"Ahora entiendo la importancia de aceptar y aprender de nuestros errores."
fotografía Ximena del Valle
estilismo Alberto Rebelo
maquillaje Alberto Pérez
pelo Claudia Reyna
asistente de foto Isaac René (Ranas) Piedra
locación Sesēn Room
toda la joyería TOUS
Al ser tal vez una de las voces más comprometidas del cine y teatro mexicanos, Ilse ha construido una trayectoria en la que se siente un delicado balance entre la profundidad interpretativa y la elección de proyectos que desafían el statu quo. Y es que su carrera se ha caracterizado por personajes que reflejan la complejidad de la condición humana y la lucha social. Platicamos de la vida, de las contradicciones propias de los que nos llamamos humanos, de sus proyectos de actuación y de cómo se entretejen con sus conversaciones del día a día.
Así, en una tarde como cualquier otra, marcada por el constante zumbido de la tecnología, la conversación con Ilse comenzó con un recordatorio de las complejidades de la vida moderna y la maternidad. La llamada, programada tras semanas de intentos por sincronizar nuestros relojes en un mundo que no sabe de pausas, se vio inicialmente obstaculizada por la presencia vibrante y alegre de sus hijos. En ese momento, la actriz no sólo estaba en su papel de reconocida figura del cine y el teatro mexicano, sino también en el más demandante de todos: el de madre que trata de dormir a sus hijos.
La dificultad para encontrar un momento de tranquilidad, lejos de las interrupciones y demandas de la maternidad, no hizo más que subrayar la realidad que muchos enfrentamos en nuestro business as usual, especialmente en una era en donde los dispositivos se sienten como una extensión nuestra. Ilse, con una calma que solamente puede venir de alguien que ha aprendido a navegar con gracia las aguas del multitasking, explicó la razón detrás de nuestro inicio tardío: su firme creencia en la importancia de limitar el tiempo frente a las pantallas para sus hijos.
“No soy dueña ni siquiera de mi propia computadora”, compartió entre risas, refiriéndose a la única computadora en su hogar, ahora un bien común compartido entre ella y sus dos hijos. Este detalle, lejos de ser un simple comentario sobre la logística familiar, revela una filosofía de vida; una decisión consciente de criar a sus hijos en un entorno donde las experiencias fuera de la virtualidad sean no sólo valoradas, sino fomentadas.
Esta revelación sirvió como el telón de fondo para nuestra conversación, ilustrando los retos y decisiones que enfrenta como madre, y también estableciendo un paralelo con los temas de sus proyectos más recientes. Proyectos que, así como su enfoque hacia la maternidad, desafían las normas establecidas y buscan explorar y cuestionar la realidad que nos rodea.
LUIS ROSALES URIBE (LRU): La liberación (serie dirigida por Alejandra Márquez Abella) y que estará disponible en Prime en algún momento del año) aborda el evolutivo papel de la mujer en la sociedad, destacando cómo ha pasado a ocupar posiciones centrales en los medios de comunicación y, potencialmente, actuando como catalizador de cambios sociales. La serie, al parecer, juega con la sátira para examinar y cuestionar los extremos alcanzados en el debate sobre estos temas. ¿Cómo ha sido tu experiencia al formar parte de un proyecto tan provocador y cuál es tu perspectiva personal sobre los temas que trata?
ILSE SALAS (IS): Estábamos en medio del rodaje de Las niñas bien, hace aproximadamente seis años. En ese entonces, el movimiento Me Too estalló, marcando un momento crucial tanto a nivel global como en México, lo que influyó significativamente en nuestras conversaciones sobre el feminismo. Nos encontrábamos en plena solidaridad con nuestro género, aunque no dejábamos de lado el escepticismo hacia ciertas denuncias que sabíamos que eran falsas, conscientes de que expresar estas dudas podría ser visto como una traición a la causa. Discutíamos abiertamente sobre la complejidad de estos tiempos, como cuando las responsabilidades laborales recaen injustamente en una sola parte debido a prejuicios de género, y cómo el ambiente exigía una corrección política que, a nuestro parecer, limitaba la espontaneidad de las interacciones humanas, incluyendo el arte de la seducción. Estas reflexiones nos llevaron a concebir La liberación, queriendo explorar y satirizar las contradicciones dentro del movimiento feminista, reconociendo que, al igual que cualquier lucha, el feminismo no está exento de sus propias complejidades y contradicciones.
Nuestro objetivo era crear una serie que, manteniendo el foco en el patriarcado, abordara estas contradicciones con humor e introspección, sin dejar de lado la crítica. La liberación nació de un cúmulo de ideas, historias y fantasías que reflejan la lucha contra el patriarcado, pero también reconocer que, como individuos y colectivo, estamos en constante evolución y reevaluación de nuestras posturas.
Actualmente, estamos finalizando la edición de la serie, anticipando su estreno. Espero que a través de este proyecto logremos transmitir la idea de que, a pesar de estar comprometidas con la lucha, también podemos reconocer y reírnos de nuestras propias contradicciones, permitiéndonos un respiro en medio de un debate a menudo tenso y polarizado.
La liberación explora y satiriza las contradicciones dentro del mismo movimiento feminista, reconociendo que, al igual que cualquier lucha, el feminismo no está exento de sus propias complejidades y contradicciones.
LRU: En el pasado relativamente reciente, el debate sobre el feminismo y los derechos de las mujeres alcanzó niveles de intensidad que dificultaban cualquier tipo de diálogo constructivo, casi como si el tema fuera demasiado candente para abordarlo de manera abierta. Hoy parece que el ambiente ha evolucionado, ofreciendo un espacio más amplio para voces alternativas y permitiendo un equilibrio más diverso en la conversación. Aprovechando este diálogo más inclusivo y matizado, ¿cómo ves el rol de los medios, en particular de series y plataformas de streaming, en el fomento de esta nueva fase de la discusión? ¿Crees que están abriendo camino para explorar estas ‘otras historias’ de manera que enriquezca el debate público?
IS: Mi perspectiva sobre el feminismo y su representación en los medios ha evolucionado significativamente a lo largo de los años. Durante el apogeo del movimiento Me Too, un momento de gran visibilidad para las cuestiones feministas, observé cómo muchas creadoras y proyectos, como mi participación en Señorita 89, se adelantaban en la exploración de estos temas con una claridad y crítica directa hacia los estándares de belleza y otros asuntos. Este periodo fue esencial para comprender que el activismo feminista necesita de un fervor incendiario, por decirlo de alguna manera, para resaltar las injusticias y desigualdades persistentes.
Con el tiempo, mi enfoque se ha vuelto un poco más reflexivo. Al estudiar la historia de las mujeres y reconocer las estructuras de poder que históricamente nos han marginado, mi fervor inicial se ha mezclado con una comprensión más matizada de nuestra lucha. He aprendido a reírme de las contradicciones y a entender la importancia de reconocer nuestras individualidades, incluso dentro del movimiento. Esta evolución me ha llevado a abogar por una representación más inteligente y compleja en proyectos, buscando siempre un equilibrio entre el compromiso con nuestras causas y la aceptación de nuestras imperfecciones como seres humanos.
En este proceso, he reconocido que, aunque antes podía ver el feminismo bajo una luz más dogmática, ahora entiendo la importancia de aceptar y aprender de nuestros errores. Esta aceptación no sólo ha enriquecido mi perspectiva personal, sino también la manera en que abordo mi trabajo. La serie es un reflejo de este viaje: una exploración de las múltiples facetas del feminismo, con la esperanza de que cada espectador pueda encontrar resonancia en sus historias, ya sea identificándose directamente con ellas o simplemente apreciando su complejidad visual y temática. En última instancia, mi meta es contribuir a un diálogo más inclusivo y comprensivo, reconociendo nuestras fallas y fortalezas por igual.
LRU: Entiendo que todos los movimientos sociales experimentan una evolución, y que tienen una curva. En sus inicios, a veces se tiene que adoptar un tono más candente para captar la atención sobre temas que previamente habían sido marginados, o de plano ignorados. Este enfoque incendiario, aunque necesario para iluminar áreas olvidadas de la discusión, también a veces puede llevar a otro tipo de injusticias donde, en el calor de la lucha, se pueden pasar por alto matices importantes, que resultan en situaciones donde los inocentes pueden verse afectados y ciertos derechos vulnerados. Esta dinámica es propia de la naturaleza humana y tiene bastante lógica dentro de la complejidad de nuestras interacciones sociales.
Sin embargo, me preocupa cómo esta intensidad en el discurso ha evolucionado, especialmente en temas tan cruciales como la definición de género y la inclusión en el ámbito deportivo. Por ejemplo, la reciente polémica sobre la participación de atletas trans en competencias femeninas ha reavivado debates sobre equidad y justicia, sugiriendo que, en algunos casos, los avances en inclusión podrían estar mermando espacios duramente ganados por las mujeres en el deporte. Frente a estos desarrollos, donde parece que el debate público a veces puede consumirse por sus propias contradicciones, provocando una especie de “canibalización” dentro de movimientos progresistas. ¿Cuál es tu perspectiva sobre el equilibrio entre avanzar hacia una sociedad más inclusiva y respetar los espacios y logros específicos de cada grupo?
IS: La cuestión de la inclusión en los deportes, especialmente en lo que respecta a la participación de atletas trans, sin duda es compleja, y me queda claro que no hay un consenso definitivo, así que entiendo que es un tema particularmente delicado. Desde mi perspectiva, definir quién es considerada mujer en el entorno deportivo, ya sea una mujer trans o una persona que se identifica como tal, trae sus propios desafíos significativos, porque hay cuestiones biológicas de por medio. No tengo respuestas definitivas, Luis, pero no te puedo negar que es una conversación fascinante, que nos deja ver las tensiones que están presentes en nuestra sociedad en torno a la identidad de género y la inclusión.
Por otro lado, este debate va mucho más allá de los deportes, y nos sirve como un reflejo de que, como sociedad, operamos bajo ciertos condicionamientos y prejuicios. Observo cómo, en mi propia experiencia familiar, las nuevas generaciones abordan estas cuestiones con una apertura y naturalidad que contrasta fuertemente con las actitudes de las décadas anteriores. La inclusión se está volviendo más arraigada en el tejido de su socialización, mostrando una mayor facilidad para navegar por estas complejidades sin caer en juicios o exclusiones.
Este cambio generacional me llena de esperanza y me hace pensar que estamos avanzando hacia una sociedad más equitativa y diversa. Aunque todavía existen debates intensos dentro de los círculos feministas sobre temas como la presencia de mujeres trans en espacios feministas, como las marchas, o la legitimidad de la prostitución como profesión, estas discusiones nos hablan de una sociedad que al menos está luchando por reconciliar sus principios de inclusión con la realidad de las experiencias que se viven.
Al final del día, estos debates enriquecen nuestro entendimiento colectivo y nos empujan hacia un futuro en el que, espero, podamos encontrar un terreno común que respete y celebre la diversidad en todas sus formas.
LRU: Hay situaciones del día a día que también hablan a gritos de la realidad que vivimos. Seguramente te ha pasado algo parecido con tus hijos, en donde has visto que la lucha por la igualdad llega a lugares que rayan en lo absurdo. Esto me lleva a reflexionar sobre la igualdad y cómo la interpretamos en nuestra vida diaria. A veces, parece que buscamos una igualdad absoluta, pero en realidad, ¿no es cierto que cada persona enfrenta circunstancias únicas y oportunidades diferentes? Yo no tengo las mismas oportunidades que otros, ni mis hijos tendrán exactamente las mismas que yo. Esta realidad se extiende a todos, independientemente de nuestro género. Desde tu experiencia y reflexión, ¿cómo abordas la idea de igualdad, especialmente en el contexto de criar a tus hijos en un mundo donde las oportunidades varían ampliamente entre individuos?
IS: Si la brecha fuera menos pronunciada, creo que sí sería un mundo mejor.
LRU: Y, ¿genuinamente crees que sería un mundo mejor, o simplemente más homogéneo?
IS: Definitivamente un mundo mejor. Porque nada nunca va a ser igual, pero la búsqueda de un mundo mejor radica en el esfuerzo por alcanzar la igualdad, no en términos de resultados idénticos para todos, sino en ofrecer las mismas oportunidades. Por ejemplo, no espero que mis hijos tengan siempre la misma cantidad de leche en su cereal, pero es fundamental que ambos sepan que tienen el mismo derecho a ella si así lo desean. Ésta es la esencia de lo que considero una sociedad más justa y equitativa.
En mi hogar, trato de aplicar estos principios de igualdad de oportunidades, independientemente del género de mis hijos. Nunca he incentivado estereotipos de género; mis hijos eligen libremente con qué jugar, mostrando preferencias que simplemente surgen sin una razón específica. Ambos tienen las mismas responsabilidades en casa, porque la igualdad que busco transmi- tirles es sobre las oportunidades y las responsabilidades compartidas, no sobre ser idénticos en gustos o capacidades.
Profesionalmente, esta visión también se mantiene. Mi deseo de realización profesional requiere un compañero que comprenda y comparta la carga familiar de manera equitativa, permitiendo que ambos podamos crecer en nuestras carreras. Ésta es una conversación que, lamentablemente, todavía se está desarrollando en muchas familias, donde las expectativas tradicionales a menudo asignan roles fijos basados en el género. Lo que defiendo es un equilibrio que permita a ambos, en cualquier tipo de relación, tener las mismas posibilidades de perseguir sus ambiciones y sueños. Esto, para mí, es la verdadera igualdad: la oportunidad de elegir nuestro camino sin restricciones predefinidas.
La búsqueda de un mundo mejor radica en el esfuerzo por alcanzar la igualdad, no en términos de resultados idénticos para todos, sino en ofrecer las mismas oportunidades.
LRU: Sin duda has utilizado tu carrera para impulsar discusiones cruciales, y me interesa tu perspectiva sobre el panorama actual de los medios, especialmente en México. A nivel internacional, la conversación sobre género y feminismo quizá ya ha trascendido ciertos límites, a veces hasta la exageración. Sin embargo, el contexto en México es único, con su propia cultura y audiencia. En este sentido, ¿cómo evalúas la respuesta de los medios mexicanos a estas ideologías y debates? ¿Crees que la industria del entretenimiento y los medios nacionales están preparados para abordar y fomentar estas discusiones?
IS: En los últimos años sí he notado un cambio significativo en la industria. La presencia y el impacto de las mujeres en roles creativos y de liderazgo han crecido exponencialmente. Desde directoras y escritoras hasta fotógrafas, las mujeres no sólo están ocupando más espacios, sino también diversificando los temas que se exploran en los medios. Ahora, las narrativas no se limitan a lo que tradicionalmente se consideraba “temas de mujeres”; vemos mujeres creando en géneros como el terror, la acción y el misterio, demostrando que nuestra contribución trasciende cualquier etiqueta.
Curiosamente, con el auge del feminismo, también observé un fenómeno donde los hombres intentaban abordar estas temáticas en sus guiones, a menudo sin el matiz o la profundidad necesaria, lo cual resultaba en proyectos que no llegaban a fructificar. Aquí vemos la importancia de tener voces auténticas y bien informadas en la creación de contenido.
A nivel internacional, y también en México, el hecho de que más mujeres ocupen posiciones de relevancia en la creación de contenidos está enriqueciendo la industria, haciéndola más diversa y compleja. Este cambio no se ve únicamente en la mayor variedad de historias que se cuentan, sino también en cómo se cuentan. Los hombres, ahora más conscientes de la necesidad de representar a las mujeres de manera justa y compleja, están reevaluando cómo escriben sus personajes femeninos, motivados en parte por el temor a las repercusiones en redes sociales. Esta cautela ha llevado a una mejora en la calidad de las ficciones, haciéndolas más interesantes, divertidas y profundas.
Personalmente, he experimentado este cambio en mi entorno cercano, donde, incluso en conversaciones familiares, se reflexiona sobre la representación de género en los medios. Este diálogo constante, tanto en el ámbito personal como profesional, es un indicativo de cómo la industria está evolucionando, y me llena de esperanza ver que estamos caminando hacia una representación más equitativa y realista en los medios.
LRU: Claro, pero lo están haciendo desde un lugar de miedo, de que los vayan a cancelar en X (antes Twitter) en cualquier plataforma. ¿Crees que con esto corremos el riesgo de que las personas dedicadas a ser creadores o creadoras, tengan que tratar a todos con pinzas?
IS: No estamos en el negocio de tratar a todos con pinzas, sino más bien de escuchar realmente lo que queremos expresar. Hay quienes se quedarán en la superficie, enredados en el temor a la cancelación y limitados por lo que dicten las redes sociales. Pero creo que hay más profundidad en el arte de lo que se ve a primera vista. Aquellos con una visión más rica internamente podrían inicialmente sentir miedo, pero esto se transforma en un impulso para indagar más, para preguntar, especialmente a las mujeres a su alrededor, sus opiniones y experiencias. Ese miedo inicial lleva a un lugar mucho más interesante y enriquecedor, que da inicio a una colaboración mucho más profunda y significativa. No es nada más una cuestión de evitar la cancelación; se trata de abrirnos a nuevas formas de entendimiento y expresión. Creo firmemente en el poder de la conversación y el diálogo para enriquecer nuestra creatividad y nuestra comprensión mutua.
LRU: En el contexto actual, donde las mujeres están ocupando roles cada vez más relevantes, incluso en la política, ¿cuál es tu opinión sobre el uso del género como herramienta para obtener aprobación social y votos? Con la tendencia hacia una mayor representación femenina, por ejemplo, un gabinete con 50% de mujeres, ¿no crees que esto podría interpretarse como un logro basado más en el género que en el mérito individual? ¿Consideras que este enfoque puede restar importancia a las cualificaciones y logros personales, sugiriendo que ser mujer es criterio suficiente para ocupar cargos públicos, y cómo podría impactar esto en la diversidad y calidad de la representación?
IS: Claro, es probable que ocurra. No me emociona particularmente la idea de tener una presidenta únicamente porque sea mujer. Margaret Thatcher fue mujer y hemos tenido lideresas que no necesariamente representan lo que deseo para mi país. Sin embargo, apoyo el concepto de cuotas de género; ciertamente, hay mujeres en posiciones actuales impulsadas por ser mujeres en este momento histórico. No es raro pensar que en el cine, por ejemplo, una película destaque si su directora es una mujer negra y lesbiana, convirtiéndose en el ideal políticamente correcto, lo cual puede ser injusto para, digamos, un hombre blanco heterosexual.
Pero, también creo que implementar cuotas es un paso hacia un equilibrio más justo. Aunque actualmente pueda favorecerse más a las mujeres, en algún momento, estas cuotas no serán necesarias. Para llegar a ese punto, debemos navegar por un mar de injusticias históricas que han favorecido a los hombres. Tomando el cine como analogía, en los festivales internacionales donde se requiere una igualdad de género en la selección, a menudo vemos que las obras dirigidas por hombres son superiores. Sin embargo, si no comenzamos a equilibrar la balanza, las directoras con potencial no tendrán las mismas oportunidades de avanzar en sus carreras. Necesitan ese reconocimiento para financiar y producir nuevos proyectos, creciendo profesionalmente. La implementación de cuotas, aunque controversial, es un camino que creo necesario para alcanzar la igualdad de oportunidades en diversos campos.
La presencia y el impacto de las mujeres en roles creativos y de liderazgo han crecido exponencialmente. Desde directoras y escritoras hasta fotógrafas, las mujeres no sólo están ocupando más espacios, sino también diversificando los temas que se exploran en los medios.
LRU: En relación con los roles predeterminados y condicionamientos sociales que existen, este tema se aborda, aunque de manera tangencial, en Familia, tu película más reciente, dirigida por Rodrigo García, que se estrenó en Netflix en diciembre del año pasado. Sin caer en spoilers, la cinta examina las dinámicas y tensiones dentro de una familia frente a la venta potencial de su rancho. ¿Cómo crees que la temática de Familia se entrelaza con los puntos que hemos tocado?
IS: La trama gira, justamente, en torno a la figura de un patriarca viudo que se enfrenta a la tarea de reconstruirse y adaptarse a nuevas dinámicas familiares. A lo largo de la historia puedes ver cómo este personaje, acostumbrado a imponer su voluntad y a dirigir a su familia con mano dura, empieza a suavizar su enfoque, especialmente en su relación con sus tres hijas y su hijo. Rodrigo García, el director, aborda cómo los hombres de esa generación están aprendiendo a retroceder, a pedir perdón, a escuchar y a aceptar formas diferentes de concebir la familia. Un ejemplo claro es la hija embarazada que elige no revelar la identidad del padre y mantiene una relación con otra mujer, demandando respeto por sus decisiones. La película refleja el desafío que enfrenta el patriarca al tratar de comprender y aceptar los cambios generacionales, mostrando su esfuerzo por adaptarse con amor y respeto, aunque no sin dificultades.
LRU: ¿Crees que este tipo de películas tienen una función educativa en la sociedad?
IS: Sí, el arte siempre está hablando de nuestro momento. Si vemos en retrospectiva el cine de los 70 en Estados Unidos, entendemos cómo se vivía entonces. El cine siempre es, de alguna manera, reflejo de nuestra sociedad y del momento histórico que vivimos. Pero quizá en el presente no lo sabemos reconocer y lo reconoceremos muchos años después.
LRU: ¿Y no crees que exista un riesgo de que las películas y los medios de entretenimiento sean la fuente de educación sobre este tipo de situaciones delicadas?
IS: Siempre existe ese riesgo. Y no creamos películas con la intención explícita de impartir una lección moral o educar a la sociedad mexicana. En el caso de Familia y otras películas que he realizado, simplemente buscamos comunicar algo, aunque algunas personas puedan interpretarlo como una moraleja o enseñanza. Por ejemplo, Güeros se proyecta mucho en universidades y escuelas, pero nunca se hizo con la intención específica de educar a los jóvenes de manera revolucionaria. Sin embargo, naturalmente ha cumplido esa función al ser mostrada en entornos educativos.
LRU: ¿Qué sigue para ti? ¿Qué mundos te interesa explorar? Compártenos sobre tus próximas ideas, proyectos o colaboraciones.
IS: La publicación de esta entrevista va a coincidir con el estreno de una obra muy importante para mí, porque es la primera vez que voy a hacer teatro musical: Cabaret, el musical de Broadway con libreto de Joe Masteroff, basado en la obra de teatro I Am a Camera de John Van Druten, que a su vez es una adaptación de la novela Goodbye to Berlin de Christopher Isherwood.
Es el único musical que me ha interesado en la vida y que llevo años soñando con hacer, porque es un musical muy dark y con un contenido político súper relevante en estos tiempos. Me prende muchísimo porque nunca había siquiera considerado hacer teatro musical. Cuando se abrió esta posibilidad, audicioné y me quedé en un remolino de emociones. Es muchísimo trabajo, pero vale la pena porque es un musical profundísimo y durísimo. Habla de cómo la ultraderecha empieza a ocupar la sociedad después de que creímos que éramos libres y estábamos abiertos al mundo y todas sus posibilidades (como ocurrió en Alemania en ese entonces).
Estoy muy emocionada de hablar de eso así. Por eso Cabaret siempre es un éxito: con el elenco que sea, en el país que sea, porque el mundo siempre se está cayendo a pedazos y siempre habrá un rincón, ya sea un teatro, un libro, una ficción, en donde parece que todavía hay vida y esperanza.
LRU: Escucharte decir que “parecería que el mundo se está cayendo a pedazos”, me hace pensar en la narrativa de lo que leemos todos los días en los medios. Ya sea que un día se hable del cambio climático, otro de la invasión de los extraterrestres, de las tormentas solares o de la sublevación de las inteligencias artificiales, parecería que el apocalipsis está todos los días a la vuelta de la esquina. De todos los escenarios, ¿cuál crees que vaya a ser el que nos lleve al último de nuestros días?
IS: Híjole, pues todas al mismo tiempo [risas]. Me aterran todas: los Trumps y los Bolsonaros, pero también el calentamiento global. Y podría también sentirme aterrada por los extraterrestres, aunque quizá son los que menos miedo me dan.
No sé qué va a llegar primero, pero también soy una optimista patológica. Hay algo en mí que no me permite hundirme ante la tragedia. Hasta hoy (no sé mañana, espero continuar así), siempre he sentido que hay una esperanza, siempre pienso que vamos a salir de ésta, siempre pienso que ya no va a haber más pandemias y que ahora sí viene lo mejor. No sé si es porque he estado tan encerrada en la ficción que ya me creí la mentira, no sé si tiene que ver con mi optimismo patológico, pero sí: no acabo de creerme que todo ya valió madres.
LRU: Si algo hacemos bien los humanos es saber adaptarnos, y eso es lo que siempre hemos hecho desde los inicios de los tiempos. En esa capacidad de adaptación reside toda la esperanza y el optimismo que tienes. Es una actitud de sí a la vida y sí a las posibilidades de mañana.
IS: Esa forma de sentir y de pensar es idéntica a la del personaje que estoy haciendo en Cabaret. Y me queda claro que ha habido muchas Sally Bowles en la historia, aunque seguramente la más conocida es Liza Minelli, pero lo que todas estaban diciendo es eso: “voy a vivir y me la voy a creer hasta que me demuestren lo contrario”. Tengo una gran similitud con el personaje, porque en verdad me siento así.
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