ahí me puse a escribir música electrónica. De eso vivía, de escribir música para Djs, y con eso pagaba mi renta. Aprendí un montón de composición, estuve un año escribiendo puros coros en inglés y en español. Incluso llegué a trabajar con Marshmello antes de que fuera quien es hoy. Creo que toda la música de “Djs” mexicanos de 2014 de alguna forma pasó por mi pluma y me abrió muchas puertas. En ese entonces no sabía nada de créditos y me arrepiento un poco; te pagaban 50 USD y se quedaban con tu canción, con tu voz, y no te daban créditos, pero yo me sentía feliz de pagar la renta. Vendía coros como si fuera comida rápida.

 

Después de eso vino la deprimida gacho, porque creo que en el fondo sí quería ser artista, pero no me sentía segura y no me sentía suficiente para estar frente a la cámara, en la industria o arriba de un escenario. Se me hacía muy cómodo esconderme en la esquina y ser la morra que escribe la letra para que otra persona la cante, pero creo que en el fondo eso me empezó a afectar mucho. Mis papás me tuvieron que ir a rescatar a la Ciudad de México —porque estaba muy mal—, y ahí fue cuando tuve el accidente de auto en Tijuana. Después del accidente, básicamente era una persona nueva. No sé cómo explicar que cuando te mueres, vives, pero realmente tuve una claridad impresionante sobre mi camino. Antes de eso cargaba con problemas de salud mental, crecí con una enorme carga emocional, además del “bullying”, el odio personal y sustancias para la depresión. Después del accidente volví a ser yo, y me quité todo ese miedo.

 

Desperté en la cama del hospital con mucha claridad, y ahí nació el nombre de Bruses. Pensé que si iba a hacer un proyecto musical era para hablar de cosas que importan, no sólo del amor romántico, sino de lo que viví, porque estoy segura de que muchas otras personas han pasado por eso. A mí me hubiera hecho la diferencia del mundo haber encontrado una artista a los 10 años, cuando me sentía sola y sentía que no pertenecía a ningún lado. Veía a todos los artistas y decía: “yo no me veo así ni hablo así”, como si no hubiera lugar para mí en esta industria. Mi sueño muerto nomás por no verme representada en la cultura popular. Y creo que es eso lo que he estado intentando hacer desde entonces, me gustaría ser esa persona que no tuve en el medio artístico, real, honesta, y hablando de toda la mierda que me pasó. Hay morritas y morritos que están pasando por lo mismo y no hay nadie que les diga que está bien sentirlo y que tienes esperanza de hacer algo en tu vida sin importar cuál sea tu historia de vida. Eso es lo que me ha mantenido cuerda y echándole ganas todos los días a esta carrera que también es difícil.

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DV: ¡Qué belleza! Muchas gracias por compartir esto.

 

B: Gracias por la apertura.

 

DV: Escuché por ahí que llevas una selección de 22 canciones para tu nuevo disco. Cuéntame cómo va eso.

 

B: Va muy bien. Ya lo tengo listo. Estoy muy emocionada. Todavía no puedo dar muchos detalles, pero ya viene una Bruses con mucha más confianza.

 

DV: Me llamó la atención entender que no solamente tienes talento para la música, eres una “business woman”, le entras al “marketing” y te sabes vender. Tu producto es un concepto, y ése es un talento completamente distinto. Tengo la sensación de que ése es un impedimento para muchos artistas…

 

B: Se resisten…. [risas]

 

DV: Pero tu estás al tiro con todo, tanto que fue una parte crucial de tu carrera. ¿Cómo es esta otra parte del proceso?

 

B: Uy, no sé. Soy muy nerd, me gusta mucho la información y te digo que crecí sin mucho que hacer. No fui a fiestas en la prepa, me quedaba en mi cuarto estudiando, y fue natural verme interesada por el negocio de la música, tengo sed de aprender todo el tiempo y se me hacía fascinante. ¿Cómo le hacen para que todo esto funcione? El entretenimiento está dentro del mismo círculo: el “marketing”, la moda, la cultura popular, la cultura de internet, la música, los “shows”, todo es una misma burbuja. Tengo que estar enterada de todo lo que está pasando en esa burbuja para poder realmente hacer arte en mi cabeza.

 

Además me inspira ver todo lo que está pasando, porque me estimula el cerebro. También me encanta la tecnología, no me resisto a nada: la inteligencia artificial, me emocionan el futuro y las herramientas, y las utilizo en mi show musical. Es como tener un cerebro de niña, en el fondo soy una niña que está jugando todo el tiempo a experimentar, y nunca me quiero aburrir de lo que hago. Es imposible.

 

También me gusta mucho la moda y veo los fashion shows para inspirarme, ver qué luces usan, qué colores. La música que tocan los diseñadores dice algo de lo que está pasando en la cultura actual. Todo eso me parece fascinante y termina influyendo en el mundo, en lo que consumimos.

 

No resistirme a la tecnología me ha abierto muchas puertas; compartir lo que haces en internet te puede cambiar la vida. A partir de ahí se puede armar una comunidad, y eso es lo que me cambió la vida.

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DV: Qué inspirador. Para cerrar, cuéntame de tu gira.

 

B: Estoy de gira en Estados Unidos con una banda que se llama Pvris y otra que se llama Pale Waves. Soy súper fan de ambas. Es mi primer tour en Estados Unidos, estoy emocionada e inspirada por todo lo que estoy viviendo. Ahorita estamos en la ciudad de Hannah Montana. También es emocionante ver cuántos latinos hay acá; durante el show pregunto: “¿dónde están mis latinos?” A veces se levantan sólo tres manos. Pero poco a poco hay que ir abriendo paso. Al final, la música es universal.

 

*Esta entrevista fue editada para fines de claridad.

 

Escucha la música de Bruses en open.spotify.com


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