El legado de Hermès reinterpretado en aromas
retrato de Christine Nagel cortesía de Hermès
La magia de la creación se vuelve palpable cuando la perfumista y su obra comparten el mismo espacio. Así fue como Christine Nagel —directora creativa y nariz de los perfumes de Hermès— me dio la bienvenida junto a su más reciente fragancia, Barénia. En la calidez de una sala de la Galería Mariane Ibrahim, en la Ciudad de México, poco a poco nos envolvimos en aromas cítricos que se combinaban con una dulzura floral y frutal. Donde cada nota olfativa reveló un perfume que perdura en el tiempo. Así se siente Barénia, el nuevo chipre de Hermès que surge de un recuerdo de la infancia, la admiración femenina y el impulso de crear a partir de la pasión.
Christine Nagel (CN): Me alegro de verte. Es importante para mí esta entrevista porque, ¿sabes? Es como cuando hay cantantes que hacen conciertos, el primero y el último son los más importantes y México para mí es la última parada de prensa para Barénia. Estoy emocionada por contarte esta historia porque la tengo muy guardada en el corazón. Entonces, es un gusto para mí estar contigo hoy.
Tengo que contarte esa pequeña historia, yo buscaba algo para hacer una fragancia deliciosa. De hecho la idea me vino gracias a un recuerdo de mi niñez, cuando tenía 10 o 12 años, a mí me encantaba leer cuentos y leyendas; tenía una colección de historias romanas, celtas, africanas, griegas. Y cuando crecí, no sé por qué, pero solo recordaba una sola historia y era del libro de cuentos y leyendas africanos. Era la historia de un pequeño mago que vivía en un baobab y que tenía un poder, el de hacer dulce todo lo que era ácido y amargo, incluso las personalidades.
Como perfumista, toda mi vida he estado buscando ese fruto y nunca lo encontré. Sin embargo, hace cuatro años volví a hacer una investigación y encontré a un joven que importaba un pequeño fruto de Ghana y Benín, que se parecía mucho al de la historia de mi libro. Y como en Hermès nada es imposible, hice venir 15 kilos de pequeños frutos y pedí que me hicieran un extracto. Lamentablemente mi fruto no se dejó capturar, como pasa muy a menudo para flores como la lila o la lili del valle y solo logré obtener una pequeña gota, la cual tenía un olor a melocotón cocinado, así que era muy atractivo, pero no dulce, y me dije, “esa es la idea para mi chipre”. Aunque en el perfume no utilicé la baya milagrosa, hice una reconstitución de su olor y es cierto que le da al perfume algo muy atractivo y una nota deliciosa.
Sophia Garduño (SG): A lo largo de tu trayectoria en Hermès, has creado fragancias emblemáticas como Eau de Rhubarbe Écarlate (2016), L’Ombre des Merveilles (2020) y Un Jardin à Cythère (2023). ¿Existe algún hilo conductor entre ellas, en cuanto a la tradición y el legado de la “maison”? ¿Cómo definirías tu sello distintivo como perfumista en este contexto?
CN: Creo que hay dos hilos conductores. Siempre. El primer hilo son las ideas que encuentro en Hermès. Es una maison que tiene una historia muy vasta en la que encuentro un campo increíble de fuentes de inspiración. Entonces, yo como perfumista de Hermès, en un perfume debo integrar todos los valores de la casa. Y eso es lo más importante, porque cuando alguien se va a regalar a sí mismo un perfume, debe contener todas las cualidades de la marca.
El segundo hilo conductor es que cuando hago un perfume, siempre lo concibo con el corazón y con las tripas. También busco fuentes de inspiración en mi historia y en todo lo que sucede en el mundo.
Hablabas de Eau de Rhubarbe Écarlate, un perfume que contiene una flor que se llama lantana, que en sí no tiene un olor como tal, sino que cuando uno la frota con sus dedos, surge un aroma a maracuyá. Y la primera vez que descubrí esa flor, que también existe en Europa, fue en el jardín de Frida Kahlo en Ciudad de México. Entonces, las fuentes de inspiración están en todo el mundo.
En cuanto a mi sello… Eso es difícil de decirlo yo misma, pero la gente me dice que tengo una perfumería muy sensual y táctil. Y debe ser porque soy mitad latina.
SG: ¿Por cuánto tiempo trabajaste en Barénia?
CN: Empecé hace aproximadamente 10 años y medio. Lo terminé hace 2 años, entonces lo trabajé durante 8 años. Es el perfume más largo de mi vida.
Este perfume lo hice en secreto y yo estaba segura de que tenía algo bueno. Así que un día me armé de valor y pedí un encuentro con Pierre-Alexis Dumas, que es el director artístico de la maison Hermès. Y estaba muy ansiosa porque para mí era algo muy, muy importante. Y él, cuando lo probó, dijo “¡Ah, me encanta! ¡Vamos!” y así comenzó la historia.
SG: El nombre de Barénia está inspirado en un cuero icónico de Hermès. ¿Cómo se relaciona la historia de este material con una experiencia olfativa?
CN: El nombre de Barénia no es literalmente una piel. No se trata de una piel, sino de un chipre. Cuando los artesanos hablan del barénia, dicen que devuelve la caricia. Es la más sensual de las pieles Hermès y creo que este chipre es muy sensual también. Te cuento un secreto… el barénia es mi cuero favorito.
SG: En un perfume, cada fase aromática tiene su propia magia: la cabeza, el corazón, el fondo. ¿Cuál de estas etapas de Barénia te resulta más significativa?
CN: Es un todo. No puedo separarlas, porque en realidad uno no siente la cabeza, el corazón o el fondo. Todo en un punto dado se mezcla, es como hablar de la pintura, cuando un pintor mezcla el azul y el rojo, busca el violeta. Y yo, cuando mezclo diferentes aromas, es lo mismo, componiendo con materias primas para obtener un tercer olor. Entonces, no hay una etapa que prefiera. Son todas indispensables.
Barénia es un chipre, lo que significa que es una composición con varios ingredientes, no es como una fragancia frutada, floral o amaderada —cuyo olor es más fácil de comprender—. Cuando queremos hacer un chipre, siempre tenemos que usar los mismos ingredientes. El chipre clásico es una salida fresca, un “bouquet” floral bastante opulente, de rosa o jazmín, musgo de roble, pachulí y a veces, cistus o incienso.
Como era un proyecto secreto y yo tenía tiempo, hice algo un poco diferente y me tomé el tiempo para encontrar materias primas excepcionales. Para la salida, elegí una bergamota de Calabria, pero hay una particularidad, lo que decidí es que la recolectaran cuando aún estaba verde. Entonces, es una cosecha que es especial para Hermès, por lo que no hay nadie más que use esa bergamota. Para la nota floral, no tomé rosa o jazmín. Un día me presentaron una pequeña flor que proviene de Madagascar y se llama lis mariposa. En realidad, esta lis mariposa es muy pequeña, en olor tiene la misma fuerza que un gran lis blanco, pero para mí, es un poco más sofisticado, además de que es la primera vez que se usa en una fragancia.
Acerca del musgo de roble, a mí me parece que es un poco anticuado, es por eso que mejor usé una madera con un proceso de torrefacción. Podrías pensar que la madera de roble es algo muy duro, pues no, de hecho es suave, sensual y su olor se parece un poco al ron.
Para el pachulí tomé ciertas libertades, porque yo quería algo único, entonces hice una composición con dos pachulí distintos. El primero es un pachulí que fue extraído “a la antigua”, como en los años 20, 30 o 40, es algo muy auténtico, y lo asocié con una molécula proveniente de la biotecnología que se llama Akigalawood, que es una marca registrada. Y cuando se juntan los dos es un pachulí único.
SG: Tu enfoque combina la ciencia de la química con la imaginación y una profunda conexión con la tradición artesanal de Hermès. ¿Cómo se entrelazan estos elementos al desarrollar una fragancia como Barénia?
CN: Yo soy un mezcla entre suiza e italiana. Cuando me conviene, yo digo que soy muy suiza, muy organizada. Y cuando me conviene, soy muy italiana, muy creativa. Pero en realidad, no son dos cosas, soy yo. Mi perfumería es esa mezcla que hace que quizás tenga una perfumería un poco diferente, porque no tengo la misma formación que la mayoría de perfumistas. Ese también es mi sello.
Durante mucho tiempo yo no hablaba de mi formación, porque es más técnica, a diferencia de la clásica de los otros perfumistas. Y cuando llegué a Hermès y vi el enorme respeto que la casa tenía por los artesanos, me dije, “en realidad, tu formación más técnica es una gran ventaja.”
SG: Sí, cada producto de Hermès tiene una cadena de producción muy minuciosa, y cada persona dentro de ese proceso forma parte importante de la historia y la creación.
Ahora, en cuanto al frasco de Barénia, éste se inspira en el brazalete Collier de Chien. ¿Qué simbolismos estuvieron involucrados en la creación de este frasco como homenaje al accesorio? y, ¿por qué decidieron utilizar este diseño?
CN: En Hermès una historia siempre empieza con el perfume, ya que teníamos la fragancia, nos pusimos en busca de un frasco y le pedimos al diseñador Philippe Mouquet crearlo. Yo le expliqué la narrativa y nos propuso el diseño —inspirado en el emblemático brazalete Collier de Chien de Hermès—, que al verlo fue obvio que se tenía que hacer, porque el brazalete es un producto icónico de la marca y yo realmente espero que mi perfume también se vuelva icónico e inolvidable.
Para el nombre, es lo mismo, discutimos, contamos la historia y después elegimos el nombre. También para la comunicación, hablo con el publicista, discutimos y todo empieza con el perfume. Y eso es diferente porque los demás lo hacen de otra manera. En Hermès, cuando hueles un perfume, es siempre muy coherente. El nombre, el color, el frasco, el empaque… hay un sentido en todo lo que se hace. Y nos tomamos el tiempo para hacer las cosas.
La decisión final de los aspectos de un perfume la toma muy poca gente, no es como en otras grandes casas donde se hace una prueba de mercado y se le hace probar a cierta cantidad de mujeres u hombres. Entonces, en cuanto al perfume, así como con el frasco, el nombre, todo lo que concierne a la comunicación, las decisiones las toman entre tres y cuatro personas, quienes para los perfumes serían Pierre-Alexis Dumas, Agnès de Villers —la presidenta de perfumería—, Véronique Nichanian —directora creativa de moda masculina— y yo.
SG: Si tuvieras que describir a la mujer que encarna el espíritu de Barénia, ¿cómo la definirías, considerando su conexión con la herencia de Hermès?
CN: En realidad, usaría los tres mismos términos que uso para Barénia. Elegante, reconocible y sensual. Las mujeres Hermès son elegantes porque confían en su instinto; este instinto es algo que es muy cercano al olfato. Estas mujeres son las que me han inspirado, las mujeres que siguen su instinto.
Por otro lado, las mujeres que me inspiraron durante mi carrera pertenecen a diferentes categorías, por ejemplo podemos hablar de las grandes aventureras, como Alexandra David-Néel y Ella Maillart. Son mujeres que eligieron su vida, quizás más que su vestuario o su esposo, entonces, son mujeres que corrieron riesgos.
También podemos hablar de mujeres que son excepcionales, como Peggy Guggenheim o Nancy Cunard. O de las artistas quienes lograron que su obra se difundiera, a pesar de tener a su lado maridos muy expuestos al ojo público. Podemos pensar en Sonia Delaunay, Camille Claudel y en México, claro, está Frida Kahlo.
SG: Hermès se distingue por crear fragancias atemporales que rinden homenaje a su legado, más allá de las tendencias. ¿Qué es lo que te sigue inspirando a reinterpretar la historia de Hermès a través de nuevos aromas e ingredientes?
CN: Es fácil. Cuando llegué a Hermès, me sorprendió. Primero, porque tenía tiempo, y el tiempo es un regalo maravilloso. Por supuesto que también tener el presupuesto para trabajar y crear es indispensable y extraordinario. Pero sobre todo, porque tengo la libertad. Un día, Axel Dumas —presidente ejecutivo de Hermès— me dijo algo increíble en una reunión: “Christine, sigue teniendo audacia, porque sin audacia no hay creación, y tienes el derecho de equivocarte. Prefiero que te equivoques siendo creativa, en lugar de que te equivoques siguiendo a los demás.” Y en toda mi vida de perfumista, nunca un presidente me había dicho algo así.
Es por esto que me permiten hacer las cosas de manera diferente. Por ejemplo, cuando hice Twilly, si yo hubiera querido hacer algo como todo el mundo, lo hubiera hecho dulce, pero elegí el jengibre. Para H24, si hubiera hecho como todos los demás hubiera sido amaderado, pero yo elegí algo vegetal. Siempre elijo un camino distinto.
Barénia, es un chipre que inicié hace 10 años, actualmente hay otros tipos de chipre. Pero estoy contenta de siempre tomar un pequeño camino diferente. Es la libertad.
SG: ¿Cómo definirías la relación del chipre con Hermès?
CN: Cuando empecé en Hermès (en 2014), supe de inmediato que iba a hacer un chipre. Entonces, ¿por qué un chipre? Pues es mi estructura preferida, además es la más elegante y es la más atemporal. Y Hermès es una casa elegante y atemporal.
SG: ¿Y Barénia es el primer chipre de Hermès?
CN: Bueno, es el primer verdadero chipre. Mucha gente hoy en día usa el nombre chipre porque es muy elegante. Y no porque haya un poco de pachulí o un poco de musgo de roble significa que es un chipre. Es necesario que los olores estén bien marcados. Se puede decir que L’Eau d’Hermès es un poco chipre o Kelly Calèche también. Pero Barénia es un verdadero chipre.
¿Sabes por qué nadie hace un chipre?
SG: No, ¿por qué?
CN: Porque un chipre nunca pasa por pruebas de mercado, tiene resultados malísimos, en cambio un perfume dulce tiene resultados muy buenos con los consumidores. A la gente que le gustan los chipres, les van a gustar toda la vida. Y Hermès prefiere hacer un perfume distinguido a un perfume que se parezca a los demás.
SG: ¿Cómo encapsula esta fragancia la historia de la “maison” y su “savoir-faire”?
CN: Cuando era perfumista de empresa yo soñaba con Hermès, porque representa un nivel de exigencia muy alto y una atención extrema al detalle. Además, en Hermès, la materia prima es realmente el centro de atención, lo más importante. Y esos tres valores son definidos en Barénia.
SG: Hace unos años, las directoras de 192 platicaron con Jean-Claude Ellena —anterior director creativo de los perfumes de Hermès—. Y él dijo que un perfume para hombres o para mujeres se puede usar entre los dos sexos. Porque cambia de acuerdo a la piel de cada persona. ¿Qué opinas al respecto?
CN: Sí, estoy de acuerdo. Yo pienso también que un perfume de hombre en una mujer es muy sexy. Y al contrario, un perfume de mujer en un hombre es algo muy emotivo.
SG: ¿Qué consejos darías para iniciarte en el arte de los perfumes y de las fragancias que honran la herencia de una casa como Hermès?
CN: Creo que la elección de un perfume debería ser hecha con el corazón y con las tripas. Cuando alguien va a una tienda para elegir un perfume no hay que elegirlo porque el nombre es bonito, o porque la publicidad se ve bien. Hay que elegir un perfume porque en su piel hay una comunión íntima, hay algo que sucede; hay que confiar en su instinto. Y en Hermès aseguramos la calidad y la belleza del objeto, del perfume.
Yo hago el trabajo más hermoso del mundo para la maison más hermosa del mundo.
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