Maria Grazia Chiuri, directora creativa de Christian Dior, presentó su más reciente colección primavera-verano 2021 en una carpa instalada en el Jardin de Tuileries en París, bajo las reglas del distanciamiento social y con una sola cosa en mente: las necesidades de todos han cambiado, por lo que el mundo de la moda está obligado a hacer su parte para caber en esta “nueva normalidad”.

“Estamos atravesando un periodo de crisis que ha cambiado radicalmente nuestro comportamiento, hábitos y rituales”, se leía en las notas del show, “nuestro espíritu ha cambiado, y también la expresión de nuestros cuerpos.”

La colección —de 87 looks— es un recorrido con inspiraciones de varios rincones del planeta, pero con un mismo hilo conductor: el confort y la sencillez al vestir es fundamental. En ese sentido, Chiuri creó piezas amplias, lánguidas y de materiales ligeros, fáciles de llevar, porque la mujer ahora ya no piensa en los excesos, sino en una estética depurada y práctica.

La creativa italiana re interpretó una chaqueta diseñada para el mercado japonés —otoño-invierno 1957—, regresó con su ya famoso vestido insignia, parte del léxico de la maison y al que ahora se suma un abrigo: una relajada capa, casi como una cómoda bata creada bajo los códigos del lujo Dior, pero con un sentido mucho más relajado y simple.

Chalecos de cuero y ante, chaquetas de inspiración samurái, que combinado con vestidos de inspiración folk, fastuosos bordados y delicadas transparencias le dieron a esta nueva entrega de Maria Grazia Chiuri un atrevimiento particular a lo que había presentado en temporadas anteriores.

La narrativa es la misma: feminismo, uno que la casa ha redefinido desde las entrañas, uno que no está peleado con la feminidad misma, esa que tanto valoraba Monsieur Dior, pero que ahora —especialmente en las circunstancias que vive el mundo— requiere de una reestructuración y sobre todo, una simplificación.

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