Platicar con Olga Berluti fue un deleite. Es perspicaz y dulce. Cada una de sus palabras esconde un gran cuento detrás —y nosotras queríamos escucharlos todos—. Olga hace zapatos; sólo zapatos para hombres.
Sus zapatos tienen alma propia. Olga Berluti no sólo es una institución en la industria del calzado, sino una mujer que disfruta pertenecer al mundo masculino. Ha estado en los pies de muchos, desde Andy Warhol (para quien hizo unos 500 pares de zapatos), Frank Sinatra, Gérard Depardieu o Sergio Leone. Olga es de origen italiano y proviene de una familia de zapateros —los Berluti han hecho zapatos desde 1895—, pero su empresa se encuentra en Francia, y ella habla un francés encantador.
En punto de las dos de la tarde, nos recibió en su estudio, en París. Una charla de mujeres hablando sobre hombres: sentadas al nivel del piso, sobre el tapete de la sala, y calentándonos con un té afrutado. Su voz, ronca por la tos, comenzaba la plática. Una plática que, por supuesto, tenía que iniciar con un tema masculino: el cognac.
192: ¿Te gusta el cognac?
Olga Berluti: No. No tomo alcohol. De vez en cuando (o más bien, con bastante frecuencia), me llaman amigos para venir a cenar. Amigos… siempre los hombres más importantes de París están a mi mesa. Y, obviamente, sirvo cognac. Por lo general espero a cinco personas y llegan 20. Alrededor de la mesa no hay mucho que comer, pero sí hay mucho amor. Hay mucha vida y felicidad cuando vienen mis amigos. No hay de comer, pero sí de beber.
192: Del cognac del que hablamos es Hennessy. ¿Cómo empezó esta relación con la marca? ¿Se acercaron a ti o tú a ellos?
OB: Todo empezó porque amo a los hombres. Estoy enamorada de ellos. Hombres que construyen y que, por supuesto, saben beber. Me gusta imaginar dandies, compartiendo un momento de felicidad con sus amigos, tomando un cognac extraordinario. Es una idea que me encanta.
Conocí a monsieur Bernard Arnault durante un viaje a Italia. Tuve un crush con él porque me di cuenta de que él era parte de mi universo, así como yo entendí su universo muy bien. Tuvimos una junta, pero no sucedió nada después. Un día, Bernard Arnault tuvo la idea de organizar algo alrededor de XO Hennessy. Y le comenté: “Sé exactamente qué hacer”. Diseño zapatos, pero Bernard Arnault no me pidió nada que tuviera relación con ello. Entendí qué estaba esperando. Así que le dije que sí antes de que preguntara si quería hacerlo.
Mi intención era crear algo extraordinario. Soy italiana y toda mi familia se dedicó a fabricar góndolas. Los hombres que las hacen, trabajan la madera, así que dicho material está en la sangre de mi familia. En Venecia existe la tradición de que, al casarse, la pareja recibe una cajita con sal, y cuando entra a la casa, toman sal y la avientan sobre sus hombros; eso ahuyenta las malas vibras y la mala suerte. He visto esta tradición en mi familia desde siempre. Aquí tengo una de esas cajitas, la de mi abuelo. Es hermosa y fue elaborada con la misma madera que una góndola. Me gusta la tradición. Lo que diseñé para Hennessy fue una caja inspirada en tales cajitas, pero mucho más grande: tenía que caber un gran XO.
Así que de pronto me encontré diseñando un objeto para hombres que toman cognac: elegantes, inteligentes y bien educados, hombres que tienen relojes. Una vez que la botella que viene en la caja es consumida y no hay más cognac, la caja puede usarse para guardar relojes. Lo esencial es convertir este objeto en algo útil, no un empaque cualquiera. Y así se transforma en un tesoro.
Y es que cuando diseño algo, no lo hago sin razón. No me gusta diseñar un objeto que estará en tu casa o departamento sin ningún motivo. Soy una mujer, y me gusta que todo sea perfecto; soy de una generación a la que le importa el orden, y éste debe tener un propósito.
192: Y se trata de una caja que será edición limitada…
OB: Únicamente se hicieron 150 y están numeradas. Cualquiera de los hombres que tenga un objeto como éste, es un hombre rico y elegante.
192: Cuando mostraste la idea, ¿Simplemente la amaron?
OB: Sí. Había hecho algunas acuarelas —hermosas y ligeras— explicando lo que quería hacer. Al verlas, te puedes imaginar el toque de la piel sólo con ver el dibujo. Eso fue lo que le presenté a Bernard Arnault y él se enamoró de la idea.
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XO DETAILS 192
192: Decías que Bernard Arnault entendía tu universo. ¿Cuál es ese universo, Olga?
OB: Un universo de trabajo. La curiosidad cultural. El amor por los hombres. Pero hombres respetuosos, con tradiciones y cultura. No han perdido su infancia y aún tienen muchos sueños en sus ojos, y fantasean con ser piratas y encontrar tesoros. ¿Saben? Con mucha frecuencia estoy en contacto con todos estos hombres poderosos que todavía tienen una pizca de infancia en su mente.
192: Así puedes crear una historia detrás del objeto… No es sólo el diseño.
OB: Es el mar, Italia, las góndolas… Cuando viajas en una, es porque estás enamorada. Me gustan estas ideas. Tomo diferentes elementos que me agradan, que me hacen soñar, y trabajo con ellos para crear una historia.
192: ¿Esa tradición aún existe?
OB: Sí, en las familias de abolengo.
192: ¿Cuál es el significado del cocodrilo en la caja?
OB: En el alma de cada hombre hay una parte salvaje. Este cocodrilo es una pieza de metal, representa una máscara como las que se usan en el festival de Venecia. El hombre que diseñó el cocodrilo —que no es japonés, sino marroquí—, es un artista que trabaja con arte samurai.
192: En tus zapatos hay una historia detrás. Cuando diseñas para una persona en particular, ¿lo haces pensando en una historia para esa persona? ¿De dónde vienen esas ideas, de su propia historia?
OB: Hay dos tipos de clientes. Primero, los hombres que desde pequeños usan zapatos hechos a la medida; a ellos sólo les puedes asegurar que no cambiarás lo que quieren; conocen muy bien lo que les gusta. Y el otro tipo son los hombres que nunca han tenido zapatos a la medida; no saben lo que quieren, pero quieren todo. Con este tipo de clientes tengo que adivinar lo que no dicen, lo que no saben. No puedo tener errores, pero es difícil adivinar lo que esperan. Me gustan los clientes que son muy exigentes, porque sé cómo estar ahí para ellos y nunca van a quedar decepcionados. Pero el nuevo cliente que quiere todo, cuando al final sólo recibe un par de zapatos, suele decir: “¿Por qué no escogí otro par?”. Es la parte más difícil; aunque he aprendido con el tiempo a observar a estos hombres, entender lo que quieren y lo que esperan de un zapato, y no decepcionarlos. Al final, se crea una relación de confianza. Cuando alguien me dice: “Te tengo toda la confianza”, me espanto, pierdo la confianza en mí. Prefiero cuando alguien duda. La confianza es un valor muy fuerte.
192: Sólo diseñas para hombres. ¿Por qué nunca has hecho nada para mujeres?
OB: Sólo diseño para hombres porque conservan los zapatos, incluso se los pasarán a sus hijos, de generación en generación. En cambio las mujeres cambian de zapatos todo el tiempo, los van a tirar. No tienen la noción de transmitir un objeto.
192: ¿Por qué amas tanto a los hombres?
OB: Porque ellos me aman. Y no me ven envejecer. Trabajo desde hace 51 años con hombres. Tengo generaciones completas de clientes: el abuelo, el padre, el hijo. A veces vienen aquí hasta cuatro generaciones de clientes.
El estudio de Olga Berluti, donde se llevó a cabo esta plática, estaba lleno de zapatos transformados en ex votos (con la forma del pie de la persona difunta, se crea un ex voto). Había más de 50 ex votos de personalidades como Frank Sinatra o Marcelo Mastroianni, por mencionar algunos.
192: ¿Cuál es tu ex voto favorito?
OB: Fui gran amiga de Andy Warhol. Hice este dibujo —un retrato— y a partir de eso creé un par de zapatos para él; hice unos 500 pares para Andy. El ex voto que más me gusta es el que hice para él. Trabajamos juntos por más de 30 años.
192: ¿Haces zapatos para ti?
OB: Soy vegetariana. No me gusta usar piel. Hago mis propios zapatos, pero con algodón para el verano y cashmere para el invierno.
El proyecto completo de Olga en berluti.com
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