Sentado en la oscuridad de una sala de cine pude sentir el contraste emocional de lo que sería festejar a alguien cercano sabiendo que tal vez sea la última vez que nos veamos. Me atrevo a decir esto porque la efectividad de Tótem no radica en la complejidad de su trama ni en sus ‘giros de tuerca’, sino en cómo es retratada. 

Esta cinta se presenta como una ficción; pero la dirección de Lila Avilés, los movimientos de cámara, la proporción de la imagen y las interpretaciones hacen que ésta parezca una obra documental más que otra cosa.

Un ejercicio en el cual Avilés toma la cámara y nos sumerge en las dinámicas de una familia que le organiza una fiesta a uno de sus integrantes, todo esto principalmente a través de la perspectiva de Sol, una niña que ve todo desde la incertidumbre que le provoca la situación por la que están atravesando.

“A una corta edad puedes obtener una idea de las cosas. Siento que eso me gusta mucho, esa capacidad que tiene que ver con la percepción y la observación: detrás de cada persona hay un infinito,” menciona la directora en su entrevista con 192.

Me gusta pensar que el arte no se define por lo que vemos, sino por su naturaleza, por su esencia. Y esta cinta es un ejemplo perfecto. Abrazando una fibra muy importante para todxs nosotrxs como lo es la familia, pues logra compartir un mensaje muy delicado y bello sobre lo que es estar aquí, presentes.

“… La observación es un estar en el mundo, en el hoy. Es escuchar, sentir, tocar, porque estamos inmersos en todo. Si no somos capaces de estar en el presente con los otros o con nosotros mismos, menos conexión tenemos,” cuenta Lila a 192.

Estamos a unas cuantas semanas de que se anuncien los nominados en la categoría de Mejor Película Internacional en los premios Oscar y, sin duda, Tótem es una de las favoritas. Pase lo que pase, podemos sentirnos orgullosos de Lila Avilés y su segundo largometraje.

Tótem está disponible en cartelera.