La música como un todo que permea en la creación, la experimentación y el día a día. La música como la vida misma. Ésta es la historia de Miguel Hiroshi, músico y creador, ciudadano del mundo.

Danaé Salazar (DS): Crear un todo musical tiene que tener un punto de partida vasto, especial.

Miguel Hiroshi (MH): He vivido y estudiado en muchas partes del mundo. Nací en Asia, pero tengo una fuerte influencia mediterránea (de Andalucía), de donde absorbí toda la cultura antigua del flamenco, además de la parte árabe y la judía.

Musicalmente todo eso me influenció mucho. Estudié música en Turquía, en India y en Cuba. Me he dedicado a parar en sitios que me den algo musicalmente, tocando muchísimos instrumentos diferentes y haciendo mucha exploración. De unos años para acá he creado mi música, que tiene mucha influencia de todos esos viajes e investigaciones.

Por otro lado me dedico a la enseñanza musical, ayudo a la gente a hacer música. Tengo mi propio método y llevo haciéndolo unos 20 años. Hago retiros donde combinamos el trabajo del cuerpo con el yoga y el aprendizaje musical, todo en una misma experiencia. Exploro la música como herramienta de práctica con uno mismo, no solo como algo de entrenamiento o lúdico. Por lo tanto, mi historia musical abarca distintos campos: el profesional, la producción musical, el de enseñanza y la espiritual o de práctica personal.

DS: Pero también hay un lado artístico en tus creaciones.

MH: Sí, trabajo mucho con video haciendo piezas más conceptuales… Music with anything es el poder hacer música con cualquier cosa o persona o situación, porque el sonido las transmute. Yo tengo esa facilidad porque como me he dedicado a explorar instrumentos y sonidos, me di cuenta de que la música sale de cualquier sitio. De ahí viene esa vena más artística.

DS: Cómo describirías tu música.

MH: Es una música muy libre que no está asociada a ningún género en particular, pero a la vez se nutre de muchos estilos. Trato siempre de escuchar e ir tirando de un hilo para ver qué me va contando la propia música. Es una experiencia de abrirse a ver qué viene.

DS: Sobre qué instrumentos navegas…

MH: Soy principalmente percusionista, pero la percusión es algo tan amplio, es la gama de instrumentos que más variedades tiene y yo me he dedicado a estudiarlos. El hecho de pasar por tantos instrumentos diferentes te da la posibilidad de acercarte a cualquier cosa que haga sonidos. Empecé a tocar instrumentos de cuerda, de viento, básicamente el instrumento se vuelve eso, un instrumento. Es decir que la música está en ti y tu accedes a lo que necesitas para traducir ese sonido que tienes en mente.

Puedo utilizar una olla de cocina o una cuerda amarrada con firmeza, así voy buscando el timbre de lo que quiero. Soy percusionista, pero me he vuelto multi-instrumentista, toco prácticamente todo.

DS: ¿Integras la tecnología en tu música?

MH: Sí, mezclo lo orgánico con lo tecnológico y me interesa profundizar en eso, porque lo orgánico tiene una vibración en nosotros que lo electrónico no puede reproducir. Y viceversa. La electrónica puede llegar a texturas y frecuencias que los instrumentos acústicos no pueden. Creo totalmente en la mezcla de ambas y lo disfruto muchísimo.

DS: ¿Cuál es tu tirada con tu método de enseñanza?

MH: Uno es transmitir o hacer consciente a la gente, que la música es mucho más cercana de lo que se cree. Hay una mala creencia de que la música es para unos pocos, los talentosos. Y no es así. La tradición de la música clásica, por ejemplo, ha hecho un poco este daño, que la gente cree que si no has ido al conservatorio no puedes ser músico. Yo he tenido la oportunidad de estudiar de las dos maneras, de estudiar en la calle, siendo autodidacta, y también de estar en conservatorios. Eso es lo primero que quiero transmitir. Durante los cursos que doy he logrado que todos toquen juntos, desde los que son profesionales hasta gente que nunca ha tocado, y que no se noten los niveles. Lo segundo, que es importante en esta metodología, es que lo primero que tienes qué hacer para aprender a hacer música es sentirla; antes de ponerte a tocar ningún instrumento hay que sentir. La manera de sentir la música, es llevándola a nuestro medio humano y ahí lo que prima es nuestro lenguaje. El proceso es entendimiento, integrar esa música a nuestro lenguaje, cuando lo sentimos dentro es que lo ponemos en el instrumento que decidamos. Resumiendo, sería transmitir que la música está al alcance de todos y que para tocar música primero hay que sentirla en nuestro cuerpo y en nuestra voz, antes de tocar un instrumento.

Digamos que es un atajo: mucha gente se pasa años estudiando guitarra, por ejemplo, y siente que no avanza o que no es bueno para eso, pero la realidad es que se ha saltado una serie de pasos que eran esenciales. Hay determinadas creencias respecto a aprender música que tienen que cambiar, ese es mi punto.

DS: ¿Hay algún cambio en específico que tu quieras generar a través de tu música?

MH: La intención que yo tengo con la música que hago es relativa. Intento abrirme lo máximo en mi ser para que la música exprese lo que tiene que expresar y yo confío que eso va a abrir en el otro lo que tenga que abrir. El sonido y la música tienen un poder que maravilla. La música es algo invisible que toca lo intangible.

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