Selene

"Podemos hacer lo que queremos al momento de crear"

2003
texto Danaé Salazar
fotografía Fabiola Zamora
maquillaje Hiro Yonemoto para MAC Cosmetics
pelo Kazuto Shimomura
retoque digital Ahuehuete

todos los lentes Carrera
toda la ropa Gucci primavera-verano 2024

Aferrada y valiente, pero sobre todo honesta y muy clara: Lizeth Selene es el gran despunte de una nueva generación apasionada por crear. Es un camino de guerreros en donde la batalla por los escenarios es tupida y caótica y, para Selene, no ha sido un recorrido sencillo. Nos recibe en su casa, donde vive acompañada de tres perros y dos gatos, y platicamos brevemente sobre la nieve que vimos caer en Nueva York unas semanas atrás, cuando hicimos estas fotografías. Selene eligió ser música dentro de una familia dedicada a la docencia, y recientemente el rumbo cambió de dirección. Su aparición en Rebelde (2022) le abrió los ojos y le despejó, un poco, el camino. Ahora apunta a valor seguro —haciendo uso de la persistencia que le caracteriza— en la actuación.

DANAÉ SALAZAR (DS): ¿Cómo la terminaron de pasar en Nueva York?

 

SELENE (S): Muy bien. Vimos un poco de nieve caer y también salimos a comer mucho, fue divertido.

 

DS: Hay un encanto muy especial en las grandes ciudades, a pesar de su ruido, del caos, de la locura de los que las habitamos. Eres oriunda de Acapulco, ¿cómo llegaste a la Ciudad de México?

 

S: Nos empezamos a mover por el trabajo de mi papá: trabajaba en Unilever, y cada cierto tiempo lo movían de Estado. A mis 13 años (la primera vez que salimos de Acapulco) nos fuimos a Cuernavaca a vivir tres años; de ahí, a Puebla, y de ahí llegamos al Estado de México, a Cuautitlán Izcalli, muy lejos de la ciudad. Estuve viviendo en Izcalli por tres o cuatro años, hice la universidad —estudié la carrera de Mercadotecnia y Publicidad—, pero no la terminé porque empecé a trabajar y dije “adiós”. Seguía viviendo en el Estado de México hasta que en la pandemia llegó mi primera serie. La encargada de casting me contactó por Instagram, y gracias a eso, me pude mudar yo sola a la Ciudad de México. He vivido aquí tres años. Toda una odisea.

 

DS: ¿Por qué fue una odisea?

 

S: Todo en sí era complicado: vivir en el Estado y viajar diario dos horas para llegar a la CDMX sin que me pagaran, porque al principio sólo estaba creando material personal para poder usarlo en un futuro; tenía que regresar a mi casa en la noche y era muy peligroso. En esa época tampoco tenía dinero, a veces durante el día no comía para poder pagar mis pasajes de la Ciudad al Estado; durante el día la armaba con una botellita de agua, y llegando a mi casa, comía lo que había preparado mi mamá. Fue difícil, pero la verdad no lo veo así, fue una buena experiencia y aprendí muchas cosas; fue necesario pasar por todo eso para llegar aquí.

 

DS: Pero pudiste haber terminado de estudiar, quedarte en el Estado y tener otro tipo de vida. ¿Qué fue lo que te llamó a explorar un estilo de vida diferente?

S: Desde niña he sido muy fan de la música y de lo artístico. Era fan de Danna Paola desde Amy, la niña de la mochila azul. Pensaba “wow, esta niña actúa, canta y baila. Yo también quiero hacer eso”; pero siempre lo veía como un juego, ponía sus canciones, cantaba y bailaba. Siempre quise hacer música y arte. Ahí nació mi curiosidad.

 

Soy una persona muy persistente, si quiero algo voy a hacer todo lo posible para lograrlo —aunque parezca imposible, me aferro a la idea—. Siendo foránea, escuchaba maravillas de la Ciudad de México: “aquí se cumplen los sueños”, “aquí están todos los trabajos”, “te puedes vestir como quieras”. Entonces pensé: “puedo ir a la Ciudad a ser quien quiero, seguro habrá algo que pueda hacer ahí”. Me aventé con ese sueño que tenía desde niña, y a echarle ganas. Poco a poco empecé a ganar dinero y pensé que era momento de salirme de la escuela porque me quitaba tiempo y ya tenía muchas faltas; además, fuera de la escuela estaba empezando a hacer lo que quería y a generar dinero para hacer otras cosas. Me salí de la universidad sin decirle a mis papás, me di de baja yo sola.

 

Un día llegué a mi casa y le dije a mi mamá: “me salí de la escuela y voy a empezar a trabajar. Acabo de hacer mi primera campaña, gané dinero y sé que a partir de esto va a salir más trabajo”. Me dijo: “estás loca, ¿de qué vas a vivir?”. Le pedí que confiara en mí. Ahora, cuando a mi mamá le preguntan si va a dejar a mis hermanos menores hacer lo que quieran, ella dice que “sí, porque Selene me calló la boca”. Siempre he sido muy independiente, desde niña, entonces a mis papás no les asustan ese tipo de decisiones.

 

DS: ¿Nunca te dio miedo?

 

S Claro. Me dio mucho miedo, pero creo que el miedo me hacía tener más ganas de ir, me motivaba a algo más. Pensaba: “tengo miedo, pero es hora de salir por más, y esa adrenalina es buena y me gusta cómo se siente”. Pero sí, el miedo siempre existe y siempre va a estar aquí.

 

DS: A veces el miedo es, incluso, un motor.

 

S: Sí, solo hay que sobrepasarlo.

 

“Las mujeres estamos dominando el mundo. Estamos librando la lucha del empoderamiento. Creo que estamos siendo más… utilizaría la palabra perras. Por ejemplo, en la música hay letras distintas, las mujeres estamos cantando lo que los hombres cantaban.”

DS: ¿Descubriste en CDMX todas esas cosas que decías? ¿La libertad?

 

S: Sí. Recuerdo que mi primera marcha gay fue acá hace 7 años —fui con mi prima, que tiene dos mamás, cargábamos con orgullo nuestro letrero—. Fue la primera vez que pude hacer algo así.

 

Siento que, en la Ciudad de México puedes hacer y decir lo que quieras y no va a pasar nada, a la gente le da igual. Hay más apertura y menos estereotipos o presiones del tipo de persona que debes ser.

 

DS: ¿Y tus papás cómo toman tus decisiones de vida? Es duro ser el miembro de la familia que rompe los estereotipos.

 

S: Mis papás son personas muy abiertas, son jóvenes, y siento que entienden mucho las cosas. Ninguno de los dos trabaja en el arte, en realidad nadie de mi familia. Mis tías, que forman parte de una familia con nueve hijos, son maestras, y la mayoría de los hombres y mis primas, también son maestros. Pero a pesar de su apertura, les costó trabajo apoyarme, les preocupaba mi futuro con la tirada artística. Me preguntaban: “¿Qué vas a comer?”, “¿cómo vas a ganar dinero?”. Y es que es difícil sobresalir en el medio artístico.

 

DS: ¿Nunca te apoyaron económicamente o en otro aspecto?

 

S: Nunca, en nada. Me decían: “si lo quieres hacer, hazlo, vas tú sola”. Me cuestionaban cómo iba a poder hacer música o ser actriz si nuestra familia no tenía ese antecedente y no conocíamos a nadie del medio. Y eso me motivaba a decir: “sí lo voy a lograr”.

 

DS: Tu belleza es muy particular y diferente a lo que estábamos acostumbrados. Cando lanzamos 192, el estereotipo seguía siendo de mujeres argentinas o brasileñas, blancas, muy guapas, pero con otro tipo de belleza. El estándar de belleza ha cambiado. ¿Cómo te sientes al respecto?

 

S: Me tocó ese cambio. Empecé a modelar hace seis años, por mi cuenta, y después tuve una agencia y me iba bastante bien, pero de chicas que eran parecidas a mi perfil éramos cinco, y siempre las cinco en los mismos trabajos —por lo general, había más chicas blancas que morenas—. Era difícil conseguir chamba porque para el público era difícil ver, en los comerciales y en las películas, a una persona morena, tatuada y con piercings, cuando estaban acostumbrados a ver gente blanca.

 

Al mismo tiempo fue motivador ver cómo estaba empezando a cambiar ese tema. Fue complicado, pero me da gusto que haya empezado a suceder ese cambio.

“En la industria de la música era muy complicado que una mujer hiciera lo que quería hacer: como mujer te tocaba hacer algo pop, rosa, música feliz, de amor. Y ahora ya hay de todo en el escenario: podemos hacer lo que queremos al momento de crear.”

 

DS: ¿Qué piensas del momento que vivimos ahora las mujeres? ¿Crees que es un momento diferente? ¿Qué es ser una mujer del siglo XXI?

 

S: Las mujeres estamos dominando el mundo. Estamos librando la lucha del empoderamiento. Creo que estamos siendo más… utilizaría la palabra perras. Por ejemplo, en la música hay letras distintas, las mujeres estamos cantando lo que los hombres cantaban. En la industria era muy complicado que una mujer hiciera lo que quería hacer, como mujer te tocaba hacer algo pop, rosa, música feliz, de amor. Y ahora ya hay de todo en el escenario: podemos hacer lo que queremos al momento de crear.

 

DS: ¿Qué tipo de ser humano te consideras? ¿Cuáles dirías que son tus herramientas para lograr ser lo que eres?

 

S: Soy muy aferrada a lo que me gusta, a lo que quiero, pero, más que eso, soy fiel. Soy fiel a lo que mi cabeza piensa y mi corazón quiere. Y creo que eso es un poder muy grande porque me ha llevado hasta aquí. También soy una persona muy paciente. Eso también me ha ayudado porque esto [refiriéndose al éxito que ha tenido a raíz de su participación en la serie Rebelde] no pasó de un día a otro; llevo cinco o seis años trabajando. ¿Y qué más diría que soy? No sé. Es complicado responder a este tipo de preguntas.

 

DS: La música es tu pasión y tu punto de partida. Sin embargo, en la actuación estás encontrando algo que te llama mucho. ¿Sientes que debes elegir?

 

S: La música siempre ha sido el objetivo principal. Empecé en el medio artístico como música. Hace muy poco llegó la actuación, algo que no conocía, que no sabía incluso que podía hacer. Jamás imaginé que podría lograrlo, pero descubrí herramientas y cosas que me gustan, sentimientos que no había experimentado. La actuación me fue atrapando. Así que este año me quiero dedicar a la actuación, quiero descubrir más. Me apasiona y necesito experimentar más a su alrededor. Quiero dedicarme este año a actuar, a descubrir nuevos caminos, nuevos personajes, nuevos mundos. Tengo dos proyectos que salen este año. Salgo en la nueva película de Manolo Caro, e hice una serie que se llama La Cometierra —que es la adaptación de un libro de una escritora argentina.

DS: ¿Estás abierta a los proyectos que vengan, o qué tipo de perfil, dentro de la actuación, estás buscando?

 

S: Soy muy selectiva con mis proyectos. Me gusta leer al personaje, y si no me hizo sentir nada, probablemente no haga el papel. No diría que no haría algo comercial —ya lo hice, fue mi primer proyecto—, pero creo que sí me gustaría investigar otras partes del cine o de la televisión. Algo más indie, más de culto, algo más raro. Me gustan los retos y aprender cosas nuevas. Quiero algo que implique un reto grande.

 

DS: 2022 fue un año que representó un antes y un después en tu carrera: despuntaste. ¿Fue Rebelde ese momento?

 

S: Fue Rebelde ese momento. En cuanto salió la serie, a la gente le empezó a gustar mucho, sobre todo mi personaje: Andi. Creo que se sintieron muy identificadas con ella, en especial las mujeres gays.

 

Todo pasó demasiado rápido a partir de Rebelde. De un día para otro, había un millón de personas viéndome en redes sociales; de la nada había gente que yo no conocía hablando de mí. Me sentía muy observada por todo el mundo y fue un poco complicado, porque soy una persona que sufre de ansiedad. Incluso me deprimí unos meses después de eso.

 

DS: Pero, ¿por qué?

 

S: La gente llegaba hasta mi vida personal, encontraban fotos de mi mamá de 2005 en Facebook, fotos que ni yo sabía que existían. Le tuve que decir a mi mamá y a toda mi familia que por favor pusieran sus perfiles en privado. Fue mucha información para mí. Me deprimí un poco por comentarios que recibía y que no sabía cómo tomar. Tuve que dejar de hacer cosas para evitar que acosaran a mis más cercanos. No estaba acostumbrada a vivir así. Eso me ha convertido en una persona que casi no comparte nada en redes: subo mi cara, mi trabajo y mis perros. Aprendí a lidiar con mucha gente observándome, viendo qué hago a diario. Ha sido difícil.

 

Pero hay otro lado de la moneda que es positivo. Gracias a ellos [mis fans] es que estoy aquí y soy feliz, me encanta conocerlos. Siempre que voy a algún lugar, me gusta salir con ellos, tomarme una cerveza. Es divertido saber cómo piensan, eso me gusta mucho. Ha sido una montaña rusa, pero todo para bien y siempre tomando lo positivo.

 

“Soy muy aferrada a lo que me gusta, a lo que quiero, pero, más que eso, soy fiel. Soy fiel a lo que mi cabeza piensa y mi corazón quiere. Y creo que eso es un poder muy grande porque me ha traído hasta aquí.”

DS: Claro, y aparte nadie te enseña a lidiar con eso.

 

S: Hasta puede sonar tonto, ¿no? Pensar que ésas van a ser tus preocupaciones… pero es real. Si tengo una uña mal pintada, la gente va a hablar de eso. Me pregunto cómo algo tan insignificante puede generar una conversación, ¿sabes?

 

DS: Y entonces, ¿dirías que la fama te gusta o te duele?

 

S: No sé, creo que la palabra fama es algo muy grande. No lo percibo así, sólo siento que soy una persona observada por otras muchas personas, y a veces no logro asimilarlo.

 

DS: Tu foco es trabajar…

 

S: Sí, mi foco es trabajar y mostrar mi trabajo. Que la gente lo vea y que estén ahí porque de verdad les gusta lo que hago.

 

DS: ¿Cuál dirías que es el mayor obstáculo al que te has enfrentado en este periodo de tu carrera?

 

S: Creo que lo más fuerte que he experimentado son sentimientos que ya no son del personaje, sino que pasan a ser míos porque la emoción es muy fuerte y, entonces, rebasa la barrera del personaje. Soy muy sentimental, siento mucho todo. Me pasó en Rebelde con Andi: tiene sobredosis y ataques de ansiedad. De pronto, en una escena a la que le dio el ataque de ansiedad fue a mí. Alguien por ahí me dijo que dejó de ser actriz porque sentía mucho, y eso te afecta. Está muy difícil acostumbrarte a saber o entender que no son sentimientos tuyos y que no vale la pena mezclarlos. Ése es uno de los retos más fuertes que he tenido, tener una emoción fuerte.

DS: ¿Tus tatuajes te reivindican, te protegen o son puro gusto?

 

S: Mi primer tatuaje es éste [Selene señala uno que está sobre su brazo] y es uno de los más grandes que tengo y a color, tal vez el más doloroso. Soy una persona muy depresiva desde que era chiquita, pero nunca fui diagnosticada —creo que hace falta mucha educación de las enfermedades emocionales y psicológicas en la gente de pocos recursos—. Llegó un punto en mi vida con depresión donde quería, simplemente, dejarlo todo, y empecé a lastimarme. Me lastimé mis bracitos, en ambos tengo cicatrices. Cuando llegué a los 18 y logré salir sola de mi depresión, pensé: “bueno, ya, puedo hacer lo que quiera; estoy aquí, voy a estudiar lo que quiera, hacer lo que sea”… y me tatué. En ese momento se me hizo buena idea tapar mis cicatrices, porque este brazo es el que estaba un poco más feo, pero no tenía dinero, entonces un tatuador me dijo: “puedes ayudarme como asistente y conseguir más gente; a cambio, te tatúo”. Él propuso hacerme un tatuaje chico, de unos 10 cm, sin color ni nada, una flor pequeña. Le dije: “bueno, me quiero tatuar aquí, en esta cicatriz, que de aquí salga la flor”. Empezó a dibujar encima de mi brazo y la tapó; me gustó bastante. Aún así se ven las cicatrices.

 

Con el otro brazo lo que hice fue adornarlo para que se vea más lindo. Mis cicatrices ya no me dan pena; al contrario, cuentan una historia y a veces de lo feliz que estoy, se me olvidan, pero también me gusta verlas. Los significados de mis tatuajes están relacionados con cosas de mi vida, creencias. Pienso que mi abuelita viene en forma de mariposa, entonces me hice una mariposa. Este pájaro es de la primera película que grabé (con Manolo Caro), porque mi personaje representa a un pajarito. Hay representaciones del agua, de la tierra, ojos, plantitas, estrellas, también tengo una flor que se llama Virginia, porque así se llama mi abuelita; tengo las letras de mis abuelitos y estas palabras que dicen poder, agradecida y bendecida, que son palabras que me gusta recordar a diario y por eso me las quise tatuar: me describen. También tengo mi número favorito 7, 7, 7, y mi luna de Cáncer, soy Cáncer. Aquello que me hace feliz, estará en mi piel.

 

DS: Te faltan tus perros.

 

S: Sí, están planeados, pero no sé cómo hacerlos, por eso no me los he tatuado.


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