Un performance que recorrió las calles de París
fotografía Mazar
video Andreas Pappamikail
En el ojo del huracán, durante Paris Fashion Week, Gabrielle Venguer presentó su colección primavera-verano 2025 con un desfile-performance en la explanada de Place Vendôme, mientras el show de la marca italiana Schiaparelli tomaba lugar en el interior. Ésta fue una experiencia que estuvo rodeada de comunidad, creación y espontaneidad, a través de moda con un lenguaje inclusivo y universal. Una narrativa que iba más allá de una presentación de prendas, sino una mezcla de arte, música y rebeldía.
Se puede decir que el performance comenzó desde que los modelos pusieron un pie en las calles de París, dando pasos y atravesando la ciudad en metro, vestidos en colores estridentes y formas orgánicas. Desde Montmartre (Distrito 18) —lugar base de la diseñadora durante su estadía en la capital francesa— hasta el centro de París en el Distrito uno, la nueva colección de Venguer navegó por distintos puntos de la ciudad acompañada de la música del saxofonista mexicano Jonas —también vestido con la colección—, convirtiéndola en una serie de prendas andantes, que reunió a un grupo de personas intrigadas por las creaciones, entusiastas por conocerlas.
Todo trayecto tiene un objetivo y el de Gabrielle Venguer era la Place Vendôme, donde se encontraban la mayoría de reporteros del Paris Fashion Week, y después de una parada previa del otro lado de la cuadra, el desfile logró llegar al lugar culminante. Acompañada de una experimentación textil que no tiene límites, la interacción entre modelos comenzó para dar inicio a lo que sería lo imposible hecho posible: presentarse en la semana de la moda sin estar en la programación o la lista de invitados. Una muestra de que la perseverancia y la devoción al trabajo, pueden romper muchas barreras.
Con una serie de vestidos, pantalones y outwear, Gabrielle Venguer cautivó con su capacidad creativa, donde cada pieza representó una fusión de elementos visuales y emocionales; los volúmenes y las texturas evocaron una sensación de movimiento constante, como si las prendas mismas estuvieran vivas, interactuando con el entorno y con quienes las observaban, rompiendo la barrera entre la diseñadora y los espectadores.
En una ciudad donde todo parecería ser caótico, Gabrielle Venguer logró un performance que fue el desenlace de una jornada donde la moda, por unas horas, dejó de ser un lujo inalcanzable.
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