Ilse Salas

#Karaoke192

2203
texto Danaé Salazar
fotografía Fabiola Zamora
estilismo Daniela Navarrete
maquillaje y pelo Gustavo Bortolotti
uñas Madeleine Ramírez para CND / Beauty Art
asistente de estilismo Carlos Román
asistentes de foto Juan Luis Lemus y Daniella Feijoo
retoque digital Ahuehuete

Una colisión de ideas creativas, la provocación consciente, los ojos verdes —tremendos— de Ilse Salas. Un guardarropa completo de Nina Ricci, propiedad de Guadalupe Loaeza —época: años 80—, el cuestionamiento a la belleza obligada de las actrices y su repudio. Ilse en decadencia, Ilse representando la decadencia, la ironía, el reverso de su propio papel en Las niñas bien. La idea del lujo ostentoso, podrido, marchito, y también el paso inevitable de todo ser humano: la vejez.

 

Habrá que decir también que las siguientes líneas son, en parte, producto de la insistencia de Ilse. Quería hablar del declive de una sociedad aristócrata, burlarse de sí misma e ir más lejos en la exploración de su personaje, Sofía, al mismo tiempo que hablar sobre la naturalidad atravesando una imagen dramatizada, aguda, terrorífica y ficticia de sí misma.

 

blusa Nina Ricci falda Miu Miu collar Gucci

 

 

Danaé Salazar (DS): Cuando la vida nos arrastra a un lugar poco explorado, en el que no habíamos estado antes, hacia un rincón que achica e intimida, aplastante, es que vamos a empezar a caer. Es el comienzo de la pérdida progresiva de nuestra fuerza y de nuestra propia y única perfección. Las niñas bien, tanto el libro como la película, así como la propia imagen que simboliza su autora, podrían representar mucho de lo que es el lujo y una clase social en decadencia.

 

Ilse Salas (IS): Hace poco hablaba con Guadalupe sobre el triunfo de Andrés Manuel [López Obrador], sobre el miedo de los financieros a las bajadas de sueldo y la austeridad republicana. Guadalupe, que es una mujer acostumbrada a tener privilegios y lujos, me dijo: ‘pues me van a bajar el sueldo, voy a tener que prescindir de cosas a las que estoy acostumbrada… pero ya era hora.’ Me lo dijo con esa elocuencia, con esas palabras, y me pareció muy humilde de su parte, muy sensato y muy duro. Qué conclusión tan fuerte y qué valentía de asumirlo. Me dijo: ‘ya era hora, esto no podía continuar así.’ Mostró más dignidad de la que yo hubiera imaginado.

 

Ahora, siempre hay una nostalgia por lo que fue y por los buenos tiempos, por la época donde estás más ‘arriba’. Tan es así que Guadalupe, por ejemplo, guarda todos los Nina Ricci que ya no le quedan —que fueron la paga por sus años de trabajo en esa casa de moda, así que su guardarropa, que es mucho del vestuario que usamos en la película, no es poco—, pero no los puede soltar. Esas prendas representan la memoria de una parte de su vida que no está dispuesta a dejar ir.

 

Hace dos días me dijo, quejándose de las fotos de sus uñas (publicada en 192, edición 47), que cómo le habían hecho ese close up con las uñas todas feas. Le respondí: ‘Tú también eres eso, no siempre estás perfecta y todos lo vemos’. Y tiene la elocuencia suficiente para decir: ‘tienes razón, que hagan close up a donde quieran, es lo que es’. Supongo que le cuesta, pero también hay cierta sabiduría que debe dar la edad.

 

 

blusa Nina Ricci pantalones Iván Avalos aretes Iconique anillos Gucci tocado Armando Takeda

vestido Nina Ricci tocado propiedad del estilista

DS: ¿Cómo fueron tus primeras aproximaciones con Las niñas bien, el libro?

 

IS: Nunca lo leí de chava, sabía que existía. Sabía de Guadalupe de la prepa y la despreciaba, era como baja literatura para mí —pensando que era una joven pretenciosa que empezaba a leer más, otras cosas—, estaba en esa etapa en la que quería ser intelectual. Relacionar la literatura con Guadalupe Loaeza no cabía en mi cabeza. La escuchaba hablar y no le entendía, para mí era una niña bien, una señora de la alta sociedad mexicana que qué tenía que decirme. Nada.

 

Más grande, cuando dejé de ser tan pretenciosa, me topé con varias columnas de ella en el Reforma y le empecé a poner atención. Me hacía mucha gracia y me llamaba la atención el personaje de esta señora de Las Lomas, Guadalupe, y su muy cercana relación con gente de izquierda, carnala de a de veras de Monsiváis o de Poniatowska.

 

DS: Y luego cómo llega la película a tu vida…

 

IS: Cuando me habló Alejandra (Márquez, directora de Las niñas bien) para que hiciera el personaje principal, dije: ‘no, paso; no me gustan las comedias mexicanas que se burlan del clasismo en México’ —que no hay que tomarse a la ligera—, y asumí que la película iba a ser eso, niñas fresas y sus aventuras chistosas.

 

Lo primero que Ale me dijo fue: ‘mi interés principal es no hacer una comedia ligera acerca de estos personajes, porque me parece que es reírse del clasismo en México.’ Lo mismo que yo pensaba. En ese momento sucedió la conexión y acepté. Desde esa primera junta, se convirtió en un reto. Guion en mano y con muchas dudas aún de mi lado sobre la historia, fuimos analizando línea por línea, desmenuzándolo; nos clavamos en la época, se empezó a hacer un equipo de prácticamente puras mujeres, entonces también tenía un contenido feminista toda la obra, estaba emocionada.

 

Y desde lo más superficial —que no es tan superficial—, como la moda involucrada en la película, y yo como una gran apasionada de la moda y de las épocas, todo se empezó a llenar de elementos muy interesantes.

 

Sólo entonces entendí lo que Guadalupe hizo con Las niñas bien en su momento, que fue ventilar a una minoría mexicana, que es la élite. Ventiló sus intimidades y la exiliaron. Le dejaron de hablar. Ahí entendí el valor del personaje de Guadalupe. La exiliaron de ese mundo, pero tampoco fue nunca totalmente aceptada en el mundo de izquierda, y siempre ha estado deambulando entre uno y otro, siendo muy crítica y sarcástica, inteligente también, jugando con lo más curioso de ambos lados.

 

 

DS: ¿Ha cambiado el concepto de niña bien?

 

IS: En las crónicas de Guadalupe, aparecían comentarios que se echaban estas mujeres en sus pláticas, en la sobremesa, en el club. Comentarios que no doy crédito y que hasta la fecha escucho, incluso sin estar cerca de la alta sociedad mexicana. Despreciar lo mexicano, aspirar a lo extranjero. El valor que le dan al dinero. Permanece un clasismo profundísimo en nuestra sociedad, eso no siento que haya cambiado. El papel de las mujeres, en cambio, sí percibo que está evolucionando, porque analizando los 80 y los roles de las mujeres entonces, que no tenían voz política, que solamente aspiraban a ser la esposa de… es un rollo cultural donde históricamente venimos cargando esta cosa de ser la madre, ama de casa y estar atenida al proveedor, que es el hombre. Aunque ahorita es difícil pensar así —al menos yo no concibo mi vida sin trabajar y sin tener mi mundo aparte al de mi pareja—, todavía es muy cercano ese momento. Sin embargo, creo que hemos avanzado en materia de equidad de género.

 

DS: ¿Eres feminista?

 

IS: Sí, me asumo feminista totalmente.

saco Nina Ricci suéter Miu Miu calzones y calcetines Prada zapatos Gucci aretes y anillo Gucci brazalete Piaget

vestido Nina Ricci tocado propiedad del estilista

blusa Nina Ricci falda y collar Gucci brazaletes Piaget

 

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