Lo prohibido siempre es excitante. Aquello a lo que no podemos —o debemos— tener acceso es emocionante y, de alguna u otra forma, buscamos obtenerlo, incluso cuando no sabemos si el resultado de nuestra insolente necesidad de lo que está fuera de nuestro alcance podría tener consecuencias negativas.

En ocasiones, lo prohibido es el resultado de un momento de genialidad, de una idea. Así, en 1957, el couturier Hubert de Givenchy ideó su primera fragancia: L’Interdit. Inspirado en la belleza de Audrey Hepburn y en la mezcla de aromas del que él consideraba el bouquet de flores perfecto para la actriz —compuesto por rosas, jazmín e iris—, la maison lanzó su primera composición olfativa.

En 2018, 60 años después, Givenchy reinterpretó el mítico aroma. Tres talentosas narices fueron las encargadas de esta tarea. Dominique Ropion, Anne Flipo y Fanny Bal concibieron un aroma floral, intenso y poderoso, un eau de parfum misterioso y cálido en la piel.

La historia de lo prohibido continúa hoy con un eau de toilette en el que destaca el aroma de la flor de amapola: escarlata, intensa y de una belleza muy particular. A la composición se suman los radiantes y frescos acordes de la flor de azhar y el nardo, que se oponen a los profundos, subversivos y poderosos del vetiver y el pachuli. Es una de esas embriagantes e inolvidables aromas que evolucionan, que se funden con el calor del cuerpo.

L’Interdit Eau de Toilette de Givenchy es una declaratoria y una afrenta a romper con el miedo a lo prohibido. De venta en el Palacio de Hierro www.palaciodehierro.com