Lila Avilés: Outsider en el cine

La observación es una meditación

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texto Brenda Lozano
fotografía Yvonne Venegas
maquillaje y pelo Jessica Díaz
toda la ropa Miu Miu Primavera-Verano 2023
locación Hotel Mondrian Mexico City Condesa

En tiempos en los que a las películas se les pide una tensión constante, se espera que “pasen muchas cosas” y si salen en plataformas se busca que haya actores o actrices famosas porque siguen la lógica del mercado, de los likes y los followers, el trabajo de Lila Avilés deslumbra por tratar historias que resisten a la lógica del mercado, historias más bien comunes y corrientes de la vida diaria, como La camarista (2018), que trata de la vida de una mujer que trabaja limpiando las habitaciones en un hotel, o su reciente cortometraje sobre una mujer que trabaja como guardia en una galería de arte que en sus tiempos libres le gusta cantar. Parte de una generación de directoras mexicanas que la están rompiendo internacionalmente —quizá la primera generación de mujeres directoras de cine que marcan una nueva cota—, Lila Avilés (CDMX, 1982) es directora de cine, guionista y productora. La camarista, su primera película, recorrió varios festivales internacionales y le mereció el Premio Ariel a la mejor Ópera Prima, entre otros reconocimientos. Estrenó recientemente Eye Two Times Mouth, el cortometraje 25 de Women’s Tales que le comisionó Miu Miu, y estrenó Tótem, su segundo largometraje, la única película latinoamericana que compitió por el Oso de Oro en la 73o Berlinale. Antes de terminar la mezcla de audio del corto y antes de su viaje a Alemania para estrenar su película, platicamos con ella sobre su trabajo.

 

BRENDA LOZANO: Vi La camarista y recientemente tu cortometraje para Miu Miu Women’s Tales, y me da mucho gusto poder platicar contigo. Quería preguntarte: ¿dónde encuentras las historias?, ¿qué las detona?

 

LILA AVILÉS: Es muy loco porque desde chica siempre tenía esa necesidad por escribir cosas. Obviamente escribía las cosas más horrorosas, pero veía una película y terminaba escribiendo, convirtiéndola en una obra de teatro, la presentábamos entre mis primos y yo. Siempre me gustó mucho leer, tenía una fijación por la lectura. Me gustaban mucho estos libros donde vas eligiendo el final, era una adicción ir al Sanborns con mi papá y sentarme horas a cambiar las historias. También una amiga me abrió un universo muy especial en el teatro. Lo que es muy bonito del teatro, en particular de la narraturgia, es que uno puede ser lo que uno quiera. Yo me clavé en el teatro.

 

 

BL: ¿De lleno? Cuéntanos un poco más sobre eso.

 

LA: ¡Sí! De súper lleno, una vez que dije voy, voy. También fui mamá joven. Tenía 24 años. Digo, no fui mamá de 15 años, pero como ahora están las cosas, sí era chavita. Eso hizo que trabajara en muchísimas áreas. Además fui maquillista, asistente de dirección, asistente de producción… Lo lindo fue que trabajé mucho tiempo asistiendo a una directora. Aprendí a hacer vestuario, aprendí todo. Lo que es interesante del teatro, es que lo armas entre dos; ahí empecé con la ópera.

 

BL: El tema de la ópera se liga con tu corto para Miu Miu Women’s Tales.

 

LA: Sí. Curiosamente empecé trabajando con Juliana Faesler hace muchísimo tiempo. Y la primera ópera en la que trabajé fue una Madame Butterfly, hace 13 o 14 años. Pero no es lo mismo verla en un teatro gigante, como en Bellas Artes o en el CNA, que en un cuartito. Y de pronto ¡púmbale! Sientes ese rallazo. A partir de ahí me volví loca.

 

BL: Has trabajado en muchos puestos detrás de cámaras y tras los escenarios y también has sido actriz. Me pregunto, a la hora de dirigir, ¿cómo te relacionas con tus personajes y con el resultado final?

 

LA: Te da sentido común. Toda mi vida quería dirigir en cine, era mi sueño, pero no había estudiado Cine ni Teatro. Fui mamá, tuve mil trabajos, y haber trabajado en tantas áreas, te ayuda a tener respeto por el oficio de los otros; te ayuda a adorar más el querer dirigir. Sabía que me iba a tardar, pero no importaba cuánto, algún día iba a dirigir. Cada área es muy compleja: hasta para pedir un dobladillo, hay que saber hacerlo. Entonces siento que lo que me dio el teatro fue perfecto. El teatro te da humildad, ahí no hay fama, no hay nada, es una bola de entusiastas y te tiras a matar por la obra. Siento que eso fue muy lindo.

 

BL: ¿Cómo se relacionan las historias que cuentas, La camarista, el corto para Miu Miu Women’s Tales y Tótem?

 

LA: Hay algo sobre la observación que me apasiona. A veces me regañan en mi familia. Mi mamá me dice: “no veas tanto”. Me gusta mucho observar, me gusta mucho pensar. Detrás de cada persona hay un misterio, nunca sabes qué historia puede haber ahí atrás. No tienen que suceder malabares, todo el mundo trae cargando una historia, y eso me apasiona mucho. Pensar en el caso tanto de La camarista como del corto para Miu Miu Women’s Tales: son personajes muy femeninos, que se encuentran en estos espacios que son ambiguos, que de pronto puede haber mucha gente, pero son espacios en los que también puedes pasar mucho tiempo en soledad. Yo también soy así, puedo estar con mucha gente, pero también amo mi soledad, amo ir sola al cine y amo viajar sola. De alguna forma Tótem también es eso.

 

BL: Sobre el proyecto para Miu Miu Women’s Tales, ¿podrías contarnos un poco más sobre tu búsqueda?

 

LA: Me interesaba mucho hablar sobre el arte, cuestionarlo, y me parecía precioso que la protagonista del corto habita el arte. La invitación al proyecto de Miu Miu Women’s Tales fue muy linda. Yo ya había visto otros cortos que me gustan mucho. Más allá de si es una marca de lujo o no, te dan libertad. Ésa es la palabra clave. Yo no he querido hacer series, quiero seguir haciendo cine. Este tipo de iniciativas ayudan a que uno siga jugando, experimentando. Es un regalo que te den carta abierta para hacer lo que quieras. Eso, por una parte, y, por otra, tenía que incluir vestuario Miu Miu en su totalidad, pero para mí era importante que fuera un complemento, que no fuera protagónico. También lo emocionante de ese proyecto es que por ahí han pasado Agnès Varda, Lucrecia Martel, ahora Carla Simón, Mati Diop, gente bien chida, cada una con su delirio. Entonces, qué invitación tan deliciosa.

 

BL: En ese sentido, eres parte de una generación de directoras mexicanas que les está yendo muy bien. Quería preguntarte más por tus compañeras, quizá amigas o colegas, ¿hay, por ejemplo, diálogos entre sus trabajos?

 

LA: De pronto hay conexiones entre los proyectos para Miu Miu Women’s Tales que me parecen lindas, y puntualmente en México estamos en un momento increíble de directoras mujeres. Soy un poquito outsider, en el sentido de que no estudié en las escuelas de cine, pero he tenido la fortuna de irme encontrando con varias en el camino. Creo que también venimos detrás de Guillermo Del Toro, Cuarón o Iñárritu, queramos o no queramos, y aunque, sí, son hombres, también han abierto un camino grande. Cada vez más chavitas se me acercan a preguntarme: “oye, y ¿cómo le hago?”. ¡Pos haciendo! También vivimos en una época bien chida. Obviamente levantar una película es todo un esfuerzo, pero también puedes hacerlo con la cámara más sencilla, puedes aprender en internet. Yo aprendí a editar gracias al bendito YouTube, pero es echarte al ruedo.

 

BL: Tus personajes protagonistas en La camarista y el corto para Miu Miu Women’s Tales son mujeres que observan muchas historias y vidas de otras personas. En el caso del corto, la guardia cuida obras de arte mientras observa a las personas en la galería. La camarista también va hilando a través de los objetos en el hotel las historias de las personas que pasan por ahí. Nos puedes contar un poquito de esta figura de observadora.

 

LA: Siento que la observación es como la meditación. Inclusive puedes observar sin los ojos, sin ver. Pensamos que sólo observamos con los ojos, como el personaje de Lucho del corto [un hombre ciego], pero la observación es un estar en el mundo, en el hoy. Es escuchar, sentir, tocar, porque estamos inmersos en todo. Si no somos capaces de estar en presente con los otros o con nosotros mismos, menos conexión tenemos. Aunque en Tótem la observación es muy diferente. La protagonista, aunque es una niña, tiene ya una percepción de la vida y de los otros. A una corta edad puedes obtener una idea de las cosas. Siento que eso me gusta mucho, esa capacidad que tiene que ver con la percepción y la observación: detrás de cada persona hay un infinito.


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