Jean Paul Gaultier

Por: Danaé Salazar

2006
por Danaé Salazar
Fotografías Hermés

Platicamos con Jean Paul Gaultier en París el pasado mes de marzo. El diseñador se notaba feliz y afable. Reía, comía y platicaba, a pesar de estar a minutos de presentar la colección otoño-invierno 2010 para Hermès. Quién lo iba a pensar: ésa sería su penúltima colección para la maison. Dos meses después, se anunció que la relación de trabajo entre Gaultier y Hermès concluiría con su desfile en octubre de este año. Ésta es la entrevista y la noticia.

 

Durante la semana de la moda en París, la industria de la moda se revuelca, trasnocha y trabaja a tope. Editores, estilistas, fotógrafos y compradores tienen los ojos puestos en cada pasarela. Los diseñadores y sus grandes equipos no pestañean. Las modelos corren de un desfile a otro —están completamente bookeadas—. Maquillistas y peinadores despachan modelos en serie, porque un promedio de 50 chicas tienen que estar listas para cada show, y hay más de tres al día. Es una semana intensa: se define el futuro de la moda en el mundo por los siguientes seis meses. A ese ritmo, lo hecho, hecho está, y es poco probable toparse con sorpresas como la que nos sucedió el 4 de marzo a las 20:00 horas.

 

Estábamos en el hotel —nosotras, las editoras— haciendo una parada después de un día largo y cansado, sumamente frío. Al momento de entrar a la habitación, recibimos una llamada de Iveth Lagos, de Hermès México: teníamos confirmada una entrevista con Jean Paul Gaultier al siguiente día, minutos antes de su desfile. Termina la llamada. Preparamos todo.

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En marzo, el frío en París es un golpe seco que alenta todo. Tomamos precauciones y llegamos con tiempo a la cita. Nos encontrábamos, por fin, en el backstage del show de Hermès. Caminamos por los pasillos, echando ojo a las modelos y el maquillaje. Tomamos un té y esperamos a que el diseñador apareciera. Jean Paul Gaultier habla mientras come, sonríe todo el tiempo, tiene la expresión de un sabelotodo, de un sensato que no tiene nada que ocultar. Pero su mirada es la de un obseso de la perfección, esa diminuta línea que raya en la locura, y es esa mirada la que gana en todo momento. Me parecía irremediable empezar esta plática bajo esos parámetros. ¿Cómo es que un diseñador con un estilo tan irreverente y poco convencional pudo llegar a ser el elemento perfecto dentro de una casa de moda tan clásica y tradicional como Hermès? ¿Hermès necesitaba un empuje de esta naturaleza? ¿Una inyección de irreverencia? Para Gaultier, lo atípico no se pelea con la tradición. “No creo que sea un problema; de hecho, creo que está funcionando muy bien. Porque incluso si soy irreverente, primero soy irreverente conmigo, y siempre trato que esa irreverencia sea muy tradicional. Te basas en lo tradicional y lo puedes convertir en algo diferente; desde la base, un atuendo puede ser muy básico o tradicional en el savoir-faire. Así que busco esa fuente como mi escuela de moda. Yo solía trabajar con Jean-Jacques Bateau y con Pierre Cardin, que son maestros de la Alta Costura, así que mi conocimiento realmente se basa en el Alta Costura. Como un niño bien educado cuyos padres son muy estrictos, él busca la fuente de educación dentro de sí mismo. Así soy”, platica Gaultier.

 

El diseñador, de 58 años, ha sabido descifrar sin mayor problema a la mujer Hermès, la entiende bien. “La definiría como una mujer bella, a la que le gusta el lujo y la comodidad sin ser ostentosa: es una forma de vida. También diría que le encanta el savoir-faire tradicional y único”, apunta. Su primer acercamiento con la marca fue de niño: recuerda haber visto una foto publicitaria de Hermès, donde aparecían mujeres disfrutando el fin de semana: “todas muy elegantes, pero muy cómodas, como de la ciudad, pero como una versión de mujer elegante; el tipo de elegancia que tienen los caballeros ingleses, con telas cálidas de invierno, cómodas y atemporales. Sin creaciones pretenciosas que causen efectos, todo lo contrario”. Ése es el sentimiento que ha querido dejar Gaultier colección tras colección. Tiene a su mando la colección femenina prêt-à-porter (expresión francesa que significa “listo para llevar”); su trabajo es el de las prendas de ropa, la conceptualización de cada colección, y a veces se involucra también en los zapatos, aunque esa es el área de Pierre Hardy. También colabora con ideas para los estampados, las mascadas, los foulards y, en algunas ocasiones, incluso para las bolsas.

 

Pero sin duda ésta (otoño-invierno 2010) es una de las colecciones mejor logradas de Gaultier. El diseñador lo sabe, el público no, pero esta colección es su anuncio de despedida –el gran adiós lo veremos este 6 de octubre en su último desfile para Hermès, en París–. La colección otoño-invierno es fuerte, con gajos de masculinidad, robusta de principio a fin. En palabras del diseñador, “esta colección cuenta con todos los elementos clásicos de un traje para hombre, además de algunos materiales increíbles como el cocodrilo negro; todo lo que define una silueta muy clásica”. El ánimo de la colección tiene un poco de estilo inglés, y está dirigido a la mujer citadina y, como siempre sucede en la maison francesa, cada atuendo está perfectamente bien confeccionado y las telas son hermosas, “como el cashmere que solamente usa Hermès, único”, agrega. La pasarela estuvo encabezada por la modelo Lily Cole, a quien le siguieron una lluvia de modelos vestidas con faldas largas, abrigos, bombines y sombrillas. El resultado final es una demostración perfecta de los valores clásicos de la marca.

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Gaultier tiene siete años trabajando con Hermès (firmó un contrato por cinco), y después de ese periodo lo fue renovando cada dos. La que parecía una decisión arriesgada, una alianza aparentemente opuesta, no ha recibido sino elogios. La contratación del provocador Gaultier fue un acierto, y así lo indican las cifras económicas de la marca. Pero la historia de amor está a punto de terminar. Gaultier fue contratado por Jean Louis Dumas –uno de los herederos de esta firma, un dandi de la vieja escuela que falleció este año–. A su cargo queda su hijo, con quien Gaultier (explican varias fuentes) no comparte opiniones ni formas de pensar. El diseñador decide retirarse. Piensa que la empresa no será la misma sin Jean Louis Dumas y, fiel a sus principios, decide continuar con lo suyo, con su propia firma y con sus perfumes –todo un éxito–. Será sustituido por Christophe Lemaire, hasta ahora director artístico de Lacoste. No obstante, Hermès continúa teniendo 45% de Jean Paul Gaultier (la empresa), una relación que empezó en 1999 cuando el fabricante de artículos de lujo adquirió 35% de la compañía.

 

Jean Paul Gaultier es pasional. Quedaba poco tiempo de entrevista y él se emociona al hablar de la música, un elemento clave en su vida y en su desempeño profesional. Nos quedaban cinco minutos de plática, y Gaultier seguía: “Para mí, la música es muy importante debido a las emociones, te levanta el espíritu, es muy esencial en mi vida y en mis desfiles. En mis comienzos era clarísimo que debía añadir música, porque descubrí la moda por medio de una película de los 40 –en ese entonces no había música en las películas, pero esta sí tenía; la protagonista era hermosa, y asocio la película con la música, me acabo de dar cuenta, después de todos estos años, de que tenía música–. Después comencé a trabajar con Cardin y me empapaba de la música de los 70. Usábamos a Paul Henry en la pasarela, y era un show increíble, me encantaba. En ese entonces no estaba de moda presentar shows; yo lo hacía y me parecía interesante. Lo hacía porque nos daba una atmósfera diferente. Creo que también para las modelos la música es muy importante, para su piel, para la forma en que caminan, para su actitud: su concentración depende de la atmósfera, y ésta depende de la música. No es como ver una película; más bien es la manera en que lo presentas. El único problema es que los fotógrafos lo interrumpen”.

 

Dos minutos restantes, un último bocado y un trago de agua como bomba. Debíamos terminar hablando de su primera gran pasión, su inspiración para el trabajo del día a día. “El trabajo es como una obsesión; el trabajo en sí es inspirador, no se trata solamente del talento, sea lo que sea que hagas, no se convertirá en algo maravilloso si no trabajas duro para conseguirlo.” Y para Hermès (un minuto) sólo podía augurar éxito: “Cuando tienes esta profesión, lo más importante es que la ropa que diseñes pueda atraer y seducir, tienes que lograr que una mujer regrese por la próxima colección. Lo que quiero decir es que ésta es la mejor colección que he hecho para Hermès, es en la que más he trabajado. Ha sido un placer trabajar con el equipo Hermès, y trabajar con el nivel de calidad de la maison, que sin duda, es totalmente puro y absoluto”.


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