“Esta colección es un tributo a las musas de la Maison. Algunas ya no están con nosotros, y a otras no las hemos podido ver en mucho tiempo”, explica Virgine Viard, directora creativa de Chanel, “Gabrielle Chanel y Karl Lagerfeld vistieron a muchísimas actrices en su día a día, así que también pensé en ellos dos al momento de crear esta colección, porque son ellos dos los que nos permitieron soñar tanto durante años. Me aseguré de no copiarlos, de no caer en lo vintage o los archivos. Quería que esta colección fuera, además, muy refrescante, colorida y vibrante.”

El homenaje a las musas del cine francés de los sesenta se tradujo en un fastuoso escenario —nada nuevo para la firma— en el ya icónico Grand Palais, donde se erigieron, al estilo del enorme letrero de Hollywood en la cima del Monte Lee, en California, las seis letras sinónimo de savoir-faire y excelencia: CHANEL.

Al pie del gigantesco escenario desfilaron 60 looks en los que destacó el tweed, los cortes masculinos y la chaqueta insignia de la casa —que Virgine ha sabido reinventar y refrescar—, en una paleta de color en la que sobresales los rosas, el negro y el blanco. La sorpresa fueron los prints en colores neón en blusas y vestidos, en los que se lee “Chanel” en tipografías multicolores.

La “silueta Chanel” permanece: faldas de corte medio o extra largo con una cintura alta, que le da más movimiento al caminar, sacos y chaquetas de proporciones un poco más amplias que de costumbre y tops acompañados de voluminosos accesorios. La bermuda regresa como esa prenda de Viard ha sabido confeccionar a la perfección; y cuando se trata de Chanel, no pueden faltar las transparencias, los grandes botones con el monograma de la doble C y las plumas… porque hay cosas que nunca van a cambiar.

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