fotografía Alberto Pino Morales
estilismo Alberto Rebelo
maquillaje Alberto Pérez
pelo Claudia Reyna
asistente de estilismo Sophia Garduño
locación Estudio Atoyac 69
En un mundo en el que las luces mediáticas y las redes sociales destellan al máximo, la frontera entre el ser público y el íntimo tiende a disolverse, especialmente para aquellos atrapados en el foco de atención. En esta entrevista, nos sumergimos en una conversación fascinante y enriquecedora con Marina de Tavira, actriz cuyo nombre resuena tanto en los escenarios teatrales como en la pantalla grande. Reconocida por su habilidad camaleónica y por cautivar con sus interpretaciones, Marina ha dejado una impronta inolvidable en el mundo del entretenimiento. Desde su conmovedor papel en Roma (2018), de Alfonso Cuarón, hasta su reciente actuación en la versión mexicana de la obra de teatro inglesa Consent (Nina Raine, 2017), Marina personifica la conjunción del arte y la pasión. Este diálogo íntimo explora los vericuetos del equilibrio entre la exposición mediática y la genuinidad, así como la travesía entre lo tangible y lo ficticio. Desde el telón invisible que separa la vida pública de la privada, Marina de Tavira se adentra en el laberinto emocional de la actuación, revelando cómo fusiona y separa sus propias emociones de las de los personajes que cobran vida en escena y en la pantalla.
Las páginas de esta conversación también despliegan el escenario de la relación entre el arte y la sociedad contemporánea, en un contexto donde el miedo y la polarización caminan de la mano. Marina nos invita a contemplar cómo el arte, en especial la comedia, puede desafiar las convenciones establecidas, forjar diálogos enriquecedores y tejer un tapiz de empatía que una perspectivas divergentes.
En este caleidoscopio de palabras y emociones, Marina de Tavira nos invita a danzar con la dualidad del ser humano y del artista, explorando los abismos de la fama y la reflexión profunda. Con cada giro de la conversación,nos insta a descubrir que el arte es un faro que ilumina el camino hacia la autenticidad en un mundo saturado de ruido y brillo.
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LUIS ROSALES URIBE Alguna vez estuve en un hotel en el que la atención era excesiva. Sentí un exceso de foco hacia mí y mi bienestar con tantas preguntas que apuntaban a si necesitaba algo, casi como si entre líneas se estuviera diciendo: “debe de haber algo que no esté bien”. Y es que me imagino que con una carrera de tantos logros y reconocimientos, has tenido una experiencia muy gratificante. Pero pienso que quizá esto también venga con una sombra de inundación, como cierta invasión a la privacidad. ¿Alguna vez te has sentido intimidada o aislada de los demás por sentir un foco excesivo hacia tu persona?
MARINA DE TAVIRA En general disfruto mucho el trabajo de presentar lo que hago con los medios, lo que uno está haciendo y generando, porque al fin y al cabo, hacemos teatro para que llegue a las personas. Entonces, cuando estos medios de comunicación, cada uno con su personalidad, se acercan con ese interés e incluso habiendo hecho un trabajo previo, es muy hermoso y gratificante. No hay nada que me guste más que hablar del trabajo que hacemos; en principio de teatro, pero también de otras expresiones artísticas como el cine. Lo disfruto enormemente. La parte donde se vuelve difícil, por supuesto, es cuando están tratando de encontrar una nota a través de tu vida personal, porque evidentemente va a tener una especie de morbo hacia el exterior.
De alguna forma, hoy vemos teatro porque queremos meternos en la vida de las personas. Todos y todas tenemos esa curiosidad, pero ciertamente, la parte en la que hay una insistencia sobre saber de un asunto de tu vida personal se vuelve difícil, incómodo. Entiendo que están haciendo su trabajo, pero si ya dije que de eso no quiero hablar, entonces me remitiré a todo lo demás. Cualquier cosa sobre mi trabajo, lo que me quieras preguntar. Y se agradece el interés.
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LRU ¿Alguna vez vas al cine o a un restaurante y fantaseas con pasar completamente inadvertida?
MDT No tengo un tipo de carrera que sea tan mediática como para que me acosen en la calle. A veces alguien se acerca y eso es muy bonito, cuando te dicen: “felicidades, me gusta mucho tu trabajo”. Eso me encanta. Lo agradezco muchísimo porque el trabajo lo hacemos para las otras personas. Ha habido momentos de mi vida de mayor proyección, y entonces he vivido una sensación que se puede parecer más a una pérdida de libertad.
Como me he dedicado tanto al teatro —y el teatro no es tan mediático—, además de que no me muevo mucho en las redes sociales —pertenezco a otra generación—, entonces no lo sufro tanto. Al revés, siento que conservo todavía mi libertad en ese sentido.
LRU Pienso en las tantas facetas que hay que atravesar en el mundo de la actuación. Entre lo público y lo privado, la realidad y la ficción. Llegar al límite de la mente, las emociones y el cuerpo, en donde no queda de otra que enfrentarse a uno mismo. Se requiere un entrenamiento casi militar para llegar a una mentalidad tan sólida que permita navegar todos estos espacios sin perder el norte, sin confundirse. ¿Alguna vez te ha dado miedo perderte?
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MDT Sí, te lo contestaré desde mi profesión, más que desde la vida, porque uno le tiene miedo a muchas cosas, de toda índole. Como actriz, el primer miedo fue que mi deseo de ser actriz no correspondiera con mi capacidad de serlo. Como lo explica Schopenhauer: es el miedo de que tu necesidad sea más grande que tu capacidad. Y creo que ésa es la primera cosa a la que se enfrenta alguien que decide estudiar actuación. ¿Realmente puedo? ¿Tengo talento? ¿Voy a lograr ser una persona del teatro o del cine, voy a lograr que este deseo tan grande se vuelva una realidad, se vuelva lo que hago todos los días?
El otro, por supuesto, es el miedo intrínseco a la opinión de las demás personas, la opinión de quien te mira. El miedo al ridículo, por ejemplo, es muy potente en los actores. Sin embargo, como me dirían algunos maestros: “pierde de una vez el miedo al ridículo, porque tienes que empezar por aceptar que sí eres ridículo”. Y cuando aceptas esto, que eres ridículo como todas las demás personas, que todos lo somos en cierto nivel, se vuelve más fácil poner en un lugar menos importante lo que puedan decir de ti.
La actuación es un trabajo que termina en ser mirado; por lo tanto, siempre va a existir temor. Por alguna razón, al cuerpo de espectadores en una obra de teatro le dicen “el monstruo de mil cabezas”. Ése es al que te tienes que enfrentar, a la opinión de cada una de las mil personas. A la aceptación o al rechazo. Así llamaría también a ese miedo. No sólo el miedo al ridículo, sino el miedo al rechazo, que es una cosa que también tienes que enfrentar, superar y aceptar: vas a ser rechazado una y otra vez.
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Ésta es una profesión —sobre todo en el cine y en la televisión— que se rige a través de audiciones. Y de 20 audiciones que haces, en la gran mayoría te dicen que no, y en muy pocas que sí. Esto tiene que ver con el miedo al rechazo, pero también con el miedo al fracaso. ¿A cuántos no me voy a tener que enfrentar en la vida?
No hay una sola vez que escuche “tercera llamada” que no sienta miedo. Hay una gran historia de un técnico de teatro que tenía que hacer un movimiento peligrosísimo para un actor que está subido en un punto muy alto del escenario, como un paso de gato. Un día le dijo a otro técnico: “¿Sabes qué? Mejor hazlo tú, porque yo ya le perdí el miedo, y si le pierdo el miedo, el actor se va a caer, lo voy a tirar”. Conservar ese miedo también te hace cauteloso.
LRU El miedo como medida de prevención ante el exceso de confianza, y como táctica para ahorrarse riesgos innecesarios… Y por otro lado, la vida personal de los actores sucediendo en otro plano en simultáneo, con todas sus vicisitudes. ¿Cómo convive el estrés y las emociones que suceden en el plano cotidiano y personal, con el personaje en el que te encuentras trabajando e interpretando?
MDT Digamos que la suerte del trabajo que hacen los actores y las actrices es que todo lo que te pasa en la vida puede estar puesto en función de un personaje o de una ficción. Y eso es increíble, porque logras procesar, a través de tus personajes, sin que sea terapia, muchas cosas que te han pasado en la vida. Se vuelven experiencia, porque tú le transmites a tu personaje tu propia experiencia y ahí la transformas y la conviertes en otra cosa. Porque nunca somos los personajes, el personaje no eres tú, pero sí lo alimentas a través de tu vida y tus vivencias. Nada resulta al final un desperdicio ni una pérdida en la vida. Todo te sirve.
LRU Tomas la experiencia como el material para construir lo que sigue, para seguir dando pasos hacia adelante. Pero no es fácil llegar a ese entendimiento, un tanto estoico. Quizá porque a veces no se tiene el espacio mental para procesar y es difícil tener un buen entendimiento de lo que está pasando en el exterior. ¿Cómo llegas a este estado de paz con tu entorno, no como una forma de un profesionalismo forzado, sino como visión de la vida misma?
MDT Es un músculo que entrenas. Desde que estás en formación te entrenan para esto. Conectar con tus emociones, con tu vida, con tu memoria, que puede estar dada de muchas maneras: a veces te la da una música, a veces te la da una imagen, y también los sueños… Siempre que estoy trabajando, sobre todo cuando estoy haciendo una ficción, que mis sueños empiezan a tener que ver con esa historia. Y es increíble poder vincular los mundos, el consciente con el inconsciente. Acercarlos un poquito. Acortar la brecha que los separa.
LRU Y aquí la importancia de conservar un estado de salud mental. Tal vez sería muy simplista pensar que a Heath Ledger lo colapsó haber representado al Guasón en Batman, y que por eso decidió ya no continuar con su vida, sino que seguramente había todo un contexto en su vida en el que fue acumulando un estado de desgaste mental, emocional y del sistema nervioso.
La actuación es un trabajo de alto desempeño. Podría pensarse en algunos círculos que es algo superfluo y rodeado de comodidades y el estilo de vida de una celebridad, pero el nivel de estrés al que se llega, debe de ser comparable con otras profesiones en las que se detonan los traumas más arraigados.
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MDT Una de las primeras cosas que hay que entender es que no te llevas al personaje a casa. Si no, las vivencias se quedan ahí atoradas. Es un arte de saber cortar, saber dirigir y separar. Es un proceso de profunda identificación que después te permite distanciarte. Me pasó en la última obra de teatro presencial que hice, Tragaluz. Empecé a darme cuenta de que me despertaba y me dolía el esófago. Y eso venía de generar emociones. Por primera vez me di cuenta de que las emociones que generaba como personaje le afectaban también a mi cuerpo físico, al de Marina. Tuve que atender eso. Y no te estoy hablando de que me estaba creyendo el personaje, son sólo las huellas en el cuerpo.
LRU Te entiendo. Es como cuando ves una película de horror, el inconsciente no sabe distinguir la diferencia entre lo que ves en la tele y la realidad, porque a nivel corporal se está registrando un miedo profundo, como una cosa que está sucediendo. El distanciamiento de la realidad a veces no es tan evidente para el cuerpo, en donde habitan las emociones inconscientes…
MDT Hay una paradoja en la actuación que dice que, a veces, acceder al dolor profundo de un personaje puede ser un gozo increíble para el actor. Es difícil explicarlo, pero, en esa frontalidad, con el dolor del personaje también puede experimentarse un placer y una liberación.
LRU Lo que dices es lo que entiendo que sucede en el mundo de las constelaciones familiares, en donde en grupos se representan vivencias del pasado para liberarlas. A veces los que participan en la constelación de alguien más, se acaban dando cuenta de que el papel que les tocó representar estaba hecho a su medida, y que las afirmaciones que les tocó decir parecía que iban más para ellos mismos que para el “paciente”. En ese sentido, pienso que no es coincidencia representar como actriz los papeles que te tocan, ¿no crees? Es decir, que te llega un personaje que se ajusta con alguna cuestión que tú, de alguna manera, pedías experimentar, al menos a nivel emocional…
MDT Claro, tienes que pasar por el proceso de identificación. Yo así entiendo la actuación. Hay otras teorías, que son de absoluta forma, y que dicen que no procesas con tus emociones, que no te identificas con absolutamente nada.
En la teoría que a mí me enseñaron, que es con la que yo trabajo, sí pasas por el proceso de identificarte emocionalmente con el personaje. En un momento dado, aunque no te creas que eres ese personaje, sí “le prestas tus emociones”, como se dice coloquialmente en la lengua de los actores. Le prestas tus memorias, tus vivencias, y las pones al servicio de…
Actualmente observo una tendencia de la sociedad a identificarse con una emoción de injusticia, en donde creo que el miedo es un ingrediente principal para movilizar o inmovilizar a las masas, además de generar ciertas tendencias de pensamiento e ideologías. Con esa lente, de pronto parece que la injusticia es lo peor que le podría pasar a un ser humano, cuando en realidad no hay mucha evidencia de un momento de la historia en la que la vida haya sido precisamente justa.
LRU Hay una necesidad de justicia. Como sociedad, ¿la emoción que nos rige es el miedo?
MDT Me acabas de recordar una reflexión que tuve con mi hijo, que estaba preparando un examen oral qué tenía que hacer, y escogió hacerlo sobre la comedia. Primero la picaresca, pero luego lo conectó con algunas ideas de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y con lo que sucede en esta historia, en la que no se quiere que la gente acceda a la comedia. La explicación de uno de los personajes es “no queremos que la gente acceda a la comedia porque la risa mata el miedo, y sin miedo no hay control”. Y aquí estoy hablando de control de decisiones que vienen de sistemas totalitaristas, es decir, el miedo como método de control. El arte, y sobre todo la risa, matan el miedo.
Riendo te vuelves más audaz, más rebelde, capaz de cuestionar incluso las verdades más dogmáticas. Entonces, sí, el miedo es una herramienta de control de la sociedad, pero también creo que es un medio de conocimiento. Siempre tiene, como todo, dos caras.
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LRU También hay un componente psicológico desde el cual la sociedad se desenvuelve así porque le conviene a ciertos grupos. Por ejemplo, es evidente que ahora hay otra generación de seres que utilizan las redes para señalar comportamientos que consideran inaceptables y entonces censurarlos. Estamos viviendo una suerte de “segunda ola” de una Inquisición. Desde ahí han surgido nuevos miedos, como el de ser quien eres, por evitar ser censurado de por vida. De ser cancelado por tener opiniones fuertes. Nos impide conectar desde la honestidad y crear conversaciones auténticas. Actualmente, muy poco de la verdad personal de las personas con influencia puede salir a la luz por miedo a la cancelación.
MDT Sí, claro, te desaparecen. Si me preguntas directamente qué me da miedo como persona, te diría que las redes sociales. Me da miedo el alcance que pueden tener, el dominio que pueden alcanzar en la vida de alguien. La sensación de no existir si no existes ahí, y lo que eso le hace a tu trabajo como actor, además de las posibilidades laborales y la sensación de que si algo de lo que viviste no aparece ahí, es como si no lo hubieras vivido.
Además de la necesidad de compartir todo, de aparentar una vida perfecta, que nadie tiene, en realidad. A veces me pregunto si verdaderamente alguien es la persona que juega a ser en Instagram, en donde todo se trata de felicidad y alegría, de ser super guapo, guapa y exitosa. Lo único que eso garantiza es una existencia superficial.
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LRU Además de condicionar al cerebro a la dopamina, al placer por la inmediatez de todas las cosas. Un existir que está condicionado a vivir en picos de emociones intensas y todas positivas. En algún momento se tiene que caer el telón…
MDT Y lo que provoca estar viendo la vida de los demás. La depresión que causa la sensación de no pertenecer, de que tu vida no es tan perfecta como la de los otros; sin los suficientes seguidores, sin los suficientes “me gusta”, y todo apuntando a un daño a la autoestima. Por otro lado, es algo que se ha vuelto un estándar de todas las industrias. Es inevitable en lo que hacemos.
LRU Pero, ¿hasta qué punto? —es lo que me pregunto—. Volvemos al inicio de la conversación: ¿Qué pasa con la vida privada?
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