Una tina es un santuario para el esparcimiento propio, lo más íntimo de nuestra rutina de belleza; un momento placentero para escapar de la realidad cotidiana. En pocas palabras, la hora del baño es el ritual de máximo autoconocimiento.

Todo comienza con la temperatura del agua: ni muy caliente, ni muy fría, debe llegar al punto en el que sumergir los pies nos regale el primer suspiro. Acto seguido: preparar los elementos necesarios —casi como el ritual de preparar una poción—. Desde jabones sólidos y líquidos, espumas y exfoliantes, hasta humectantes en aceites o cremas, son el sinfín de componentes que pueden formar parte de esta rutina. Pero aquí vamos a detener la atención en la efervescencia de las bombas de baño que vuelven todo más fantasioso.

Las bombas de baño son una especie de pasta seca que al tener contacto con el agua liberan ingredientes como aceites, esencias, sales o burbujas; algunas más elaboradas liberan flores o plantas y todas aportan beneficios corporales y una experiencia que pocos productos para la hora del baño pueden ofrecer.

En cuanto a las formas, las más “clásicas” suelen ser circulares o rectangulares con siluetas muy fijas, algunas marcas más experimentales crean objetos como paletas de dulce, labios, o cualquier forma que incite a darse un baño con ellas.

Al usarlas, el agua se tiñe de colores, y en un santiamén y todo a nuestro alrededor se vuelve más íntimo. El ritual a la hora del baño es el momento de encuentro con nuestros instintos más personales. Puedes encontrar bombas de baño en tiendas como LUSH, Bath and Body Works y The Body Shop.