Sin miedo a caerse: Primera Parte

Podemos encontrar un sinfín de retos que potencialmente nos paralizan. Desde la aceleración de la disrupción medioambiental y las transformaciones políticas, a la inseguridad y violencia. El miedo es un sentimiento compartido, casi comunitario. Al mismo tiempo, las personas que crean, que emprenden, que defienden nuestros derechos y que cuestionan, nos recuerdan que existen posibilidades infinitas de construir nuestros caminos, que lo que queremos lograr es posible. Los siguientes personajes hablan del miedo como un motor para materializar los sueños.

 

 

RAFAEL, Fundador de @Rejected.Mx

Rafael Delgado me recibe en su estudio en la colonia Guerrero, entre racks de prendas que han sido intervenidas, bultos de otras que aún no rediseña y un par de máquinas de coser sobre una mesa larga. Se sienta mientras prepara un porro y me cuenta de su apego por la ropa y cómo no dejaba que su mamá le tirara nada de niño. Es de Guadalajara y se define autodidacta, aunque no por eso ha estado alejado de la industria de la moda. Trabajó muchos años en retail en marcas deportivas, de rango medio y de lujo, acumulando experiencias sobre el negocio de vender una prenda y el proceso que muchas veces no vemos como clientes. También trabajó en tiendas de ropa vintage, y esto le llevó a ser crítico sobre los discursos de sostenibilidad y la transformación de la ropa de segunda en un bien de lujo.

 

“Empecé a ver la necesidad de recuperar la ropa que nadie quiere o que nadie va a comprar. Iba a las pacas y me llevaba lo que tenía un hoyo o una mancha, porque costaría menos y porque evitaría que una prenda se volviera desperdicio. La idea es crear piezas nuevas a partir de residuos para detonar una economía circular y, en el camino, apoyar a vendedores viejitos o a los que no tienen los puestos grandes.”

 

A través de tutoriales se enseñó a coser y creó Rejected, un proyecto que ha crecido a ritmo constante y que se ha transformado en una comunidad. Es una iniciativa que invita a la gente a que consuma algo sustentable mientras explora las intersecciones entre la moda y su propio cuerpo.

 

“De las marcas internacionales aprendí las estrategias para lograr que la gente compre lo que ya no quería. Me gusta crear algo único, me gusta lo hecho a mano, lo que se siente imperfecto, lo artesanal, y creo que aquí logramos amalgamar todos los huecos que esas marcas no consideran. De las tiendas vintage aprendí que sólo aquello que tiene más de 20 años puede ser considerado como tal y que pueda adquirir ese valor; entonces tenemos montones de ropa que esas tiendas no mueven. Esto ya no es sustentable ni accesible; el sistema del vintage limita que usemos todo lo que ya existe y promueve que sigamos produciendo cosas nuevas. Además, está el factor del precio elevado, que excluye a cierto sector y lo vuelve elitista. Y el del transporte: algunas boutiques vintage en México compran de colecciones de otros países o de Goodwill y vuelan la ropa, contaminando aún más, en vez de que venga de entornos más cercanos, generando menor huella.”

 

Rafa cree en un futuro de la moda sin sobreproducción, tanto que para alejarse del sistema de retail que conoce, se tatúo la cara, recordatorio de que no volverá. Es un apasionado de investigar sobre las problemáticas de desperdicio textil actuales, del desierto de Atacama a los tiraderos en Kenia. Para él, el futuro tendrá que ver con una industria que pueda adaptar sus modelos de negocio y sea capaz de transformar sus residuos.

 

“Me interesa mucho compartir este conocimiento, quisiera crear un ejército de niñes de la moda que puedan hacer una colección y después, con sus residuos, hacer otra cosa, lo que sea; conscientes de que pueden tomarse su tiempo y producir bajo otras reglas. La moda es un fenómeno atemporal, contrario a las nuevas dinámicas de hiperconsumo; podemos comprar algo de cualquier temporada y adaptarlo a nuestro tiempo y estilo. La creatividad nos hace consumir menos, y eso nos lleva a ser un proyecto que desdibuja las categorías de género o de talla, y que permite que quien visite el taller explore una prenda de la manera que quiera.”

 

“Nos gusta que las personas vengan al taller y que las piezas terminen de personalizarse aquí, que se diviertan con ellas y que vivan un momento de descubrirse seguras, que puedan experimentar euforia de género. Vivimos en un apocalipsis y vestimos a la gente para este entorno hostil. El miedo es una constante en mi contexto, el de mis compañeros LGBT y mis amigues. Salir de esta colonia vestide como realmente quieres no es fácil, pero nos ha hecho reunirnos y crear esta comunidad. Liberarnos del miedo y ayudar a otras personas a que se encuentren a sí mismas, a través de la moda, nos hace sentir un poco más fuertes.”

 

CONCEPCIÓN, Artista sonora @Cncpcn

 

Originaria de León, Concepción Huerta estudió Medios y Animación en Guadalajara, aunque siempre estuvo de cierta manera involucrada con el sonido, en grabación para cine y creando reportajes documentales de músicos. De niña estudió piano, pero su profesor la traumó y la volvió renuente a regresar a la música. Lo que sí le llamó siempre la atención fue poder crear narrativas a lo largo de distintas disciplinas, formas de llegar a la gente, ya sea a través de la imagen, la intervención en el espacio o la creación de sonidos.

 

En Guadalajara trabajó en el festival Sociacucia, lo que la llevó a conocer a músicos más experimentales, así como softwares como MaxMSP. Después se mudó a la Ciudad de México, en donde siguió realizando registro visual de artistas sonoros y, al trabajar con Fernando Vigueras, comenzó a tocar y a compartir su trabajo personal. “Llevaba tiempo experimentando con fotografía y sonido, utilizando el cassette como medio, pero esto me llevó a enfocarme más en la creación musical.”

 

Concepción compone para cintas magnéticas; en éstas integra sintetizadores, pedales y procesos que la hacen ser consciente de cada sonido, de cómo se graba y cómo se procesa. “Todo mi proyecto depende del proceso completo, hasta cómo se reproduce la grabación. Grabo también para poder mezclar en vivo y así ir construyendo composiciones.” Además, esta experimentación sonora se va enriqueciendo gracias a la colaboración. “Me gusta colaborar con los músicos que me interpelan la escucha y que me llegan, lo que me ha llevado a tener varios proyectos como el ensamble de Amor Muere, con Camilo Ángeles, Fernando Vigueras, María GC Goded, Mabe Frati y otros. He desarrollado varios proyectos con Anahy Cabrera aka Zeta desde hace más de un año; juntas creamos un show audiovisual. Por eso creo que no soy una sola cosa, sino que mi práctica atraviesa distintas disciplinas. Y aunque ahorita me enfoco en el sonido, la música y la no música, disfruto cuando todas las disciplinas se tejen para generar un proyecto complejo.”

 

Para Concepción, su mayor miedo es la inmutabilidad: que las cosas no cambien. “Me da mucho miedo ver que después de la pandemia seguimos siendo poco empáticos ante las problemáticas actuales. Yo creería que nos haría más conscientes de las problemáticas humanitarias. El miedo para mí ha sido observar el nivel de destrucción que genera el sistema capitalista y nuestra propia desconexión con la naturaleza”.

 

Su acercamiento a cada proyecto es diferente, a veces surge de querer hacer un comentario y otras de jugar con una técnica. Personal Territories se hizo con puras grabaciones de cintas y se compone de la idea de que el sonido se transforme en un mensaje subliminal. Mensaje que juega con la idea del cuerpo como nuestro territorio y que protesta contra la violencia de género, contra la invasión de estos territorios a través de las herramientas violentas y machistas. Harmonies from Betelgeuse, su trabajo más reciente, tiene la intención de estar conectado a estructuras musicales a través de sintetizadores, lo que resulta en un sonido más melancólico, aunque no deja de lado la narrativa —cuenta la historia de una estrella que manda señales a la Tierra y está a punto de morir—. “El disco que sale el próximo año explorará otras frecuencias y otros estados; tiene que ver mucho con la escucha profunda del sonido y su conexión a la meditación, no es ‘música’ sino pasajes meditativos.”

 

Concepción se va a estudiar a los Países Bajos una temporada, para especializarse en lo que le gusta, en la psicoacústica y la espacialidad del sonido. En un futuro ve su trabajo expandirse hacia la danza y la instalación. “Nunca tengo pensado que cada proyecto termine en un disco, pero quiero seguir trabajando en cómo se lleva a una situación en vivo, quiero aprender de muchas cosas distintas y que el sonido me lleve a otros lugares, sin estructuras rígidas.”

 

MARIANA, Locutora de radio y creadora del bar El Micky @Sussyoh

Mariana Vidal estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana con subsistema de Antropología Social, aunque lo que más le gusta es la música. Esto la ha llevado a trabajar como locutora, primero en Reactor y desde hace seis años en Convoy. “Soy más radio Dj, presento canciones y comparto lo que encuentro. Me encanta ver la manera en la que la música nos une, a lo mejor por esa base teórica. El bar (El Micky) es el experimento perfecto para mí como antropóloga. He unido los puntos de lo que me ha apasionado más en la vida a través de él. Estoy aquí de miércoles a sábado manteniendo la vibra del lugar.” Me recibe en una mesa frente a la pista, con las luces de colores encendidas, pósters de Tupac y portadas de discos en las paredes, un ambiente que, así sin gente, se siente un poco más cercano a una cantina local o a un bar playero. Le pido que me cuente la historia.

 

“Viví cerca de la Casa Luis Barragán hace como 10 años y siempre pasaba por este lugar, pensando que sería un espacio ideal para abrir un bar. El año pasado acompañé a una amiga a que se hiciera una limpia y me hice una también —creo que la necesitaba más que ella—. Al día siguiente, 8 de marzo, pasé por aquí y el espacio estaba abierto. Arriba hay un salón de eventos y éste era otro bar que me platicaron que se estaba traspasando; me senté y me tomé una chela. Pensé lo que podría hacer con él y me emocioné.”

 

Mariana se acercó a su familia, les contó la idea y la tomaron a broma. No creían que pudiera administrar un bar ni entender todas las complicaciones que esto conlleva. “En mi caso, no tener idea y simplemente lanzarme fue lo mejor que pude haber hecho. Invertí muy poco y abrimos en junio. A medida que creció, ellos comenzaron a apoyarme y ahora es un negocio completamente familiar. Mi mamá hace las compras, mi papá administra y mi hermano es el jefe de mano dura. Es piloto aviador, entonces creo que trae la habilidad para ser capitán.”

 

Se llama Micky por estar cerca de la delegación Miguel Hidalgo y por considerar a San Miguel Arcángel como su protector. Desde el inicio el concepto del lugar ha sido claro. De las 7 a las 10 p.m. tiene un mood más de cantina, relajado y con un menú inspirado en los botaneros de Chiapas (e ingredientes que se traen de allá), de donde Mariana es oriunda. Más tarde, El Micky es un guiño nostálgico a los bares a donde iba de vacaciones en Cancún durante el spring break. Bares donde hace calor, pero que están abiertos a todo el público y todos se la están pasando bien. No hay muchos espacios como éste en la ciudad, que aboguen por una fiesta democrática. Acá conviven jóvenes locales, personas de todas las identidades, orientaciones y clases sociales. El logo fue creado por Candela Sonidera y Mariana lleva la comunicación del bar, el merch y las redes sociales. Con esta imagen se venden camisetas, vasos, pines y collares. “Me encantaba la imagen del Hard Rock y cómo se transformó en un símbolo.”

Vidal también tenía claro al disc jockey que quería de residente. Dj Bear trabajaba en el Jacalito, un bar que cerró hace tiempo y que Mariana recuerda como uno de sus favoritos. “Llevaba varios meses intentando dar con él, y un par de semanas antes de abrir encontré su tarjeta en una bolsa. Le llamé y lo invité. Estaba a punto de dejar de ser Dj y lo convencí de regresar. Bear ha sido un gran acierto del lugar porque entiende perfecto el concepto de fiesta que quiero”. Y aunque más temprano se escucha una selección variada que Mariana hace, de Chalino Sánchez a Willie Colón o a Siouxsie and the Banshees, a partir de las 11 se escuchan los éxitos del momento. Les ha ayudado la globalización de la música en español, de Rosalía a Bad Bunny el año pasado, y éste a Peso Pluma. “Me gusta vivir este momento en el que 85% de la música más popular es en español y que el bar lo refleje.”

 

Mariana me dice que se describe como frita con suerte. Mickey Mouse está cumpliendo 100 años y con esto prescriben los derechos de su autoría. “No vivo con muchos miedos, no creo que se pueda tener miedo a lo que no conocemos, y eso ha dictado cómo he hecho las cosas en mi vida. Aprendiendo sobre la marcha y sin quedarme con ganas de nada. Lo único que me atormenta es perder a mis seres queridos, pero nunca me clavo pensando en el presente o en el futuro. No pienso qué va a pasar después de El Micky, estoy conforme con cómo está ahorita y quiero disfrutarlo, seguir creciendo su comunidad y llevarlo temporalmente a otros espacios, como sucedió en Ceremonia, y pronto a otras ciudades.”

 

PALMIRA, Maratonista ciega @palmiraramirezcardenas

Me encuentro con Palmira Martínez en el Monumento a los Niños Héroes en Chapultepec al término de su entrenamiento. Entre la gente, se detiene ligera sobre un barandal a esperarnos. Mientras posa para sus retratos, demuestra la seguridad que ha construido con el tiempo. Luego nos sentamos en una banca y me platica: “Nací con discapacidad visual, malformación del nervio óptico. Cuando terminé la primaria, la directora le dijo a mi mamá que ya no había más para mí —esa afirmación marcó mi infancia—, que me llevara a casa y ahí me tuviera, que no había otro camino para mí. Fue como ponerme una etiqueta que me limitaba y que me definía, una que me mantuvo encerrada en mi casa, ayudándole a hacer los quehaceres. Pasaron varios años y me la creí, pensaba que el mundo ya no tenía nada más que ofrecerme, pero fui dando pequeños pasos para comprobarme que ése no era el caso. Terminé la secundaria y poco después quise probar suerte con algo que siempre me llamó la atención: el deporte”.

 

“La gente a mi alrededor tampoco me animaba, todos siempre tuvieron (incluso yo), la misma idea de que, por no ver, tampoco podía hacer ninguna actividad física. Siempre he sido muy inquieta y con ayuda de mi hermana comencé a salir a caminar. Era una manera de mantenernos activas y, anímicamente, de darme cuenta de que podía hacer otras cosas. Busqué emplearme cerca de mi casa, me dediqué al comercio. Y después de muchos años de caminar intentamos trotar, distancias cortas, siempre cerca de casa. Cuando descubrimos que sí se podía, no paré.”

 

A Palmira el miedo la ha marcado en dos momentos distintos. “El miedo fue coraje, recordar lo que me habían dicho de niña. El miedo me orilló a salir de ese sentimiento, a convencerme de que podría moverme y a demostrarme que la discapacidad no sería una barrera para lograr lo que me gusta hacer, que no iba a ser un mueble más en mi casa. Comenzar a correr me motivó a seguir estudiando y a ser constante con mi entrenamiento. Me adapté con mi hermana y decidimos correr una carrera de 5 km. Llegar a la meta rompió la etiqueta y los límites que se me habían impuesto; ahí descubrí mi pasión. Y aunque por unos años, por falta de recursos para inscribirme a las diferentes competencias, tuvo que ser una actividad esporádica, desde hace 11 años entreno en forma.”

 

Luego las invitaron a una carrera de 10 kilómetros y conectó con Halcones Corredores Ciegos, quienes fueron guías de los participantes. Su guía en el entrenamiento le dijo que les iría bien y, al terminar la carrera, descubrió que habían ganado el primer lugar. No se la creía. “Subirme al podio y escuchar a otros atletas motivarme, me animó a meterme al equipo y descubrí que era muy rápida y que iba avanzando en distancia y mejorando en tiempo, además de que me sentía físicamente mejor. Después de un tiempo corrí medio maratón en Veracruz y al año de entrenamiento hice mi primer maratón. Sé que a mi edad no tengo la energía que pueden tener atletas más jóvenes, pero soy muy disciplinada y afortunadamente he logrado podios como el segundo lugar del Maratón de la Ciudad de México. No aspiro a estar al nivel de atletas paraolímpicos de alto rendimiento, pero siempre doy mi mejor esfuerzo y la competencia es conmigo misma.”

 

Le pregunto qué siente al correr, cómo describe interna (y externamente) esa experiencia. “Me encanta. Cuando corro, me siento en libertad. Disfruto sentir el aire en la cara y descubro aromas que me dicen ‘estás aquí’. En Chapultepec, es el aroma de los árboles, del pasto, el sonido de las aves y de la gente. Se me olvida que no veo, fluyo, pienso que vuelo. Me siento un pájaro libre.”

 

Además de corredora, Palmira ejerce profesionalmente como coach ejecutivo.

 

Lee la segunda parte de “Sin miedo a caerse” aquí.

 

 


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