Este es el verano del vintage check. El clásico estampado de Burberry —trama de herencia británica, memoria y código— reaparece con nueva fuerza bajo la dirección de Daniel Lee. En una casa acostumbrada a los giros, donde el archivo ha sido brújula y combustible, Lee propone una relectura sin nostalgia: una que se hunde en las raíces pero camina con paso firme hacia lo contemporáneo.

Fundada en 1856 por Thomas Burberry, la marca nació para resistir el clima: fue abrigo de exploradores, soldados, caminantes. Su invención de la gabardina redefinió el vestir y el modo en que el cuerpo enfrentaba la intemperie. Hacia los años 20, surgió el check —tejido en forros interiores como señal de autenticidad— que con el tiempo se volvió insignia de estilo y pertenencia. Bajo Christopher Bailey, décadas más tarde, Burberry se volvió emblema de sensibilidad pop y sofisticación accesible: gabardinas metalizadas, campañas sentimentales y un estampado que conquistó las calles del mundo.

Tras una década de rotaciones creativas, Daniel Lee —discípulo de Phoebe Philo, artífice del nuevo Bottega— aterriza en Londres con una misión más profunda: devolverle a Burberry su voz. Con ironía y precisión, reinterpreta los íconos de siempre —el trench, el azul royal, el caballero ecuestre— y los devuelve a las calles con ese gesto ligeramente fuera de lugar que lo distingue.

En sus manos, el vintage check es un mensaje cifrado. Una forma de decir que Londres sigue siendo centro. Que la moda, bien mirada, es también memoria en movimiento.

Esta historia es un throwback de nuestra edición Raíz.