Orly Anan: Máscaras en movimiento

Explorando identidades infinitas

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texto Mirelva Berghout
fotografía Noel Higareda
producción Alberto Rebelo
bailarines Karla E. Rosales , Jair Núñez y Eztli Ukben
coordinación de arte y vestuario Andrea Mongen
mask maker Hugo Mael
asistente de fotografía Liz Zepeda
asistente de producción Sophia Garduño

locación Laberinto de espejos de la Torre Latinoamericana

Cuando 192 invitó a Orly Anan a crear un proyecto alrededor del miedo, la artista visual decidió cambiar el enfoque del efecto paralizador que éste representa. Anan eligió explorar más a fondo la fuerza transformadora que esta emoción puede desencadenar, utilizando las máscaras como metáfora.

Las máscaras, espiritualmente hablando, pueden servir como protección, pero también cambian inmediatamente nuestra apariencia. Por lo tanto la transformación ocurre instantáneamente, pero su permanencia depende de nuestras acciones y elecciones. En algunas tradiciones, las máscaras se usan como herramientas para trascender a planos espirituales, para honrar a los dioses mediante la narración y para representar sus historias. Estos relatos, aunque centrados en deidades, transmiten sabidurías sobre la experiencia humana y expresan verdades universales.

 

El significado de las máscaras como objetos espirituales ha evolucionado debido a la colonización, la modernización y la globalización. Hoy en día, muchos las aprecian como artefactos, dándoles un valor artístico y cultural en un contexto contemporáneo. Esta mentalidad posmoderna celebra la mezcla de diversos elementos e imágenes, y da lugar a una hiperrealidad que desencadena una visión artística y creativa sin límites. Inspirándose en rituales e historias que forman parte de una gran variedad de prácticas espirituales, Orly Anan se sumerge en un diálogo lúdico pero respetuoso con tradiciones ancestrales que incluyen máscaras de una gran variedad de culturas. Su enfoque está lejos de la apropiación cultural y muestra la interconexión de religiones alrededor del mundo y, sin mucho esfuerzo, acorta la distancia entre el pasado y el futuro, dando vida a espíritus ancestrales a través de su práctica artística. Su obra está influida por el surrealismo, la Bauhaus y la estética de la ciencia ficción. El resultado son imágenes coloridas y oníricas, que reflejan la experiencia humana y las diferentes facetas en las que uno se transforma.

Orly Anan es una artista colombiana-israelí que reside en la Ciudad de México. Visité su estudio mientras se creaban las imágenes para este proyecto. Desde la distancia, observé cómo dirigía a su equipo, acercándonos cada vez más a las imágenes que viven en su mente desde hace mucho tiempo. Anan siempre construye su obra en estrecha colaboración con un equipo cuidadosamente seleccionado. Un recordatorio de que, si uno quiere llegar lejos, tiene que ir con otros. El proceso de trabajo de Anan es muy intuitivo, y a través del tanteo visual se acerca a las imágenes que viven en su mente. Cuando le pregunto de dónde viene su fascinación por las máscaras, me habla de las fantasías teatrales que juegan en su cabeza. En esta fantasía, figuras en busca de libertad suben al escenario y las máscaras se convierten en canalizadores de esta liberación. Anan explora esta realidad de muchas maneras diferentes, en distintos escenarios, mezclando temas contemporáneos y simbolismos antiguos para llegar al mismo destino por caminos diversos. Para ella, este destino es una hiperrealidad, un estado de imaginación sin límites que la mayoría de nosotros conocemos desde que éramos niños. La artista subraya que nuestra realidad actual también es inmensamente inspiradora —a menudo se sorprende ante las maravillas de la naturaleza—. Sin embargo, crear el universo de sus sueños es lo que más le atrae.

 

Cree que los artistas tienen la sensibilidad no sólo de curarse a sí mismos a través de la creación de sus obras, sino también de conjurar en el reino físico las cosas que imaginan. En esta práctica no hay una meta final, sino un compromiso para toda la vida: una investigación del infinito. Justo cuando cree que ha conseguido capturar la imagen que vio mientras soñaba, ésta vuelve a transformarse en otra cosa. Al igual que en sus obras, a veces una máscara se coloca debajo de otra. Como una capa más de la identidad que no está totalmente preparada para presentarse al mundo exterior, un proceso que puede durar infinitamente. Esta interpretación también llevó a Anan a elegir la fotografía y el video como sus medios preferidos, ya que poseen y captan de forma inherente el proceso de transformación.

El concepto de infinito se explora especialmente en su obra de video Ein Sof, que se estrenó durante la semana del arte 2023 en la Ciudad de México. Presentada entre figuras esculpidas que encarnan algunos de los temas de la obra, junto a sillas y sofás acogedores, la presentación completa sumerge al público en la esencia misma de la pieza, incitándole a pasar más tiempo con ella, incluso hasta el infinito, si se desea. Para sus obras, Anan crea mundos que le permiten atravesar la tensión artística que ofrece el performance. La forma en que captura estos momentos me recuerda la manera en que se registraban los art happenings en los primeros años de la invención de la fotografía. Al poner en escena estos performances, Anan ha encontrado la forma de introducirse en la obra a un nivel metafísico, recordando que el medio fotográfico es siempre una especie de performance en sí mismo. Pensemos en el sujeto que se coloca delante de la cámara y en el creador de la imagen que ejecuta los mismos pasos meticulosos que desencadenan los aspectos técnicos de la captura de un momento en el tiempo.

 

 

Al igual que algunas prácticas espirituales, como la meditación, la obra de Orly Anan tiene un grado de repetición y precisión, creando su propio ritual. En su infancia, un ritual recurrente que ahora practica activamente para recibir el nuevo año es el rito del Carnaval. Desde los dos años, Anan participaba en los desfiles de la Batalla de Flores de Barranquilla, Colombia. Disfrutaba de los festejos, las risas y los disfraces que todos elaboraban como ofrenda y como forma de reflexión sobre el año y, lo que es más importante, sobre el año venidero. Ella me cuenta que ahí es donde cada temporada puede ver de cerca —y en persona— la naturaleza transformadora de las máscaras. Trabajando a menudo con bailarines contemporáneos, los sujetos del universo de la artista se presentan en intrincadas poses que requieren mucha habilidad —su poder opera tanto física como emocionalmente—. El nivel de confianza que poseen los bailarines abre un espacio para la transformación constante. Los sujetos de las obras de Anan tienen un alto nivel de control, están al mando y aluden a un enigmático sentido del conocimiento. Proporcionan una fusión perfecta entre las máscaras y el viaje universal del autodescubrimiento y la metamorfosis. Las imágenes de Anan funcionan como espejos que reflejan partes ocultas u olvidadas de nosotros mismos. Las máscaras son una herramienta fundamental y un tributo a la complejidad de la experiencia humana.

 

En esta serie, creada para 192, Orly profundiza en su archivo de más caras, embarcándose en un viaje para replantear, repensar y rearticular las complejas nociones de identidad. Buscando enfrentarse a algunos de sus propios miedos en torno a la creación artística, desvela la máscara como símbolo de protección, dándole el valor necesario para enfrentarse a cualquier tipo de reto. Visualmente combina la fotografía en blanco y negro con su estilo personal de fotografía en colores vivos. La narrativa que está presente en todas las imágenes camina por la delgada línea que separa la apariencia externa de la realidad interna, animándonos a cuestionarnos a nosotros mismo.

 

Los bailarines que adornan el escenario encarnan las características propias de las máscaras, iniciando una emocionante interacción entre sus señales visuales y una nueva interpretación a través del movimiento. A medida que bailan, la esencia de cada máscara se acentúa o se diluye sutilmente, dando lugar a una fascinante danza de dualidad y transformación. El escenario representado en las imágenes se convierte en un teatro omnipresente, creando un espejo fantástico que refleja la experiencia humana. Al igual que los sujetos de las imágenes, todos nos miramos en los espejos del escenario que es la vida.

 

Actualmente, Orly está desarrollando su trabajo más desafiante hasta la fecha. Después de trabajar en el festival Mutek MX por primera vez en 2022 —lo que dio lugar a la obra Cosmic Navel: A Journey into Transcendence—, Anan repetirá este año. Esta vez creará una obra de arte performativo en colaboración con la cantante experimental japonesa Hatis Noit. La obra explorará los principios de la cábala y tendrá lugar en el exterior del Museo Anahuacalli como mágico telón de fondo.

 

Entusiasmada con este próximo proyecto —que incorporará el sonido como componente central—, Anan me dice que el teatro musical trasciende el lenguaje y las disciplinas, lo que para ella es otra forma de mostrar, a un público diverso, nociones universales en torno a la experiencia humana. El arte de Orly Anan es para quienes se atreven a emprender el viaje de la autorreflexión mientras se les sirve una colorida sinfonía de temas espirituales.

 

Adquiere tus boletos para Mutek Mx en el Museo Anahuacalli aquí.


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