Hay una historia de amor, la de Leonard Cohen con Marianne Ihlen, que nació en una isla griega, Hydra. Cuando apenas arrancaban los años sesentas, Cohen, encantado con la vida en el mediterráneo, decidió comprar una casa con un dinero heredado; ahí con la inspiración en pleno, escribió alrededor de 6 libros y un sinnúmero de canciones. También se enamoró y vivió 6 años felices con Marianne. Una historia que fue la antesala a su célebre vida como músico.

Cuando leo sobre la historia del nuevo perfume de Hermès, Un Jardin à Cythère, pienso en Cohen. Tarareo en mi mente la canción “So long Marianne”. Pienso y entiendo la inspiración que tuvo Christine Nagel, nariz de la maison, en su viaje al Peloponeso, a la isla de Cythère. Y es que la fascinación por el paisaje griego es arrolladora, poniendo en alerta extrema nuestra sensibilidad al entorno, a la luz, a los olores que emanan de los olivos y los pistachos al moverse con el viento y a los atardeceres dorados que parecen dilatarse en el tiempo.

Y con esa misma poesía, que surge del recuerdo, Nagel crea el nuevo Jardín de Hermès. Su memoria es la de un jardín seco, dorado, salvaje, acompañado de un sol que promete no dormir y un cielo permanentemente azul. Los ingredientes que traducen este recuerdo son la madera de olivo, las hierbas silvestres y el pistacho fresco.

El frasco, al igual que el resto de la colección de jardines, es en forma de linterna. Disponible en 30, 50 y 100 ml. Para la ilustración de la caja invitaron al artista griego Elias Kafouros, quien hizo una bella ilustración en tinta y pintura, que da vida al paisaje griego que compone Un jardin à Cythère.