Texto y realización Rodrigo De Noriega
Maquillaje y pelo Stephanie Sznicer
Modelo Dominika @ NewIcon
Un remedio natural no necesita tener una explicación científica, y mucho menos una larga lista de pasos o componentes. Simplemente funciona porque es un conocimiento que sobrevive el paso del tiempo, que se comparte de una generación a otra en una cultura determinada hasta convertirse en ritual.
Compartir el secreto de belleza de la familia tiene un tinte ceremonioso, se transfiere con cariño, pero con cautela. Nosotros no dudamos de su eficacia, porque así lo usaron nuestras abuelas y luego nuestras mamás, a quienes crecimos viendo arreglarse para salir, y ahora transmitimos esa sabiduría en un acto que mantiene vigente la tradición.
100 cepilladas antes de dormir:
Esta antigua rutina de belleza requería paciencia y dedicación. La idea es que con cada cepillada se distribuye el aceite natural que el pelo produce. En realidad, funciona sólo para el pelo lacio; cuando es ondulado, tiende a deshacer el rulo y a esponjarlo.
Rubor de betabel:
Uno de los primeros colorantes naturales utilizados en Europa. El betabel se ha usado para tratar enfermedades y hasta para teñir vino. Como rubor, tiene el beneficio de no incluir componentes químicos. Para hacerlo hay que deshidratar rebanadas delgadas de este tubérculo con un deshidratador, o meterlas en una charola al horno en la temperatura más baja. Una vez secas, las rebanadas se muelen y se ciernen para hacer un polvo fino con un pigmento muy potente.
Agua de rosas:
La loción que usaban las mujeres de la corona francesa y con la que se lavaban las manos en el medievo antes de sentarse a la mesa, es famosa por sus efectos refrescantes, tonificantes y antiinflamatorios. Las que ya venden embotelladas funcionan bien, aunque prepararla en casa es parte de la magia: hay que hervir un litro de agua destilada con 200 gramos de pétalos de rosa frescos, que no hayan sido rociados con ningún pesticida.
Baño de agua fría:
La comodidad y facilidad de bañarse con agua caliente han vuelto al baño de agua fría una práctica en desuso. Pero bañarse con agua de temperatura baja tiene beneficios clínicos comprobados: mejora la circulación, hace que la piel conserve su brillo (el agua caliente disuelve la grasa corporal y a veces reseca la piel), disminuye la fatiga y activa el sistema inmunológico. Para generar este hábito, cambia de agua caliente a fría durante un minuto antes de salir del baño.
Aceite de oliva en el pelo:
Un tercio de la pulpa de las aceitunas es aceite. Por su facilidad de extracción, que se realiza por presión, ha sido uno de los aceites más usados en el mundo. Para que ayude a reparar el pelo hay que usar dos cucharadas soperas (si lo tienes largo) y, con el calor de las manos, calentar el envase que lo contiene. Espárcelo de la raíz a la punta con un peine, y si puedes, toma un poco el sol: así el aceite se activa y ayuda a fortalecer el pelo seco o débil.
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