PUSSY RIOT

El punk de chicas, el activismo feminista y los actos de sororidad son cada día más necesarios en un país donde asesinan mujeres a diario. En México, salirse de lo que dicta la heteronorma, viajar sola o vestirse como una quiere y salir a la calle son actos heroicos. Bienvenidas a una tierra donde las fosas con miles de cadáveres sin nombre son el pan de cada día. Hoy, más que nunca, el grito de vivas nos queremos se debe escuchar en cada rincón del país.

Pussy Riot

Algunos y algunas escuchamos el discurso de Wendy Moira por primera vez en el festival Ceremonia (2019), justo antes de la presentación de Pussy Riot. Si conoces esta banda punk de mujeres, entonces sabes que sus actos en directo siempre serán inesperados. Puede tratarse de una presentación sorpresa en una iglesia ortodoxa o una interrupción en un partido del mundial, en el metro o una tienda en su país natal, Rusia. Vaya, puede tratarse de una aparición en House of Cards o de una visita al Congreso de Estados Unidos. También podría ser una nota con alguna de las integrantes arrestada, o una nueva canción. Todas estas imágenes me venían a la cabeza antes de la presentación. Sirenas de policía, mujeres fingiendo no tener vida en el escenario, persecuciones migratorias… los temas de actualidad que encajan en el activismo político o nuestro derecho a manifestarnos como sociedad civil, el medio ambiente, el autoritarismo o el feminismo son recurrentes en sus performances, en las letras de sus canciones y en sus conciertos.

Pussy Riot

En 2012, tres de sus miembras fueron acusadas de hooliganismo por interpretar “Hail Mary, Expel Putin” dentro de una iglesia en Moscú, donde hicieron una oración para que Putin desaparezca de nuestras vidas de una vez por todas y que la Virgen María se vuelva feminista, entre muchas otras enunciaciones consideradas como sacrílegas por un sector conservador de la sociedad rusa. El líder religioso de ese país aplaudía al jefe de su gobierno, y Maria Aliójina, Yekaterina Samutsévich y Nadezhda Tolokónnikova, junto con varias mujeres encapuchadas, se manifestaron en su contra dando un concierto.

 

Pocos meses después, estas tres activistas aferradas de la libertad y la democracia, en contra de los constantes abusos de los políticos de su país y de las presas políticas, fueron condenadas y pasaron dos años en la cárcel. El gobierno ruso les ofreció liberarlas si aceptaban que su crimen había sido motivado por el odio contra la Iglesia, pero ellas se negaron, expresando que valoran más la verdad que incluso su propia libertad.

Pussy Riot

En un manifiesto, Tolokónnikova, lideresa de la banda hasta hoy, declaró que las letras de sus canciones simplemente reflejan lo que pasa en el mundo, y en absoluto tenían como intención enemistarse con la Iglesia rusa; sin embargo, no podían permitir “la traición, el engaño, el soborno, la hipocresía, la codicia y la anarquía, propios de las autoridades y gobernantes actuales…” Y agregó: “El cristianismo ortodoxo adora lo mismo que nosotros: misericordia, perdón, justificación, amor y libertad”.

 

Volvamos a Ceremonia, donde, entre gritos, guitarrazos, colores pastel y mucho girl power salieron encapuchadas al escenario, con el puño levantado y con un pañuelo verde, mismo que repartieron a muchas de las asistentes [y que llevo amarrado en mi mochila hasta hoy], con una manta que acusaba las acciones del gobierno de Nuevo León, que recientemente acababa de penalizar el aborto. En lo que esperábamos con ansias escuchar “Make America Great Again”, “Police State”, “Putin Will Teach You How to Love” o “Straight Outta Vagina”, apareció Wendy Moira y se hizo el silencio. Y así, entre caras desconcertadas y mucha expectativa, dijo, con un tono que me quedo corta etiquetando como enérgico, lo siguiente:

 

“Buenas noches, me presento. Yo soy la putita que camina sola por la calle a la hora que le da la gana. Yo soy la loca que se sube al vagón de los hombres en minifalda. Yo soy la provocadora, que sale de noche a divertirse, a emborracharse, la misma que le exige al Estado volver entera a casa. Yo soy la marimacha que se toma libertades de hombre, privilegios, empleos, puestos políticos de hombre. Yo soy la pecadora, la del pañuelo verde.

 

Yo soy la abuela de la Plaza de Mayo, la victoriosa. Yo soy hondureña, yo soy Berta Cáceres. Eu sou brasileira, eu sou Marielle Franco, y ahí, ahí donde usted, señor Bolsonaro, se atreva a abrir la boca en contra de una negra, de una lesbiana, de una disidente, ahí resonarán los cuatro balazos que me atravesaron.

 

Yo soy española, soy 8M, yo sí te creo. Y cuando Trump declara ‘I grab the woman by the pussy’ yo me multiplico por millones y contesto #MeToo hasta que no quede un solo acoso sin denunciar. Hasta que paren los abusos de mi jefe, de mi tío, de mi primo, de mi esposo.

 

Yo soy la transexual de la Merced. Ser transexual en este país es un acto heroico… Yo soy la yaqui, yo soy la mara, yo soy la guaraní, yo soy Rigoberta Menchú. Yo soy la comandanta Ramona y te advierto, mi cuerpo es mi primer territorio. Yo soy la kurda, yo soy la palestina, yo soy la peshmerga, yo soy la que con el código talibán hace fuegos para calentar la trinchera. Hey, sigo aquí, ¿me reconoces?

 

Yo soy Minerva, soy Metodia, soy Joaquina, soy las 43 incalcanzables madres y más de te vale, señor Andrés Manuel, que cumplas tu palabra. Porque no me pienso mover de aquí hasta que con vida me entregues lo que con vida se llevaron…

 

¿Te atreves a mirarme a los ojos? Yo soy el Estado de México, yo soy la Ciudad Juárez, yo soy una de las nueve mujeres enterradas vivas cada día en este matadero impune que llamamos México. Estado feminicida, escúchame bien. Pudiste violarme, mutilarme, desaparecerme. Pudiste descuartizarme. A mi carne pudiste clavarla a cientos de miles de cruces rosas. Pero yo, yo que soy semilla, yo que soy cenzontle, yo que soy piedra volcánica, yo te doy mi palabra. No habrá dictadura, no habrá ejército, no habrá fuerza capaz de amordazar este grito. Yo que soy amazona, yo que soy Coatlicue, yo te doy el honor de mi palabra, mi palabra de hija, mi palabra de hermana. No habrá fuerza que amordace este grito: ¡PORQUE VIVAS NOS QUEREMOS! ¡PORQUE VIVAS NOS QUEREMOS! ¡NI UNA MENOS!”.

Pussy Riot

El público, conmovido hasta las lágrimas, con el puño verde levantado, se hizo marea, y después de un abrazo entre las integrantes de la banda y Wendy Moira, el concierto comenzó.

 

Ver a Pussy Riot en directo es como recibir una inyección de energía, y para quien se deja llevar de mente o cuerpo, o ambas, un verdadero desfogue de eso que cargamos, de eso que nos estorba, de eso que nos incomoda y que a veces no sabemos expresar. Ver a Pussy Riot en el escenario, tan subversivas, tan honestas y tan radicales como siempre, es respirar aire fresco, es ver el cambio a los ojos, es escuchar un discurso muy necesario y que ya nadie puede callar, porque a esta marea de sororas y aliados ni la cárcel, ni la Iglesia, ni el Estado la detiene.

Pussy Riot

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