Para ver y entender lo que el artista colombo-estadounidense Lari Pittman (Los Ángeles, California, 1952) quiere para con su obra, solo hay que ponerse de cerca. No hace falta mucho bagaje (y que no se lea que su obra no es profunda, intelectual o interesante, sino que en la simpleza de contemplarla está su magnificencia). El resto de los contrastes es añadidura y complementa una experiencia frente a frente con una obra honesta, que parte de algunas polémicas pero se resuelve con las pinceladas de nobleza, memoria, empatía y certeza de su autor.
Lari Pittman lleva más de cuatro décadas a la vanguardia, trabajando desde el corazón y la razón, dibujando cuestionamientos que buscan unir identidades y discusiones políticas públicas a la par de su identidad como un ser abiertamente queer, combinando humor con pudor, quebrando el imaginario de la heteronorma y el género binario y contando historias que quedan inconclusas en obras tan grandes como el tamaño de una fachada.
Sus paneles gigantes pintados a partir de la abstracción y una variedad de géneros pictóricos que coexisten en su obra, no buscan ser directamente controversiales, sino abordar distintos temas de forma positiva y lúdica, reaccionando de forma pacífica a las inclemencias sociales y sin rencor. Al tiempo que Lari vive, cuestiona y expresa lo que sucede en su entorno, gusta de sentirse contemporáneo respondiendo a las señales culturales del momento, jugueteando con su propio estilo que se ornamenta de impulsos estéticos y decorativos que ha aprendido a lo largo de su vida (particularmente aprendió algunos gestos y pinceladas de artesanos mexicanos que conoció en sus viajes en carretera por lo largo y ancho del país).
Construir vulnerabilidad ante la vergüenza, buscar la ruptura con su forma de existir y manejar la ironía de su identidad y privilegio frente a cosas como violencia, configuran la ironía de sus trazos y el título de esta exposición, que viene haciendo referencia a una ingeniosa frase del ícono queer mexicano Juan Gabriel, frente a los cuestionamientos de su sexualidad: “lo que se ve, no se pregunta”, pero con el twist de Pittman, para hacer hincapié en la necesidad de cuestionar lo que vemos y lo que no, mediando con destreza los discursos casi explícitos de sus obras.
Son alrededor de 40 años de trabajo y más de 50 obras —que incluso escalan el plano escultórico— reunidas en Lo que se ve, se pregunta, curada por Connie Butler (curadora en jefe del Hammer Museum, quien ha trabajado con Pittman anteriormente presentando Declaration of Independence [2019] en dicho museo), y se presenta del 4 de noviembre y hasta el 26 de febrero de 2023 en las salas del MUSEO JUMEX. La selección va desde los inicios de la carrera de Pittman como pintor, hasta sus más recientes obras creadas en la pandemia.
El MUSEO JUMEX contempla diversas activaciones para invitar a todo tipo de públicos a la muestra. Consulta horarios y actividades especiales en www.fundacionjumex.org
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