Desde que nos conocimos han cambiado muchas cosas en mi vida, algunas buenas y otras malas. Perdí mi trabajo en Chinatown, Nueva York, unas semanas después de conocernos, y estuve flotando sin rumbo con un buen amigo hasta que me mudé a casa, en Mineápolis, Minnesota. Ninguno de nosotros teníamos trabajo, así que vendí ropa y cosas que no necesitaba, para mantenerme. Comí almuerzos y cenas gratis en las iglesias, me di cuenta de que no se da nada por hecho y en un instante toda tu vida puede cambiar. Estaba gastando dinero frívolamente persiguiendo emociones, a las pocas semanas solamente pensé en sobrevivir y lograr mantener un techo sobre mi cabeza.

Mi contrato de arrendamiento terminó y me mudé a vivir con mi familia. Empezar de nuevo fue muy difícil, ya que me había acostumbrado a la naturaleza acelerada de vivir en Nueva York. Todos los días parecían que se prolongaban, me tomó mucho tiempo encontrar un trabajo, así que todos los días me sentía como el día anterior. Si no hubiera sido por mis buenos amigos de casa, no habría podido volver a ponerme de pie. Volví a hacer música y salir (aunque no tanto como lo haría en Nueva York, simplemente porque Minnesota no es Nueva York, jaja).

Recientemente, desde que esta pandemia golpeó y el mundo se detuvo por completo, he estado tomando las cosas lentamente, tratando de mantenerme optimista. Estoy mucho con mi familia y ponerme al día con ellos ha sido refrescante. Actualmente no tengo trabajo, estoy escribiendo poesía y haciendo música de nuevo. Juego básquetbol en un parque cerca de mi casa, cuando la cancha no está ocupada. Leo para pasar el tiempo. Solo trato de no volverme loco de aburrimiento.

Me doy cuenta de lo afortunado que soy de tener un hogar y acceso a las necesidades básicas, nunca volveré a dar eso por hecho. ¿Tú cómo has estado? ¿Todavía estás en Nueva York o ya de regreso en México? Con cariño, Haroon Rasheed.