
Un testigo —y partícipe— artístico del mundo...
retrato de Frida Escobedo Santiago Arau
retrato de Ana Elena Mallet Fernanda Roel
En 1847 comenzó uno de los viajes más fascinantes del mundo de la joyería. Louis-François Cartier se hizo cargo del taller de su maestro, y a pesar de los estragos provocados por la Revolución Francesa, Cartier mantuvo su negocio a flote y en 1859 abrió su primera boutique en París. La firma se convirtió en símbolo de lujo; las casas reales europeas y la élite francesa se hicieron clientes asiduos de la maison y el resto es, como dicen, historia.
A lo largo de 176 años, Cartier ha concebido magníficas piezas, obras de arte en las que colisionan artesanía, maestría y excelencia, inspiradas en la tradición, pero siempre buscando la innovación en sus procesos de producción.
Nils Hermann, Collection Cartier © Cartier
Hace 50 años, la casa inició una exhaustiva labor para recuperar las piezas más relevantes de su acervo y crear la Colección Cartier, que hasta la fecha ha sido expuesta en los museos más emblemáticos del mundo. En México fue presentada por primera vez en 1999, en el Palacio de Bellas Artes, y este año regresa a las salas del Museo Jumex. El diseño de Cartier: Un legado vivo explora la historia, las piezas icónicas y el lenguaje, el estilo y los procesos creativos de la maison.
Con el diseño museográfico de la arquitecta Frida Escobedo y su estudio, y la curaduría de Ana Elena Mallet, especialista en diseño mexicano moderno y contemporáneo, esta exhibición no es sólo un recuento histórico del savoir-faire de Cartier, sino un recordatorio latente de su belleza atemporal y su constante evolución.
“Es fascinante descubrir cómo una casa de joyería ha ido de la mano con la historia del arte. Encontrar las referencias, los guiños a lo que sucede en cada momento histórico y cómo la vanguardia de Cartier iba a los lugares tan particulares de otras expresiones artísticas y las traducía en joyería, en pequeños objetos de lujo, en recordatorios eternos de un momento particular”, explica Ana Elena Mallet durante una videollamada con 192.
La curadora y catedrática añade que hay una conexión artística interdisciplinaria en el rico archivo de Cartier, una suerte de registro histórico que se puede contraponer a las corrientes del arte, los estilos arquitectónicos e incluso las tendencias musicales o literarias a lo largo de su historia, y que han sido fuente de creatividad e inspiración para la casa y los objetos maravillosos que crea.
El repertorio de Cartier se convierte en un testigo —y partícipe— artístico del mundo, y a través de sus códigos, mensajes y sutiles referencias, las creaciones de la casa son también recuentos sociales y políticos.
Al respecto, Frida Escobedo comentó que enfrentarse a los gigantescos archivos de Cartier es sumergirse en la historia desde muchos puntos de vista, no sólo desde el privilegiado mundo del lujo, sino desde la perspectiva humana y visceral de los creativos y artesanos, quienes interpretaron y plasmaron su experiencia personal en piezas de una belleza excepcional.
Así, el recorrido que plantea Escobedo tiene mucho que ver con la experiencia humana y el enfrentamiento del individuo con el arte, en cómo la proximidad física con los objetos desenvuelve la conversación personal entre uno y la obra que se aprecia, y por ello cada experiencia es y será subjetiva e irrepetible.
Frida Escobedo realizó el diseño museográfico de la exposición.
“La experiencia de visitar un museo o una galería de arte es rica en muchos sentidos. Los humanos ocupamos y habitamos espacios desde que nacemos y establecemos relaciones de necesidades básicas con algunos, como nuestra casa, la escuela, el trabajo. El espacio físico es visto desde una manera pragmática y utilitaria, pero en el caso de un museo, de una galería de arte, la experiencia va más allá de tener un resguardo o un lugar para desarrollarte, se trata de un refugio para tu mente, tu imaginación y es una experiencia trascendental subjetiva”.
Y con esa premisa, Frida y su equipo diseñaron un recorrido en el que la cronología dicta una pauta, pero que al mismo tiempo se complementa con detalles de piezas clave de la colección, de referencias inmateriales de la historia de Cartier y, por supuesto, de referencias de diseño que fueron traducidas en arquitectura, en el espacio como resguardo.
Dividida en cinco núcleos temáticos —Los primeros años y el nacimiento de un estilo, Curiosidad universal, El gusto de Jeanne Toussaint, Medir el tiempo y portar la belleza, y María Félix y los íconos de la elegancia— esta muestra, añade Escobedo, es una oportunidad única para experimentar el arte y la belleza particulares de Cartier.
La curaduría corrió a cargo de Ana Elena Mallet.
“La exposición no es un viaje nostálgico por el pasado de la maison”, escribe Mallet en su texto curatorial, “sino que pretende poner de manifiesto cómo el patrimonio de Cartier sirve de inspiración para las nuevas generaciones de diseñadores y cómo esos repertorios adquieren otro espíritu al ser reinventados por una nueva generación encargada de continuar, desarrollar, renovar y mantener vivo el gran legado de la maison.”
El diseño de Cartier. Un legado vivo, en exhibición hasta el 14 de mayo en el Museo Jumex. Miguel de Cervantes Saavedra 303, Colonia Granada. Martes a viernes de 10 a 17 h. Sábado de 10 a 19 h. Domingo de 10 a 17 h. Lunes: Cerrado. Entrada libre.
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